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miércoles, agosto 11, 2021

Bicicleta BH

 

Debió ser a la vuelta ya en el chalet de toda la vida cuando casi me rompo la crisma con la BH. Primero he de decir que la Urbanización estaba situada en una montañita baja de las estribaciones de la Sierra Calderona. Había una calle que subía hasta la cima de esa montaña y por allí fue por donde al bajar en bici descubrí de pronto que no tenía frenos. Iba demasiado rápido para intentar ir en zigzag y aminorar algo la velocidad, así que fui rozando con la suela de mi zapatilla la rueda trasera de la BH y frenando un poco, aunque claro haciendo puré a la pobre zapatilla. Afortunadamente como había farolas, cuando reduje lo suficiente la velocidad me abracé a una de ellas como si fuese mi mejor amigo y no lo hubiera visto en años. Bien, algunas magulladuras pero afortunadamente nada del otro mundo y fue solo la BH la que se estrelló contra la valla de un chalet del final de la calle y desde luego las zapatillas que hube de ir a Hush Puppies o a un sitio parecido a por unas nuevas. El Creador - ¡Oh nuestro Creador quien tenía el chalet a solo una calle de distancia del nuestro y según veredicto popular fue un verdadero vividor, asomándose a las terrazas de ambos chalets (el suyo que estaba enfrente y el nuestro y gritando ¡moooroo! “el creador” y ¡sivaritaaaa! mi padre) - construyó las calles con materiales de desecho y hubo que hacer varias reparaciones a lo largo de los años, pero construyó un verdadero conglomerado de calles que cubría casi toda la cara Sur de la montaña como una redecilla de esas que se llevan a las bodas y demás, llevó a término una Depuradora que casi de inmediato se jorobó y planificó aunque no tuvo tiempo material para llevarlo a cabo, el cortafuegos que “peinaría” más tarde a la Urbanización como la Señorita que era. Pero ya he dejado escrito a sangre y fuego las muchas reparaciones que hubimos que realizar después. Pronto llegó un Tío que tenía pasta para aburrir a las ovejas e hizo varias donaciones a la Comunidad, así que varias personas simplemente se abrieron de piernas. Aunque ninguna de esas personas querría que sus hijos pequeños de sexo masculino fuesen solos a casa de este Señor, porque pronto se hizo evidente que le gustaba más el pescado que la carne. Este Señor iba generalmente todo vestido de blanco, parecía un mago de los de antes o un vendedor de helados italiano, se ponía más colonia que una abuela cuando va a ver a los nietos y a veces llevaba un sombrero Panamá y un bastón delgado que no creo que necesitase. Se hizo “amigo” de un chico que tenía por entonces unos 15 o 16 años y le compró una moto en la que me subí alguna vez mientras los padres del chico que no tenían mucho money miraban para otro lado. Bueno al tajo, por los logros de dar pasta para realizar reparaciones y de construir el Polideportivo porque lo construyó básicamente él, la Comunidad puso su nombre al Polideportivo mismo, nombre que yo ahora no puedo recordar y por ello estoy maldito por toda la eternidad, por no recordar el nombre del mariconet que me compraba helados en el chiringuito del Polideportivo que cuando nos marchamos se llamaba como él y que naturalmente se auto-proclamó Presidente y todos le llamábamos El Presi. A lo que iba, una de las calles de la Urbanización iba directa hasta arriba del todo de la montaña y allí estaba edificado un Depósito de Agua para la Comunidad de Parcelas de la Urbanización. Hasta allá arriba yo subía bastante a menudo con la bici de montaña que me compraron después de que la debacle de la BH. También iba al chalet de El Presi para jugar con su hijo, cosa que no le agradaba mucho a mi madre la verdad.

Al crecer un poco comencé a salir con la panda de amigotes de siempre que también habían crecido conmigo, pero justo entonces en el Cole me las tuve con el monstruo monstruoso de la Epilepsia y perdí desde luego, “nada de caballeros andantes que matan al dragón y se llevan a la princesita del castillo encantado que aquel tenía prisionera. Y el padre de la princesa, el Rey los casa y la Reina le dedica una gran sonrisa al desde entonces Protector de los Desvalidos. Y colorín colorado este cuento se ha acabado”. No, para mi se acabó eso de hacer el burro, comedidamente desde luego porque siempre he sido algo timidillo aunque sabía controlarlo, pero desde los 11 años y progresivamente me fui haciendo más y más casero, aferrándome a las faldas de mami y a la seguridad de papi. Y no digamos nada de cuando llegaron los 18, se relegó a las bicis y todo el mundo mundial reclamó motos a voz en grito. Cuando le tocó la vez, mi hermano iba por el pasillo de casa dando cabezazos a diestro y siniestro y recitando una plegaria: “yo quiero una moootoooo, soy un desgraaaciadooo, tooodos mis amiiigos tieeenen moooto meeenos yooooo”. Y desde luego consiguió la puñetera moto. Y no una cualquiera, una Señora Yamaha. Pero a mi las motos me daban casi más yuyu que las arañas y no podía ni verlas. Porque había subido de paquete en una cuando aún no tenía la enfermedad, pero ahora cualquier cambio repentino de mi Centro de Gravedad y me desoriento totalmente de forma que tengo la impresión de ir a caer al vacío. Y hay que tener en cuenta que la Epilepsia es una enfermedad Crónica y que hasta que la palmas no te la quitas de encima. Así que lo dicho fui distanciándome poco a poco de mis amigos de siempre hasta que dejé de relacionarme con ellos. Luego se me ocurrió pasear a pata lo que antes hacía en bici, y tanto mis padres como el médico dijeron que sería bueno para un epiléptico. De forma que como decía Joaquín Prat ¡A pasear!

