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miércoles, diciembre 23, 2020

Palacio de Cervelló en la Plaza de Tetuán

 

¡Joder, qué bien he dormido! ¿Habéis tenido alguna vez esa sensación cuando os desperezáis que no os cabe todo el aire de la habitación en la boca? ¿Que un poco más y os desencajáis la mandíbula de lo mucho que la abrís, y que aún así os sentís genial, con una sonrisa de oreja a oreja? Pues así he dormido yo. De todas formas hoy tenía que ir a una visita guiada al Palacio de Cervelló en la Plaza de Tetuán, de forma que me he propuesto dejar de remolonear, he mirado mi reloj de la Palacio de Cervelló mesita de noche, corrijo he mirado mis relojes de la mesita de noche y eran las 9:30. De manera que me he levantado y he ido a afeitarme mi barba matusalénica. Cuando he acabado de podar, eran prácticamente las 10:00 y me he metido en la ducha, rememorando cuando era nano y le gritaba a mi madre con mi voz de pito “la cabessa noooo, pero la cabessa noooo”, y mi madre en eso era inflexible, todo mi cuerpo dentro de la bañera, porque entonces teníamos bañera, cogía el cazo de la cocina lo llenaba de agua y “chof” la derramaba en mi “cabessa”. Bien, dejo de rememorar y salgo de la ducha siendo aprox. las 10:20, así que a desayunar se a dicho. Me hago un vaso de leche (al que no me gusta añadir nada, solo un poco de miel si tengo moquillo, que afortunadamente ya pasó) y algunas galletas. Termino rápido y me voy a la Calle Francisco Cubells para hacer tiempo ya que la cita era a las 12:00 en Tetuán, por lo que tendré que salir a las 11:15 o así, puesto que yo voy en Transporte Público.

Cuando llega la hora, cojo el Autobús de la línea 32 en la Av.Mediterráneo y llego sin novedad a las 11:50 a la Plaza Tetuán. Sentada al sol hay una chica rubita a quien creo conocer solo de vista de anteriores escapadas pero de lo que no estoy seguro. Por lo demás, aún no ha llegado nadie. Unos minutos más tarde, llega la guía y los demás van llegando progresivamente. Bueno, al loro. Antes de entrar en el Palacio de Cervelló, se nos dijo que primero era conocido como Palacio de Castellví. Ya que antes se adquiere en el S. XVI como palacete, aunque con un aspecto más defensivo del que se ve actualmente: sin la fila de ventanas inferiores para no facilitar accesos suplementarios, sin balcones para que no hubiera agarre a un supuesto asaltante, habilitando para las torres una función real y no una puramente ornamental, etcétera. En el S.XVIII el heredero de los Castellví se casa con la Condesa de Cervelló y unen los apellidos, lo que se puede ver tal como nos dijo nuestra guía, en el escudo que se ve arriba de la puerta del Palacio que no sé si se llama frontis (un águila bicéfala y un cervatillo). Es en ese S.XVIII cuando se remodela todo el Palacio y cuando adquiere la forma actual. Cuando el Palacio del Real fue autodemolido en 1810 por cuestiones de seguridad ya que estaba fuera de las murallas y no se quería que las tropas de Napoleón lo tomaran y se hicieran fuertes en él, el Palacio de Cervelló se convirtió en Residencia Real. Desde luego y algo paradójicamente, hay que destacar que residió en este Palacio el Mariscal francés Gabriel Suchet de las tropas Napoleónicas, gran aficionado y amante del arte. Ese Palacio tiene varias cosas interesantes, como la Taula de Canvis (la 2ª después de la de Barcelona) o la Caixa Grosa (especie de arcón desmesurado que hacía de veces de caja fuerte de la época). También tenemos y muy importante, la Biblioteca Serrano Morales (con unos 15.000 volúmenes en lengua valenciana), que donó íntegra a su muerte en 1909 con la condición de que no fuera desgajada y que siempre estuviese a disposición y consulta de todos los valencianos. Aunque según nos comunicaron, lo mejor son unas pinturas que aún se conservan en las paredes de una pequeña sala del S.XVI, y los suelos, originales de la época y algunos pintados a mano.

 


 


 





lunes, diciembre 14, 2020

Visita a Chelva

 

Casi no llego. Había contratado una visita a Chelva pero con el frío que hacía un poco más y me duermo entre algodones. Con lo calentito que estaba, ya sabéis “un poco más mamá, un poco más mamá” y por los pelos ..., y gracias a una mujer con un nombre de galleta. De ahí ya salimos directos en el autobús de la Agencia y solamente hicimos una parada programada para tomar un café y estirar las piernas en un Bar de Carretera. Bar de Carretera, pero que tenía un Restaurante de Tres Estrellas, ¿eh? Yo tomé un café con leche bastante llenito y una tostada de tomate que parecía un zepelín de la Primera Guerra Mundial. Después de repostar, volvimos al Bus, y ¡de nuevo hacia Chelva!

