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lunes, noviembre 18, 2019

Isla de Tabarca

 

Hace poco pensé que era buena idea visitar la isla de Tabarca en el Sur de la Provincia de Alicante, después de todo es nuestra isla más grande. Imaginad si tenemos islas grandes que esta llega a unos “inmensos” 400 metros más o menos. Tabarca crece un poco más y alcanza el tamaño de Groenlandia. Bueno, una vez tomada esta decisión transcendental en mi ajetreada vida, hube de levantarme temprano para poder ducharme, despiojarme, embotellarme y todos los verbos que se os ocurran y luego ocupar mi asiento en el autobús camino de Tabarca.

Salimos físicamente de la Calle de la Serrería junto a la Estación del Cabanyal a las 7’45 horas a.m. El autobús hizo una breve paradita en un bar de carretera para tomar un café cerca de Montesa y luego seguimos hasta Santa Pola que es un sitio que mola, donde había que tomar un ferry a la isla a las 11’00. La guía nos comentó que esos barcos no esperan por nadie, “ni solamente un segundito por favor ...” ni chorradas de esas así que estuviéramos al tanto o nos tocaría esperar al siguiente ferry y luego comeríamos mucho más tarde. Afortunadamente todo el mundo llegamos a la hora, porque es la pura verdad que esos tíos no esperarían ni a su propia madre aunque no la viesen después de estar 7 años en el extranjero, ni así. El trayecto a Tabarca se me hizo agradable. Me senté con una familia que tenía un perrito de esos enanos y de pelo rizado, lo ataron en el pasillo metálico del ferry para que estuviese algo fresco del calor ascendiente que ya se empezaba a notar y comenzó a intentar cazar a dentelladas varias moscas que ya le rondaban. Al mismo tiempo el niño del matrimonio que se había sentado con la madre y la niña del mismo que se había sentado con el padre, lo típico, comenzaron a saludar con la mano por las ventanillas a los catamaranes y veleros que nos pasaban de vez en cuando, de postal. Una vez en la isla, la guía nos comentó que era imposible que nos perdiéramos, así que nos podíamos desperdigar e ir cada uno por su cuenta con tal de que nos reuniéramos allí a la hora acordada. Como la isla es pequeña, hay tiempo para fotografiar, dimos hasta con una boda de una pareja que tuvo la simpática idea de casarse en los restos de la muralla. Y desde luego es un lugar ideal para el baño de los críos y para los críos en general. En mi paseo por la isla vi a un nano y a su papi jugando a piratas haciendo en cabra y gritando eso de ¡Zafarrancho … al ataque mis valientes …! y todo eso alrededor de un torreón vigía de esos antiguos con espadas de madera, parches negros, pañuelos anudados a la cocorota y una camisa tipo Popeye. Por cierto, nos dijeron que en la isla hay un hotelito que es la casa del antiguo Gobernador, “o sea que la estancia sería histórica” tal como dijo la rubita que era nuestra guía. Bien, finalicé la estancia que se me hizo corta pero muy bonita, y volvimos a Santa Pola. Aunque allí no paramos. Continuamos el camino hacía el Norte, hacia la Comarca de la Safor donde íbamos a comer, en un pueblo llamado Potries, y luego ya a Valencia. Hubo un pequeño retraso por un problemilla informático que estropeó el aire acondicionado. No es una tontería, porque es un bus de esos modernos cómodos y automatizados que no se abren por ningún lado, por lo tanto en poco tiempo aquello era una sauna y evidentemente comenzaron las quejas. Pero los de la Agencia actuaron muy rápidamente. Pararon en otro bar de carretera de cuyo nombre no puedo acordarme, y cambiaron todo el puñetero autobús. Y ya con el bus nuevecito continuamos camino a casita.