Compaginándolo con viajes a Galicia, porque fue entonces (año más, año menos) cuando mis padres se hicieron amigos de una pareja con familia en Bande (Ourense). La pareja eran los padres de “la Volvo”, solo que ella no viajaba allá arriba con nosotros, simplemente acompañábamos a sus padres quienes viajaban solos. Creo que a la pobre chica le quedará de por vida el mote ese que le puso ... bueno que le pusimos, no voy ahora a escaquearme, mi colega y yo. Bien, el viaje a Galicia lo realizamos a través de carreteras, la actual Red de Autovías aún no existía, y no digamos nada del AVE. Hasta llegar a Benavente todo es calentarse el culo y esperar aburrido contando postes de kilometraje. A partir de entonces ya comienzan las curvas peligrosas típicas de Galicia como las de la peli. Y cuando entras en Ourense te envuelve la niebla además de seguir las puñeteras curvas claro. Es meterte en terreno de Bande y pisar territorios de agua. Cerca del pueblo hay un embalse cuyo nombre no recuerdo en este momento, lo que sí recuerdo es lo que decía una mujer del pueblo con voz quasi-musical: “y había una poza, y vino la Fenosa, y comenzó la obra ...” y desde luego hay obra, puedes verla si tienes la suerte de ver el paisaje con la niebla que hay. Solo que la obra va más siguiendo el río y la carretera que lo bordea que abriendo el embalse de forma que lo alarga hasta el infinito y más allá, bueno ahí me he pasao, pero larguillo es. Se llama río Limia, joder la Wikipedia es fenomenal para consultar cosas que no recordabas. A ver si me acuerdo de Bande. Era un pueblecito bastante pequeño, cercano a otro con una iglesia Románica antigua que mi padre quiso visitar llamado Lobios. También tiene acceso a la Carretera de Celanova e igualmente hicimos una breve escapada en esa dirección. Otro día recuerdo que visitamos el interior, un lugar llamado “O rio Caldo”, un río con una zona de agua fría, otra con agua caliente y finalmente otra donde se mezcla la primera con la última formando un remanso de agua templada. Bande está o estaba en una Carretera Comarcal o una de estas (que me perdonen si no es así, a veces las apariencias engañan) que partía unas cuantas casas formando pendiente y se bifurcaba al llegar más o menos al centro de la población desde el Norte, tomando un ángulo recto una bifurcación y siguiendo en línea recta y hacia el embalse la otra. Justo en la esquina donde se dividía la Carretera había una casa, esa era la casa familiar de la pareja que nos alojaba.

En el primer viaje a Galicia tendría 11 años, en el segundo unos 14-15. En el segundo nos fuimos más hacia Portugal ya que la frontera está al lado. Así que estando aún en Valencia se nos dijo de coger los Pasaportes porque aún no éramos de la Unión Europea y todo eso. Ya en Galicia primero conocimos a la familia gallega de la pareja amiga de mis padres. Ella tendría no preguntéis, una edad indefinida, lo que sé es que era gruesa como una muñeca de trapo que se usa habitualmente como cojín o un trol de David el Gnomo, y es que él la usaba habitualmente como cojín: él tendría unos 40 y era el típico tío engominao que se veía a la legua que había sido muy bien parecido y que le gustaría ahora pasar por uno de 25. Tenía una amante y desde luego era sabido por todo el pueblo que criticaba a su antojo unos en pro y otros en contra pero él sacaba pecho por ello. Yo era jovencito pero pronto descubrí cómo funcionaba la sociedad rural gallega, el hombre si podía tenía sus rollos además de casarse lo que a todo el mundo le parecía de lo más natural (después de todo, él tendría sus necesidades) y ella se los tragaba con patatas. Ella desde luego podía tener sus propios rollitos, pero en secreto y si él se enteraba y lo sacaba a la luz, ya podía salir por piernas. Bueno, ese matrimonio gallego tenía dos hijas: María José la mayor que a sus 13 ya estaba embarazada y Vanesa la menor. Antes de salir hacia Portugal nos bañamos en una charca y no sé cómo acabó la cosa pero mi pelo sí que acabó limpio como una patena. Entre las dos me lo frotaron y oye, no sabes lo sensual que resulta que dos mujeres te limpien el pelo, además Vanesa buceando y pasando casi por debajo de mis piernas presumiendo de cuerpazo, ¡toma ya! y María José que no era tan “fermosa” todo hay que decirlo pero sí muy sensual pegando su espalda a la mía. Luego fuimos hacia Portugal contorneando zonas boscosas hasta llegar a una curiosa Iglesia donde un grupo de fieles hacían un recorrido rodeándola a rodillazo limpio. Era todo un espectáculo contemplar a aquella gente realizar esa especie de tour alrededor de la Iglesia. No sé si lo hacían por eso mismo, por espectáculo habiéndoles abonado previamente una cantidad, o es que eran fieles de verdad. Sea lo que fuere, era una curiosidad. Mucho más tarde llegamos a Valença do Minho que es eminentemente una ciudad comercial y me recordó mucho a la visita que hicimos a Guadalest que es como en esos documentales que entras con un zoom detro de una ciudad tipo Petra o bien las pelis de momias que te meten dentro de una tumba maya como la abejita y entonces entras estando bajo el sol en un país multicolor.

Ahora recuerdo que ya habíamos ido a Galicia por nuestra cuenta hacía unos años. Había sido a un hotel de la localidad costera de O Grove en Pontevedra. Había sido una visita relámpago de la que estaría orgulloso el mismísimo Reich alemán en su Ataque Relámpago a Polonia. Durante esa visita dotoreamos los famosos Castros celtas de Vigo, pero lo que recuerdo con más claridad fue una paella que me zampé en el Barrio de las Putas de esa localidad, estaba de muerte.

sábado, marzo 14, 2020

Jardín del Chalet de Panach (Benimàmet)


