Luego de repente, la
pantalla donde salían los turnos de los peticionarios, cambió y
apareció unas islas que resultaron conocidas a los Taino. Para
después surgir el poblado principal de los Taino y las personas que
habían quedado en él. Lo mismo ocurrió con los Waikerí. Luego le
tocó el turno a los Caribes que éramos los más numerosos. Al
principio he dicho que esperábamos pacientemente el turno con Mamón,
bien eso no es cierto del todo: lo había dejado algo alejado, atado
a un árbol, al lado de un riachuelo y con comida. Joder, no me
miréis así, ni que lo hubiese dejado en un coche a pleno sol con
las ventanillas subidas y sin aire acondicionado !!! Es que Mamón a
veces es un coñazo. De golpe noto un tirón del suéter azul que me
envió mi primo desde Asturias cuando Fernando Alonso
ganó el Mundial de 2005.
Sé que el del tirón es Mamón y que quiere que le tire un hueso,
pero estoy pendiente de la pantalla, no le gustaría a Pierre de Coubertin, pero pasé de
él olímpicamente. No sé cómo lo hizo, pero lo siguiente fue meter
su trompa en el bolsillo de mi chaqueta y sacar mi reproductor de
MP3. Sí, tengo un MP3 y me encanta escuchar Reguetón,
así que el cabrito de Mamón solo lo hizo por jorobar y por llamar
la atención. No iba yo a mirar la pantalla y al mismo tiempo a jugar
al escondite, intentando recuperar mi MP3 de la trompa de Mamón, así
que haciendo un esfuerzo, volví a hacer caso omiso de Mamón. Lo
siguiente ya no me gustó tanto. Fue un empujón mayúsculo que casi
me incrusta en una piedra vertical que teníamos delante, como los de
Alicante. Cuando
pude recuperarme y dejé de ver doble, me encaré a Mamón y comencé
a gritarle toda la retahíla de insultos que se me ocurrieron y
alguno más que se me ocurría durante la pataleta. Joder, si era
hasta cómico. Un tío de unos 1'7 metros delante de una mole de unos
3 metros de altura. Después de que le cantase las cuarenta
Mamón se retiró un poco atrás, pero yo también supe de alguna
manera que la había cagado.
Lo poco que conocía a Mamón, me decía que podía ser leal como si
fuese una Divergente,
pero que si lo desatendías demasiado, igual se hacía notar de
manera insistente cuando a ti no te convenía. Lo que no sabía es
que haría si yo cruzaba esa línea, porque evidentemente había
pasado de él varias veces y él consideraría que no había
suficiente motivo para ello.
Bueno,
no lo vi venir, lo reconozco. Parecía que pasaba el tiempo y me
decía a mi mismo si después de todo Mamón también había dejado
pasar el asunto, cuando de repente noto que me dan un golpetazo
enorme en el cul-pip y me elevo por los aires, dejando atrás con una
aceleración enorme que ya la quisieran las antiguas lanzaderas de la
NASA el círculo de piedra. Se pueden sacar dos cosas positivas de mi
vuelo. La primera es que gané la carrera del queso rodante de Gloucester, la segunda es
que conmigo se invento la silla de ruedas.
F I N