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sábado, agosto 09, 2025

Komme6

 

Dejamos a Komme dispuesto a comerse el supositorio por su boca coprológica, y no es por nada pero el supositorio poseía una elongación prolongada y tripita cervecera. Vamos que cuando se lo pusieron pegó sus buenos berridos. Solo que luego podía entender el lenguaje ese tan extraño que hablaban los de trajes vistosos. Dijeron que venían de una tierra lejana llamada Kemet, de parte de su jefe Jafra, el cual era un gran inventor, y se le había ocurrido lo de ese supositorio para comunicarse con habitantes de otros países. Supimos mediante Komme y su sacrificio que el poste de piedra se llamaba en realidad "columna", que los postes eran dos, y que uno estaba en un taller de un lugar cercano - palabra que rima con banano - llamado Gades para repararlo, porque el tiempo pasa para todos, incluso para los postes de piedra llamados columnas. Ah, y que cuando terminen de arreglar el que está en el taller, vendrán a por el otro. Coño! claro. Santo Pottoro! Entonces el grabado de las líneas paralelas (también llamadas en algunos sitios paratontas) de la roca que estaba en las islas aquellas eran de esos postes … de piedra. Nos invitaron a su cacho canoa que era bastante espaciosa, para que nos aseáramos y descansáramos todo el tiempo que necesitásemos. Y desde luego sugirieron que depiláramos nuestro cuerpo corporal. Solo que dijimos que no, gracias, y que de esa forma seguirían siendo el Pueblo Elegido de los dioses, hasta que otro más bruto dijese serlo claro. Una vez ya habíamos descansado, nos sentamos todos en torno a una mesa para decidir qué rumbo íbamos a tomar. Como deferencia hacia nuestros anfitriones, invitamos a reunirse con nosotros al que creímos que era el que llevaba la voz cantante del grupo de los trajes vistosos para que hablase a través de Komme y su supositorio. Al que invitamos era un tipo alto como el Waikerí que se había hundido y había alegrado el corazón de Komme. Era calvo y estaba todo depilado sin tener los vistosos ropajes de sus compañeros, y tenía una voz de carraca cuyo sonido seco costaba olvidar. Como nosotros no nos poníamos de acuerdo en el nuevo rumbo, habló y nos recomendó que fuéramos hacia en Norte, donde las aguas eran cada vez más calmas. A los Taino eso no les cuadraba nada. Recordaban que cuando estaban por sus islas, en sus viajes ocasionales hacia el norte, siempre había oleajes y vientos fuertes. Así que igual el calvito nos la quería pegar al grupo, pero se callaron porque después de todo, ya les había ocurrido de todo de camino a estas tierras, así que mucho peor no sería.

 

 

 

También nos dijo, que cuando llegásemos al final del viaje encontraríamos un círculo de piedras grande que construyó un pueblo del norte el cual desprende magia arcana.

 

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