Hoy he decidido ir a un lugar cercano. Siempre me ha gustado un sitio llamado Benimàmet por sus paralelismos con los Poblados Marítimos ya que igualmente fue independiente, además el nombre ese con reminiscencias moriscas me va un montón. El Santo Patrón de Benimàmet es San Vicente Martir, y tiene erigida una iglesia construida en el S.XVI en la Pl Dr Ximeno. Una vez en la plaza fuera y al sol le pregunté a un señor anciano quien por los años debía haber peleado en la Guerra contra Napoleón por lo menos si sabía dónde estaba la Calle Campamento porque había averiguado que allí se encontraba el Chalet de Panach, actual Biblioteca Teodoro Llorente con un Jardín Adjunto que aconsejan visitar. El chalet en sí es una construcción que parece una tarta de boda con barandillas blancas como de merengue, combina los caminos de tierra con los de madera, un puentecito ligeramente abombado y una fuente tipo cascada. Una vez vistos el Jardín y el Chalet, muy bonitos, miré mi móvil y busqué en él la Calle Felipe Valls donde sabía que había una ristra de “villas” bonitas de ver y fotografiar para dar un paseito. Visto todo eso, di por cumplida mi visita a Benimàmet y comencé a buscar un barecito donde repostar. Entré en un bar con un nombre en el que rápidamente me di cuenta que el dueño se había esforzado un montón al ponérselo, el rótulo decía: Bar de arriba o algo parecido. Bien, no tenía mucha hambre de forma que me comí solo un sandwich de jamón y queeeeesooo. Después de comer y haber descansado un poco, fui hacia la estación de metro, que está al final de la Calle Felipe Valls, junto al actual Centro de Mayores, anterior chalet de Joanet o Puchades. El chalet de Joanet es simplemente un edificio color crema, liso y con forma de cubo. Cerca de allí, en esa misma calle hay más villas, bien de principios del Siglo XX o bien del Siglo XIX, así como otro parque también muy agradable ubicado alrededor de una suave colina llamado El Parque Camales ideal para que descansen los abuelos o las mamás lleven a sus hijos a jugar. Y en el misma dirección pero en sentido opuesto nos encontramos al Jardín Lineal. Este jardín no es que sea gran cosa, pero resulta muy agradable y tranquilo caminar por allí. Desde luego a mi la tranquilidad no me duraría. Estaba volviendo en el metro y me había ensimismado en el móvil como hace casi todo el mundo y de golpe va y oigo la voz de un chaval que grita, o más bien berrea: ¡Que me me tirado un pedo!!!! y al mismo tiempo le pega tal manotazo al dintel de la puerta del vagón de metro que pegué un brinco en el asiento. El motivo de que gritase tan alto era de que se lo chillaba a un amigo que llevaba unos auriculares y no se enteraba de nada. Además va y me entero (con el móvil) que Valencia se queda sin Fallas, al menos de momento porque dijeron que aplazaban la Fiesta de 2020 no que la suprimían, día completo.



miércoles, noviembre 27, 2019

Museo Arqueológico de Moncada

 Bueno, he de decir que inicialmente iba a ir a la población costera de Cullera para ver sus monumentos, los de piedra no los de dos patas. Pero al final me decanté por ir a Moncada para visitar su Museo Arqueológico, para echarle un ojo a una vivienda andalusí que excavaron y vallaron y está permanentemente expuesta en una placita del pueblo y para preguntar acerca de los horarios de visita y las vías de acceso al yacimiento íbero del Tos Pelat cercano a la localidad. Voy a obviar todo el viajecito en metro hasta el pueblo en cuestión. Solo diré que fui con la línea 5 hasta la estación de Àngel Guimerà donde hice trasbordo a la línea1 dirección Bétera. De lo que sí me di cuenta es que pasamos por la estación de Burjassot entre otros lugares y Burjassot es una población bastante importante, sería interesante echar un vistazo. Bueno, ya en Moncada lo primero que busqué fue el Ayuntamiento ya que supuse que habría un punto de Información Turística o algo parecido por allí. Parece que en eso me equivoqué. Lo que sí me indicaron es dónde estaba el Museo Arqueológico. Pero como aún tenía algo de tiempo me paseé con tanta suerte que casi me doy de narices con la llamada Casa Andalusí, de manera que me entretuve contemplándola y sacando unas cuantas fotos. Solamente que luego ya no recordaba dónde me habían dicho que estaba el Museo. Menos mal que un grupo de chavales que estaban por allí haciendo el … bueno haciendo lo que sea que hiciesen acabaron ayudándome. Ya no tuve problemas para llegar a mi destino, pero pese a ello no visité el Museo porque aún no había llegado el Arquitecto. De manera que “me invitaron” a consultar algunos de los libros de la Biblioteca, porque no lo he dicho, pero el Museo está en la Biblioteca Municipal y así hiciese tiempo mientras lo esperaba. Cuando tras un cuarto de hora más o menos y como cinco estanterías de tomos revisados y desechados por mi para una posible lectura superficial más o menos, llega el Arquitecto. Y empieza a ponerme al corriente. Que el Museo es pezzzpeñin y hay que dejarlo crecer... comparado con los de otras poblaciones, que en el lugar donde poseían el yacimiento el terreno era un 99’9 % del Término de Moncada y el restante 0’1 % era del Término de Bétera. Me ofreció unos folletos ilustrativos, incluido uno del Tos Pelat con la Ruta la hora y el lugar de salida de la visita guiada. Me dijo que en ningún lugar de la Comunitat Valenciana existe ninguna población (capitales provinciales incluidas) que tengan una casa andalusí como la que posee Moncada.

 




 














lunes, noviembre 18, 2019

Museo de la Festa de Algemesí

 A ver, quiero que recitéis conmigo dando golpes acompasados en vuestro pecho al mismo tiempo: “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, padre Nuestro Omnipotente Creador del Cielo y de la Tierra y por cuyo Gran Poder triunfamos en la insigne batalla de las Navas de Tolosa contra el ejército del pérfido infiel”. Bueno, tras esta perorata diré que por vuestra exclusiva culpa he tenido que marchar al Museo de la Festa d'Algemesí (Ni dona ni rossí ni res que siga d’allí - Ni mujer ni rocín ni nada que sea de allí). He tenido que ir allí en un tren algo destartalado, eso sí que se detenía en todas las paradas de lo que se pavoneaban los de RENFE, aterido de frío que parece mentira que esto sean las Valencias porque hace un viento con un airecillo que escarabaya’l pelleyu como creo que dicen por Asturias y en general por allá arriba y con hambrecilla porque he ido tarde y hasta llegar no he podido zampar algo. Lo malo es que una vez hube llegado, el Museo no estaba cerca de la estación y “naide” sabía “icirme” “onde” diantre estaba el museito, o porque no eran de allí o porque simplemente no lo se enteraban. Así que de momento al menos hube ayudarme a mí mismo. Nada más salir de la estación había una calle/carretera paralela a la misma, seguí por ella y no sé bien porqué pero decidí ir hacia la derecha y a unos respetables 100 metros había un cartel rosado que ponía Museo de la Festa de Algemesí. Seguí todo recto y a otros 200 metros o así había una entrada a la izquierda a un carreronet de merda con el mismo letrero de Museo de la Festa. Me metí por el callejón, pero por mucho que anduve no encontré el Museo, hasta que dí con una plaza amplia donde se hacía lo que se hacía en todas las plazas relativamente amplias: los abuelos tomaban el sol, los jóvenes lo que tomaban era café, había chicos tocando la guitarra, las mamás llevaban a sus hijos a pasear … vamos que me acerqué a un abuelo y a su nieto, y resulta que me indicó la calle por la que había venido. Tonto de mi, me lo había pasado, había ido por la calle de al lado y solo había visto el culo del Museo. Volví hasta allí, di la vuelta al edificio y allí estaba: el edificio era una iglesia. En una parte ponía “Información turística” en inglés y en la otra el nombre del Museo y su Horario. El Museo es gratuito para todos los públicos, tiene una planta baja y dos pisos a los que se puede acceder por un ascensor y desde luego cuenta con una Conserje rubia y entradita en carnes que parece que tenga una sonrisa permanente lo que es de agradecer cuando te dan la hora del cierre, suena un timbre que así te lo indica y has de salir aprisa y corriendo no vayas a quedarte encerrado.