Cuando llagamos a nuestro destino, lo primero que hicimos fue ir recto a la Plaza Mayor y allí nuestra guía nos enseñó varias cosas, pero principalmente la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Su fachada de estilo manierista y su campanario barroco. También nos comentó una curiosidad sobre su reloj que indica también el día del mes y de la semana. Nos dijo que el amor a los relojes viene de Carlos I en cuyo amor por la precisión tampoco se ponía el Sol. En esta Plaza también se encuentra la Casa Consistorial, mucho más moderna, y que a mi entender solo tiene interesante la parte superior del tejado. Lo que sí que hay en esta población son callejuelas y casitas blanqueadas para dar y vender, todas muy pintorescas. Y puesto que la Navidad está a la vuelta de la esquina, no podía faltar el típico Santa Claus escalando una ventana que se nos ha puesto tan de moda. Y desde luego, no faltó, me caí de culo. Bueno, para no faltar a la verdad, diré mejor que “descendí” de culo, me dejé caer. Noté que me iba a caer, y simplemente me dejé ir, el único que se dañó fue mi móvil. Corrijo, la protección de mi móvil.

 


 



 Teníamos que estar a una hora determinada en una esquina donde nos recogería el Bus para ir a la población de Calles a 4 Km escasos y jalar. Para hacer tiempo mientras venía el autobús pedí un zumo en un bar que había justo en esa esquina. Dentro del Bar estaba reservado, de forma que hube de beberme mi zumito sentado en unos barriles tipo bancos que había fuera. El barril tenía como base un cristal que aprisionaba un montón de tapones de corcho en un hueco como de unos cuatro dedos o así. Pero eso sí, eran corchos con Denominación de Origen para que se vea donde hay calidad. Cuando vino el Bus, nos fuimos a Calles que estavem famolencs (estábamos hambrientos). Ya en el restaurante, mi acompañante no hacía más que quejarse del servicio, en cambio dijo “el jovencito ese sí que sabe moverse, tiene garbo”, yo no miraba al jovencito, miraba más bien a la jovencita, cada uno tiene sus preferencias. Mis preferencias gastronómicas en esa ocasión fue un guisado de ternera y arreando que es gerundio. De postre tomé tarta de chocolate y luego un café solito. Luego fui a bajar la comida y encontré un cartel con Código QR. Ya sé tanto como nuestra guía que la puñetera se sabe la lección de carrerilla. Ah! Solo una cosa, vi la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción de Calles. 


 




miércoles, diciembre 09, 2020

Las Espadas del Cardenal de Pierre Pevel.

 Las Espadas del Cardenal de Pierre Pevel.

Podría decir eso de que no es mi tipo de lectura, pero es que creo que actualmente mi tipo de lectura es lo que caiga en mis manos. Lo que no quiero que me preguntéis es por qué demonios compré este libro. Bueno estaba baratito, supongo que eso algo tuvo que ver.

Ya lo resume el título, el libro va del típico Capa y Espada. Muy al uso de las últimas pelis que nos endosan de los Tres Mosqueteros, sin los barcos voladores pero sí con muchas aventuras imposibles de uno contra ochenta mil (más el tío que se encuentra a su espalda y a quien ensarta sin mirar por debajo del brazo izquierdo). Pero aparte de la Capa y Espada, en este libro mezcla esa temática con una esencia esotérica, draconiana más bien, para clarificar más. Por ejemplo, las Espadas son un grupo de espadachines lideradas por el Capitán la Farge al servicio de Francia y bajo teórico mando del Cardenal Richelieu. Ahora bien, uno de sus integrantes es un Semidragón llamado Saint-Lucq. Otro ejemplo, lo tenemos en que nada más comenzar el libro, el Cardenal está escribiendo en su escritorio y en eso entran a la puerta. Pone que escribía sosegadamente, que no se movía nada más que él mismo. “… ni siquiera el dragoncito púrpura que, hecho un ovillo y con el hocico bajo el ala, dormía apaciblemente junto a la cartera de piel”. Por cierto, ese dragón era un regalo del Rey. Además, en España existe una Orden Draconiana llamada la Garra Negra que se ha extendido a otros países europeos queriendo formar ahora una Logia local en Francia que hasta ahora se ha visto libre de su influjo. Yo supongo que la idea de mezclar los dragones con espadas, puede venir de las empuñaduras en forma de dragones, dragones alados o serpientes que tienen en ocasiones estas últimas, y de las múltiples insignias de ese tipo que hay. 

En cuanto al libro en sí, he de decir que al comienzo del libro estaba bastante perdido y no sabía muy bien por dónde iba. Hube de avanzar bastante en la lectura para poder ubicarme, y hay que reconocer que al final engancha algo, pero al mismo tiempo parece una trama fácilmente olvidable. Yo aún recuerdo un libro que me leí a los 16 llamado Conversación en la Catedral de Vargas Llosa. Este libro de Capa y Espada sería ideal para unas vacaciones veraniegas o algo así. 


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