 








Museo de la Festa de Algemesí

 A ver, quiero que recitéis conmigo dando golpes acompasados en vuestro pecho al mismo tiempo: “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, padre Nuestro Omnipotente Creador del Cielo y de la Tierra y por cuyo Gran Poder triunfamos en la insigne batalla de las Navas de Tolosa contra el ejército del pérfido infiel”. Bueno, tras esta perorata diré que por vuestra exclusiva culpa he tenido que marchar al Museo de la Festa d'Algemesí (Ni dona ni rossí ni res que siga d’allí - Ni mujer ni rocín ni nada que sea de allí). He tenido que ir allí en un tren algo destartalado, eso sí que se detenía en todas las paradas de lo que se pavoneaban los de RENFE, aterido de frío que parece mentira que esto sean las Valencias porque hace un viento con un airecillo que escarabaya’l pelleyu como creo que dicen por Asturias y en general por allá arriba y con hambrecilla porque he ido tarde y hasta llegar no he podido zampar algo. Lo malo es que una vez hube llegado, el Museo no estaba cerca de la estación y “naide” sabía “icirme” “onde” diantre estaba el museito, o porque no eran de allí o porque simplemente no lo se enteraban. Así que de momento al menos hube ayudarme a mí mismo. Nada más salir de la estación había una calle/carretera paralela a la misma, seguí por ella y no sé bien porqué pero decidí ir hacia la derecha y a unos respetables 100 metros había un cartel rosado que ponía Museo de la Festa de Algemesí. Seguí todo recto y a otros 200 metros o así había una entrada a la izquierda a un carreronet de merda con el mismo letrero de Museo de la Festa. Me metí por el callejón, pero por mucho que anduve no encontré el Museo, hasta que dí con una plaza amplia donde se hacía lo que se hacía en todas las plazas relativamente amplias: los abuelos tomaban el sol, los jóvenes lo que tomaban era café, había chicos tocando la guitarra, las mamás llevaban a sus hijos a pasear … vamos que me acerqué a un abuelo y a su nieto, y resulta que me indicó la calle por la que había venido. Tonto de mi, me lo había pasado, había ido por la calle de al lado y solo había visto el culo del Museo. Volví hasta allí, di la vuelta al edificio y allí estaba: el edificio era una iglesia. En una parte ponía “Información turística” en inglés y en la otra el nombre del Museo y su Horario. El Museo es gratuito para todos los públicos, tiene una planta baja y dos pisos a los que se puede acceder por un ascensor y desde luego cuenta con una Conserje rubia y entradita en carnes que parece que tenga una sonrisa permanente lo que es de agradecer cuando te dan la hora del cierre, suena un timbre que así te lo indica y has de salir aprisa y corriendo no vayas a quedarte encerrado.

 

sábado, noviembre 16, 2019

Museo Municipal de Cerámica de Paterna

A finales de Septiembre decidí ir hasta Paterna al Museo Municipal de Cerámica. Ya antes del Verano había realizado diversas búsquedas museísticas y tenía distintas webs al respecto, así como otra de la Wikipedia donde marca los yacimientos arqueológicos de la provincia. Pero volviendo al de Paterna, en esa ocasión me hice compañía a mí mismo y cogí la línea 5 del metro destino Aeroport en Marítim Serrería (ahora que lo pienso debía ser Marítim Serradora no? o Marítimo Serrería, una de dos Padre Tomás). El metro está bastante bien, es rápido y cómodo, el único inconveniente para mí es que evidentemente va bajo tierra y yo prefiero ver las cosas pasar por arriba. Además, cuando hay fútbol esa línea va llena de regreso hasta la estación de Aragón que es donde está el campo de Mestalla.  Lo dicho, cogí la línea en Marítim Serrería hasta llegar a la estación de Àngel Guimerà donde hice transbordo a la línea 2 destino Lliria, pero me bajaría en Paterna claro. Un apunte, Paterna está en la zona B del metro, así que se necesita un billete AB.
Nada más llegar a la estación de Paterna, consulté en Google la calle donde estaba el museo. Resulta que está en la Plaça del Poble. Le pregunté a una señora que estaba cerca de la estación si sabía indicarme el camino y me dijo que siguiese todo recto una calle que había justo enfrente de la estación y encontraría una plaza amplia y allí era. Entré por esa calle y casi inmediatamente llegué a una plaza pequeña llamada Replaceta, pero a escasos 30 metros encontré una plaza más amplia con una iglesia pequeña y un edificio verde con el nombre de Museu Municipal de Ceràmica, la Senyera, la Estanquera y la ensenya local con la indicación Plaça del Poble. El chico que me atendió en el museo fue muy amable. De inicio me dijo que algunas vasijas y monedas romanas así como una osamenta desenterrada se encontraban en la planta baja, mientras que todas las demás piezas que dan su nombre al museo se hallan en el piso superior. El  museo es gratuito para todos los públicos y exhibe la típica cerámica verde de Paterna.


 




                                                                                                                               

Wikipedia

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