 

sábado, noviembre 16, 2019

Museo Municipal de Cerámica de Paterna

A finales de Septiembre decidí ir hasta Paterna al Museo Municipal de Cerámica. Ya antes del Verano había realizado diversas búsquedas museísticas y tenía distintas webs al respecto, así como otra de la Wikipedia donde marca los yacimientos arqueológicos de la provincia. Pero volviendo al de Paterna, en esa ocasión me hice compañía a mí mismo y cogí la línea 5 del metro destino Aeroport en Marítim Serrería (ahora que lo pienso debía ser Marítim Serradora no? o Marítimo Serrería, una de dos Padre Tomás). El metro está bastante bien, es rápido y cómodo, el único inconveniente para mí es que evidentemente va bajo tierra y yo prefiero ver las cosas pasar por arriba. Además, cuando hay fútbol esa línea va llena de regreso hasta la estación de Aragón que es donde está el campo de Mestalla.  Lo dicho, cogí la línea en Marítim Serrería hasta llegar a la estación de Àngel Guimerà donde hice transbordo a la línea 2 destino Lliria, pero me bajaría en Paterna claro. Un apunte, Paterna está en la zona B del metro, así que se necesita un billete AB.
Nada más llegar a la estación de Paterna, consulté en Google la calle donde estaba el museo. Resulta que está en la Plaça del Poble. Le pregunté a una señora que estaba cerca de la estación si sabía indicarme el camino y me dijo que siguiese todo recto una calle que había justo enfrente de la estación y encontraría una plaza amplia y allí era. Entré por esa calle y casi inmediatamente llegué a una plaza pequeña llamada Replaceta, pero a escasos 30 metros encontré una plaza más amplia con una iglesia pequeña y un edificio verde con el nombre de Museu Municipal de Ceràmica, la Senyera, la Estanquera y la ensenya local con la indicación Plaça del Poble. El chico que me atendió en el museo fue muy amable. De inicio me dijo que algunas vasijas y monedas romanas así como una osamenta desenterrada se encontraban en la planta baja, mientras que todas las demás piezas que dan su nombre al museo se hallan en el piso superior. El  museo es gratuito para todos los públicos y exhibe la típica cerámica verde de Paterna.


 




                                                                                                                               

miércoles, octubre 23, 2019

Parque Doctor Lluch


Hace unos años estando en un curso de la Agencia de Colocación del Ayuntamiento de Valencia, una chica colombiana me comentó que de vez en cuando iba a un lugar de encuentro en Eugenia Viñes para hacer cursillos y pasar el rato llamado Espacio Abierto. Tan sólo algunos meses más tarde mi vecina del 1º me lo volvió a mencionar. Desde luego hay muchos Espacios por ahí repartidos, pero el más cercano para mi es el Espai Obert Marítim (frente al Hospital del Carmen y junto al Cuartel de la Guardia Civil por si lo busca alguien). Bien, allá que nos fuimos mi vecinita y yo a inscribirnos, yo a informática, valenciano e inglés, y ella a inglés, valenciano y electricidad. Cuando nos apuntamos tan sólo costaba 5,00 € de matrícula y quizá te pidiesen 1,00 € adicional para fotocopias, anualmente se entiende. Solo que además de los cursos, se realizan eventos que generalmente son interculturales, viajes varios, comilonas de distintos lugares, etc.


Precisamente el 9 de Junio se celebró en el Parque Dr Lluch lo que se llamó la Fiesta del Arroz. Yo estaba en mi casita allá a las 12 y pico y va y me suena el móvil. Que si quería ir a ese Parque a zampar arrocito con unas amigas que estaban por la zona en coche y me recogían en una calle adyacente, y yo que de mil amores, que para llenarse la tripa siempre está uno a punto no?, no mucho claro porque a mi no me cabe demasiado pero algo cabrá o “caberá” como dicen los nanos. Fuimos allá, aparcamos el cochecito en el descampado de atrás del Parque y subimos subiendo. Me olvido decir que mi previsora invitadora me había pedido por el móvil que llevase unas cuantas sillas plegables que ella llevaría la mesa. Una vez montado todo eso, yo me quedé cuidando el mobiliario y ellas se fueron a comprar el papeo a los diversos puestos de comida. Porque la comida aunque es todo arroz puede ser de Uruguay, de Perú, de Bolivia, de Senegal, de Marruecos, de España … Y a todo eso se le acompaña con unos bailes y unas canciones típicas. Lo cierto es que esa fiesta está mejorando cada año, aunque todo hay que decirlo el Parque deja algo que desear en cuanto a limpieza, pero eso es algo que hemos de mejorar entre todos digo yo. 



jueves, octubre 17, 2019

Objetos


Siempre hay objetos, muebles, cacharros en fin a los que les tomas especial cariño sin saber muy bien porqué. Y a mi madre siempre se le dio muy bien eso de comprar cosas en los sitios más inverosímiles y por bastante poca pasta y que resultaban tanto útiles como decorativos. Por ejemplo, en la entrada del chalet teníamos un arca, no la de El Alianza con los nazis derritiéndose y todo eso, sino una normalita aunque grande de color castaño oscuro donde se guardaba todo lo guardable. Siempre que salía por ahí le daba una mirada, no sé supongo que era para saber que estaba allí y que cuando volviera seguiría en el mismo lugar, … hasta que mi hermano y mi cuñada decidieron cambiarlo de sitio cuando se casaron y agitaron mi pequeño mundo mundial. Claro que eso ocurrió ya al final cuando yo era “mayor” y no iba mucho por el chalet.
En Valencia había otro punto de referencia. Era un cuadro, pero este creo que lo había comprado mi padre. Representaba un conjunto de dioses hindúes: elefantes, hipopótamos, shiva, que me perdonen los hindúes pero no sé nada de su religión, aunque de nano hice un trabajo sobre un tocho de volúmenes de libros varias religiones. Bueno, el cuadro era muy colorido pero no sé si era correcto lo representado en él o no, aunque igualmente me llamaba la atención. Lo que sí era original eran tres baldosas cerámicas valencianas del S. XVIII que mi padre pidió rescatar al dueño de una Alquería antigua cuando la iban a derruir. Había asimismo un cuadro de Ginesta que representaba un paisaje de montaña con una casa pirenaica con su chimenea junto a un abeto. Siempre que contemplaba esa pintura mi imaginación hacía que la chimenea de la casa se fundiese con la copa del abeto y unido a lo tétrico que siempre me había parecido ese cuadro con todo eso me surgía ¡hop! una nariz de lobo, luego y una vez determinada esa nariz no era difícil tratar de vislumbrar el resto de la cara del lobo en la montaña de detrás. Seguro que Ginesta estaría orgulloso de mi desbordada imaginación. Claro que igual dice, “no, si es que yo quería dibujar precisamente eso”. Por cierto, que ese cuadro tenía caché porque estaba justo encima de un ánfora del S. II que hubo de darle puerta cuando la situación se puso económicamente delicada. Claro que también estaba al lado de una estatua supuestamente de Lladró de una jovencita con carita de inocente y de no haber roto nunca un plato en bolas en pose como de ducharse con una especie de túnica semibrillante.
Un apunte, en esa habitación acabó el reloj de cuco que traje de Friburgo en mi viaje a las Suizas y que lamentablemente no funcionaba.

jueves, agosto 01, 2019

Clínica Universitaria de Navarra en Pamplona

 

He de contar algún viaje al Clínica Universitaria de Navarra en Pamplona. Soy epiléptico y desde los 11 años y hasta 1999 buscamos, sobre todo fueron mis padres los que buscaron soluciones médicas a mi enfermedad con unos resultados infructuosos me temo. Hasta que mi madre, no me preguntéis dónde demonios oyó hablar del Hospital de Navarra, los dos se apretaron el cinturón porque ambos eran abogados pero letrados del Cabanyal no de estos del centro de una gran ciudad con una cartera de clientes de Padre y Señor Mío y los abogados entonces carecían de Seguro como más adelante con Sanitas ni de una Fundación Asistencial como la que tienen actualmente iniciada en 2008. Bien, fuera de esa cuestión nos solíamos marchar hacia el Norte por Carreteras Nacionales y solo algún tramo por la Autopista de Zaragoza a Logroño con desvío Norte a Iruña/Pamplona. Recuerdo que yo tenía ciertos pueblos clave de los que me acuerdo especialmente. En Barracas por supuesto, bueno no sé si está en Castellón o en Teruel, lo que sí sé es que tenía restaurantes de carretera, puestos de reparaciones, moteles y una especie de caminito de servicio que formaba una isleta de arbolitos y que no sé porqué siempre me quedaba mirando al pasar. Ya en Teruel el primero que me llamaba la atención era Villarquemado que hacía honor a su nombre ya que eran unas casitas en un llano, pero en un llano llano donde la Carretera cruzaba entre unas montañas quebradizas que se veían a lo lejos y casi siempre bajo un sol castigador de esos que ya ya. Más adelante se encontraban Báguena y Burbáguena que tienen unas iglesias con sus campanarios acabando en una cúpula sinuosa creo que Mudéjar que cuando los contemplas parece que Sherezade le está leyendo un cuento al Sultán en las Mil y Una Noches. Algo más arriba está Calamocha, el nombre suena fatal pero tiene unos embutidos fenomenales, aunque lo que yo me solía llevar desde luego a la vuelta era un bote de nísperos en almíbar. Luego íbamos hacia Daroca y sus murallas, son geniales, te puedes imaginar sin esforzarte mucho a algún guerrero emboscado detrás de cada una de ellas, así serían las murallas de Troya prácticamente inexpugnables en las que solo un gran ejército o la treta de un poeta ruin podían echar abajo; por cierto que a esa población la hicieron polvo cuando más tarde construyeron la A23 y la dejaron de lado, recuerdo que por el Norte había un restaurante bordeado de jamones de pega donde a veces nos habremos parado. De ahí hasta la Autopista de Zaragoza no había nada interesante para mi, bueno el desvío al pueblo de nacimiento de Goya creo recordar, pero nada mas. Muuucho más lejos y ya en la Provincia de Navarra está Olite y su Castillo, allí hay muchos lugares para comer, pero para comer bien, y el Castillo es pequeño pero está muy bien conservado, parece Disney aunque si se mira una segunda vez es evidente que es una antigüedad con diéresis y todo. Entonces nos metíamos en la Autopista y directos a Pamplona.

Ya en la ciudad normalmente nos alojábamos en el Hotel la Perla que según su Web ahora tiene 5 Estrellas, pero que en aquel entonces se merecía 2 escasas y que está en la Plaza del Castillo. Mi padre siempre solía aparcar por la Plaza de Toros donde parece que siempre había sitio asegurado. La Perla fue un Hotel muy bueno a principios del Siglo XX y en el XIX donde se alojaron personalidades muy importantes sobre todo relacionadas con la Guerra Civil Española. Solamente que cuando fuimos las contraventanas cerraban a golpetazo limpio y eso cuando tenían a bien hacerlo, y el salón donde se desayunaba era el típico salón Victoriano en el que con algo de imaginación podrías ver surgir de las sombras la figura contrahecha de Monsieur Poirot incordiando por aquí y por allá, pero entonces allí solamente podías tomar un café con leche que sabía poco y mal y desde luego casi nunca había nadie. Casi era mejor dejar la Perla para dormir solamente y desayunar en la Plaza del Castillo donde había varios sitios bastante mejores para hacerlo, y en los que más adelantado el día se ofrecía las típicas “chistorras”. Pamplona fuera de sus afamados Sanfermines es la Semper Fidelis ciudad convento del Norte. Es el único lugar de las Hispanias en el que han visto mis ojos que se han de comer los buitres, curas con sotana de esa ancha y con botones y monjas con el uniforme como recién salidas del Convento, igual habían ido a cagar dentro, quien sabe. Pedro III de Aragón concedió a Valencia el llevar en su Escudo dos “L” porque era el año tropocientos y la ciudad estaba “Learning”, pero por la misma regla de tres Su Majestad Rajoy I debería haber concedido a Pamplona el Privilegio de poder llamarse Española y muy Española por las muchas veces que se ha colocado del bando “apropiado”, ese es un Don y éste no tiene cosacos. En un viaje al Norte - porque hicimos varios - mi padre decidió desviarse para visitar un pueblo navarro llamado Valtierra. El motivo fue su interés por conocer de primera mano el origen de un apellido que se correspondía con el nombre del pueblo. Mi padre es un escritor de Historia como creo que he dicho y en su libro sobre un pueblo valenciano aparecía un noble navarro llamado Valtierra quien acompañaba a Don Jaime el Conquistador en la Reconquista y que se convirtió en el primer Barón del lugar, lo sé porque el libro se lo pasé al ordenador hace años. Bueno, aunque Valtierra parece que sí tuvo en tiempos algún tipo de castillo, lamentablemente ya no había gran cosa de nada de aquello y nos quedamos con las ganas de hacer el descubrimiento del Siglo y que mi padre escribiese un "best seller" tipo Código da Vinci, con mi colaboración porque ahí no se quedaría la cosa naturalmente. Poco antes de que fuésemos a Valtierra, mi padre se empeñó en comprar en una Librería del centro de Pamplona de cuyo nombre no puedo acordarme. Era una Librería antigua, pero que tenía donde elegir con una planta baja y piso, me recordó a otra Librería esta de Valencia en la Av. del Reino donde estuve de joven y que hoy está desaparecida, se llamaba "Crisol". Allá en las Pamplonas mi padre se encaprichó de un volumen dedicado a Heráldica que me parece que consultó una sola vez para un libro que escribió. Inicialmente mis padres tenían que apoquinar la totalidad del importe del tour (viaje, estancia y Hospital) lo que era una verdadera escabechina, pero luego afortunadamente se consiguió un acuerdo con un Seguro que financiaba la mitad de lo del Hospital que era lo más caro. Entonces pudimos abandonar la Perla como un puñetero desodorante e ir al Hotel Blanca de Navarra donde se alojaba Su Majestad Bobón I. Bueno, podíamos desvalijar en minibar como cualquier hijo de vecino y desde luego mi madre chorizaba las toallas del Hotel y lo que se terciara, y claro yo me solía olvidar en el bolsillo la tarjeta electrónica que hacía de llave de la habitación. Pero como personalmente le estaba y aún le estoy muy agradecido a Pamplona y a Navarra en general (dejando a parte lo que piense de su conveniente parcialidad política) y especialmente al Neurólogo uruguayo Doctor César Viteri, será una tontería pero si fuese de algún equipo de fútbol, sería del Osasuna, solo que de nano me iba más el baloncesto y luego me hice más peliculero. Por cierto, que me gustaría incluir en estas "alabanzas" al Psicólogo de Valencia Enrique Cantón Chirivella que me ayudó cuando era muuuuuy enano y me hizo comprarme el típico Librito de Bolsillo "Mis zonas erróneas".

jueves, julio 25, 2019

Espejo


Hoy me he mirado al espejo del cuarto de baño y no me ha gustado lo que he visto. Cuando me contemplaba, no me preguntéis porqué, pero he recordado de golpe a la madre de la “Volvo”. Esa mujer era, ¿cuál sería la expresión correcta para definirla?, la Reina de su casa y su hija la princesita aspirante al trono. Se solía pasear llevando unas botarras que le llegaban casi hasta las rodillas y unos pantaloncitos liliputienses de cortos que parecían introducirse en ella contorneando su cuerpo por debajo. No sé qué se creía, que aún era una quinceañera o algo así. Mi abuela Ramona (la pechugona) normalmente la fulminaba con la mirada mientras soltaba algún comentario condenatorio contra su indumentaria de colegiala si pasaba frente a nuestro chalet. Mi abuela ahí se parecía a la madre de Sheldon quien no podía ir a Rodeo Drive a comprar porque no tenía bastante dinero pero era gratis ir a ver quien sí podía hacerlo condenándolas con la mirada. Pero volviendo a esa mujer, al cumplir 40 años le debió de gustar horrores la cifra porque se plantó en ella y de allí ya no se movió, no sé, si hubiese sido una jugadora de esas empedernidas lo lógico hubiese sido que lo apostase todo al 40 a ver qué sucedía. Siguió cumpliendo años evidentemente, pero ella continuó erre que erre con sus 40 del alma donde se había quedado.
Pues esa mujer y su pechonalidad, perdón personalidad ha sido la que me ha venido a la memoria al mirarme hoy al espejo. Y es que creo firmemente que estoy alargando esto innecesariamente y escribiendo el blog de marras para intentar aferrarme a los jirones de mi infancia y juventud que desde luego hace mucho ya que pasaron a mejor vida y dejé atrás en el tiempo. “Joder, qué bien me ha quedado esa expresión, ni Góngora”. Continúo, eso es algo muy triste. Nunca creí que llegase a ser tan poco consecuente con mi edad, cuando hace tiempo me jodía cantidad tener la fotografía principal en una Web de contactos demasiado anticuada. Y es que a pesar de ser discapacitado físico, he vivido una infancia y juventud que podría calificar de “buenas”. Pero el tiempo verbal de esta frase es el correcto, lo he vivido. Actualmente solo tengo una afición, aparte de las inamovibles lectura, informática y TV de toda la vida, y es ver ocasionalmente como los turistas que suelen pasear por mi calle en Valencia camino de la Playa descubren con asombro los naranjos genuinamente bonitos y aromáticos repletos de naranjas y no tienen ningún reparo en llevárselas a la boca. Inmediatamente la expresión de su cara es de una comicidad absoluta, tirando al suelo la naranja que se han comido, gritando su repugnancia … la cuestión es que acaban de darse cuenta del hecho de que los naranjos son bordes y están ahí solamente de adorno. Me parece que lo que sí puede hacerse con esas naranjas es algún tipo de confitura, pero lamentablemente nada más y no estoy seguro tampoco de eso. Con esa tontería de los naranjos quiero decir que ya tengo 51 años y que desde luego que no estoy solamente para adorno, pero tampoco para nada demasiado efectivo.
Últimamente no es que duerma demasiado esa es la pura verdad. Usualmente me siento delante de mi ordenador y comienzo a escribir. Eso cuando no escribo primero a mano en un bloc de esos de hojas blancas que me regaló mi padre hace unos años y más adelante ya lo paso al ordenata (en la portada de la libreta pone El Mercantil Valenciano y es solo una suposición pero por la época en que me lo regaló mi pater familias el Levante que es el periódico que se compraba celebró su fusión con Ell Mercantil Valenciano). Hablando del ordenador, tengo una carpeta con el nombre BLOG y ahí guardo lo que voy a publicar o está ya en la red, y también tengo en una Hoja de Cálculo una especie de calendario de posibles publicaciones futuras, que desde luego de manera opcional me va informando de cuando he de publicar. Clarifico, la carpeta en cuestión está en realidad en uno de esos discos externos que me regaló un amigo de infancia de mi padre, digo esto por si algún listo tiene la brillante idea de meterse en mi portátil, aunque no sé que utilidad tendría hackear un blog personal pero sé que las apuestas son las apuestas.
Un apunte nada más, el primer ordenador me lo regalaron mis padres sobre 1990 y dijeron haberlo comprado por la Av. del Cid en un establecimiento que desde luego ya ni existe. Mi padre le puso el caritativo nombre de “tofoleta” (algo así como “tontita”) porque no solía separarme de “ella casi como si fuera tu novia”, gracioset que era el chico. Mucho más tarde (porque ese primer PC duró lo suyo), en una tienda que hace esquina en Serrería con Arquitecto Alfaro y ya en 2014, me compré un ordenador grandote y de sobremesa al que bauticé como “Gran tofoleta”, si no puedes con ellos únete. Creo que con el portátil de este año volveré (como el General Mc Arthur en la Segunda Guerra Mundial cuando le vencieron los japoneses. O como el Gobernador de California en cualquiera de sus pelis, ya que cuando dice la frasecita suena como un clásico), bueno volveré a los inicios y le colgaré a este portátil el dulce apelativo de “tofoleta II” o algo así. “Tofoleta” me recuerda enormemente a una comedia en valenciano antigua de teatro que muy por encima me relató mi padre. La obra quiere ser de miedo/terror, aunque está presente en toda la obra el típico cachondeo de la época. Para que nos entendamos y aunque supongo que será bastante posterior, sería un cachondeito parecido al de la peli “Bienvenido Mr. Marshall” o “La Escopeta Nacional” de Berlanga o ya remontándonos en el tiempo a “El virgo de Vicenteta i l’alcalde de Favara” de Bernat i Baldoví. Venía a decir algo como “Marieta estic en el primer escaló, Marieta estic en el segón escaló, Marieta estic en el tercer escaló, Marieta que t’agarre!”

sábado, junio 01, 2019

Font del Llentiscle

 

Recuerdo que la última excursioncita que hicimos nos llevó desde la Font del Llentiscle (buena para la diabetes) en la Sierra Calderona junto a Serra. Cuando salimos llevábamos unas mochilas, agua y bocadillos, porque el recorrido iba a ser largo: algunos caminos de ir y volver, bastantes curvas, fuentes a granel y paradas a tutiplén. De la Font del Llentiscle a la Font del Poll debe haber como unos 200 o 300 metros, pero antes de llegar al Poll giramos a nuestra izquierda unos 90º así de golpe aunque se nos rompa algo al hacerlo y nos encaminamos hacia el Sur, a la Cartuja de Porta Coeli. Justo entonces a unos 50 metros se llega a una curva bastante pronunciada y fue precisamente allí donde nos sentamos en el camino a la sombra que daban los montes mientras nos comíamos nuestros bocatas. Tras descansar un pelín continuamos hacia abajo. Después de algunas revueltas, se llega a una encrucijada de caminos, viniendo uno por un lado y otro por el opuesto antes de entrar en una especie de nuevo valle por una entrada natural que no obstante parece hecha artificialmente, como la Puerta del Oráculo del Sur de la Historia Interminable en la que Atreyu casi ni lo cuenta. Antes de continuar, caminando no hacia PortaCoeli sino en sentido a Olocau, llegamos tras ½ hora de ida y ½ hora de vuelta a la Font del Berro (riñón) donde nos encontramos con unos amigos de mis padres que vivían en el mismo Olocau y habían ido en un coche grande a llenar unas garrafas a la Font del Berro (bueno, mi madre estuvo un rato hablando con sus amigos porque mi padre ya nos recogería más tarde con el coche como era habitual). Volviendo a la encrucijada, pasamos al otro lado del valle que no es que fuera un valle aún, sino que era una zona de caminos pedregosos por los cuales yo al menos me sentía algo perdido, ya que parecía que te adentraras en pos del Sabueso de los Baskerville a las tierras yermas de Dartmoor con Stapleton y compañía. Desde luego siempre he querido explorar algunos caminos simplemente yendo a la aventura para saber a donde narices van. A la derecha de ese camino, hay otro, especie de pista forestal, y ojalá me hubiese adentrado algo, solo un poco y luego hubiera vuelto. También hay otro camino ya en la Cartuja misma, que parece de va a una Fuente que se llama de L’Abella. Pero no me dio nunca tiempo y fui a por lo conocido. Después de los caminos pedregosos, comenzaba el descenso propiamente dicho. Por supuesto que desde el Poll había sido ir hacia abajo constantemente, pero de una manera muy leve y casi sin darte cuenta, pero a partir de que abandonabas los paisajes pedregosos tras cruzar la especie de puerta natural/artificial, casi te dabas de bruces al bajar a la Cartuja, si no fuese porque antes hacías una parada en otra fuente, la del Marge. Todas las demás fuentes están bastante bien acondicionadas, pero por la época de que hablo la Font del Marge - 1980 o por ahí - estaba llena de pintadas de CNT o algo parecido, en definitiva unas siglas semioficiales. Desde la Font del Marge hasta la Cartuja solo hay unos 100 metros o tal vez menos y en ese tramo en firme del camino ya comenzaba a ser más “normalito”, terminaba pareciéndose a las pistas de tierra batida que salían en el torneo de Roland Garros. Bien pronto llegabas al linde que bordeaba el Monasterio y donde había plantados filas y filas de cipreses. A mi la primera impresión que la causó la Cartuja de PortaCoeli fue como si me encontrara ante un San Miguel de los Reyes más aislado y construido de forma para que en tiempos fuese un centro que pudiera autoabastecerse económicamente. Claro que esto ocurriría antes de la Desamortización, ahora algunos frailes pedirán comida con Just eat y cuando sea el cumpleaños del Prior es posible que reciba un regalo por Glovo. A las puertas de la Cartuja nos recogía usualmente mi padre y ya salíamos hacia la Carretera de Serra a Bétera o CV 310.

Sierra de Cazorla

 

Lo olvidaba, unos 15 o 16 años atrás fui a la Sierra de Cazorla en Jaén. Estaba programado ir a Cazorla ciudad, pero al final no había sitio suficiente, un rollazo de aquí te espero, así que nos tuvimos que conformar con un pueblecito cercano a Cazorla y llamado la Iruela y donde había una torre solitaria y un poquillo desvalijada de origen almohade. Parece que algunas escenas de la serie de TV Curro Jiménez se rodaron allí. Eso era algo que mi padre no podía dejar pasar claro y rápidamente se recuperó del fiasco de no poder quedarnos en el Hotel de Cazorla. Me agarró de una oreja, al pasar por mi habitación hizo que cogiera la cámara de fotos, y allá que nos fuimos bien tempranito a sacar unas instantáneas, la única vez que le he visto interesado en madrugar. Porque cuando le pedía que nos acompañase hasta el principio de un camino de la Sierra Calderona con el coche a mi madre y a mi solamente para que no perdiésemos el tiempo caminando hasta allí por la puñetera carretera, parecía que hiciese lo típico de los niños pequeños: taparse con el cubre y decir "mami un poquito máaas". Aparte de todo esto, quedamos entonces que nos establecimos o mejor, que nos establecieron en la Iruela, a un tiro de piedra de Cazorla en un Hotel de esos dormitorio con un nombre muy olvidable, de hecho lo he olvidado, aunque se desayunaba en una terracita muy turística y de puta madre. En ese pueblo se podía ir subiendo progresivamente hacia lo que quedaba de la torre del "castillo" y arriba del todo descubrimos el café con leche en un chiringuito y de postre unos enterramientos. Alguien había jugado al tiro al blanco allí (probablemente en la Guerra Civil o en la de Secesión), por los muchos agujeros que había en el muro. Hace tiempo me leí un libro muy conocido de Chesterton llamado El Hombre que Sabía Demasiado y un pasaje de ese libro se subtitulaba así, "el agujero en el muro", ¡ah! los libros lo que hacen rememorar.

 


 

Al día siguiente fuimos a la Sierra de Cazorla en sí. Joder, los Pirineos y esa Sierra dos. Si vas y ha nevado hace poco, lo mejor es dejar tu coche bien aparcado y contratar un servicio de 4x4 para que te pasee por todo el parque, te lo enseñe y te haga de guía alguien que se conozca la zona y no que solo se haya leído un mapa o tenga un GPS igual no muy bueno. Puedes hacer como nosotros que contratamos el servicio junto con una parejita de recién casados y así recortábamos gastos todos, nosotros y la parejita que seguro que les hacía más falta y estaban a cero patatero como casi todos los recién casados. Casi lo primero que vimos fue el Embalse del Tranco, que evidentemente pasa por algunas penurias en cuanto a falta de agua se refiere a pesar de estar prácticamente rodeado por montañas nevadas, bandeeraaas al vientoo, espaaaldaas torciiidaaaas, culooos en moviiimieento. Y a pesar de la opinión de Trump en cuanto a la inexistencia del Cambio Climático. De ese embalse están bastante orgullositos los del lugar, porque fue uno de los lugares en los que rodó el afamado Rodríguez de la Fuente y su voz melancólica, con la que me parecía de nano estar escuchando el tamtam de la selva algunos episodios de su programa El Hombre y la Tierra. Al contemplar la panorámica del embalse tu imaginación te engañaba haciendo que en tu cabeza sonase de nuevo la sintonía zumbante del programa. Bueno, en nuestro recorrido le sacamos fotos a parajes bastante pintorescos. A varias lagunas aparte del embalse, a la de Valdeazores y a la de Aguasnegras. Al Arroyo de la Garganta y al Río Borosa. Y a la cerrada del Utrero. Cerca de allí y desde lo alto, al pueblo de Arroyofrío. Ya con nuestro coche, fuimos a Cazorla city donde hice algunas fotos a varias calles que me parecieron típicas. También fotografié el Castillo de Yedra de esa localidad y le saqué varias fotos a la Iglesia derruida pero que debió ser monumental en su día de Santa M.ª de Cazorla.


 




 


No muy lejos de allí está el pueblo de Quesada que por algo se llama así. Es el típico pueblecito árabe de casitas blancas y calles estrechas. Creo que ya he hablado de Aín en Castellón en plena Sierra Espadán, pero Aín está en una montaña baja y Quesada en cambio está en llano. No sé si anteriormente era romana o qué, porque tiene el trazado muy rectilíneo en algunos puntos. Sea como sea, es ideal para fotografiar. Por otro lado, tiene algunos sitios cruciales para visitar como el llamado Arco de los Santos, con una especie de tapete arriba del todo que sirve de Altar y que está rodeado de macetas con varias plantas. Después de visitar su red intrincada de callejas, sería conveniente preguntar el camino a un lugar llamado Cueva del Agua, y por supuesto también si me he dejado algo en el tintero y hay algún sitio visitable más porque es una población de veras muy pintoresca. Una vez se ha llegado a la Cueva del Agua, se atraviesa un agujero donde para entrar te has de colocar en una posición que hace recordar la infancia cuando se jugaba a "churro va". Una vez al otro lado, se llega a una especie de escalera tallada en piedra, alternando con más cómodos y que no resbalan con el agua escalones de madera, puesto que el nombre de la cueva no está de adorno. Esas escaleras suben contorneando como un barranco vertical, donde entre matas se puede vislumbrar una tubería de color verde como los antiguos hombrecitos verdes. No tiene más misterio. A decir verdad y aunque no es nada del otro mundo, de camino le hice una foto también a la Fuente del Oso. Y otra cosa, ya que a la Sierra de Cazorla vinimos a través de Albacete, se le hizo la preceptiva foto al Castillo de Chinchilla.


 


 


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