Según mis cálculos
llegamos cuando se celebró la Olimpiada 129, aunque eso no lo tengo
claro. Arshi era una población pequeña y no tenía un templo
adecuado. Solo había un sacerdote budista, que guardaba
conocimientos ancestrales de la zona y que dijo que era un Bonzo budista que no era del Tamir ni de las ciudades del desierto de
Taklamakan o circundates, pero que hacía mucho que había venido a
Arshi. Se llamaba Gian o "Maestro del conocimiento"
(conocimiento con "n" no con "ñ") y estuvo
encantado de mostrar lo que sabía a viajantes que venían de tan
lejos y que se habían mojado las posaderas en los lagos camino a Yarkand. Vestía con una amplia túnica plegada hábilmente a su
cuerpo y un tocado que otrora había sido suntuoso y ahora se quedaba
en tiñoso adornaba su primorosa cocorota. Le recordé que
precisamente cuando aconteció lo de remojar nuestras nalgas en los
lagos se me metieron piedrecitas en el calzado, y se mostró
realmente compungido por tan siniestra circunstancia. Nos dijo que
desde que llegó hacía ahora siete estaciones a la población, había
guardado y catalogado todo lo que pudo encontrar y escuchar para
luego copiarlo en papiro y lo demás lo tenía convenientemente
conservado. El papiro era caro pero afortunadamente cada dos
inviernos venía una caravana desde Bagdad y en ella viajaban
mercaderes a quienes podía solicitarles alguna remesa. Cuando nos
asentamos en Arshi, di un cambio que te cagas, vamos que no me reconocería ni la madre que me parió. Parecí adaptarme
al entorno, a las nuevas circunstancias y a la cultura uigur. Solía
decir que lo que me gustaría sería quedarme aquí para siempre y aunque nadie me hacía demasiado caso, no sé, es que parecía que lo decía en
serio y todo, con esa forma de decirlo como quien no
quiere la cosa pero a la vez, no trasladando una preferencia ni
un gusto, sino algo que ocurriría de todos modos. Pero
bueno, lo dicho, nadie me hacía demasiado caso.
Un día Gian entró
en la vivienda en la que nos encontrábamos y nos comunicó que había
descubierto unas pinturas en tablillas. La vivienda uigur en la que
estábamos establecidos no era muy grande, pero era bastante
funcional, así que pudimos atender correctamente a nuestro invitado,
ofrecerle asiento en una estera que poseíamos y algo de Kumis que
nos habíamos agenciado. No hacía ya mucho calor, pero como Gian ya
tenía una cierta edad y la casa en la que vivíamos estaba excavada
directamente en la tierra y mantenía la temperatura ya hiciera frío
o calor, supongo que su ya avejentado cuerpo lo agradecía.
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Casa de la zona
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De esa manera Gian
pudo contarnos tranquilamente todo lo relativo a su descubrimiento.
Comenzó el relato diciendo que al llegar a Arshi, se encontró con
que las antiguas religiones de la zona tenían su centro en la
ciudad, pero un pequeño depósito en el área del Lop Nur,
que son unos lagos salados cuyas zonas exteriores se resecan y
resultan ideales para conservar cualquier cosa. Finalmente le
comunicaron la ubicación exacta de ese depósito y pudo hacerse con
su control. Primero había que hacer un muy corto recorrido paralelo
al río Liusha hacia el sur hasta el lago Bosten, y luego un
viaje por el desierto hasta el Lop Nur y la cueva donde estaba
el depósito. Así que lo dicho, primero lo más sencillo, que era
bajar un corto trecho hasta el lago bordeando el río, pero luego ya
había que confiar en que la memoria de Gian no fallara y recordase
la ruta que había que tomar desde allí a través del desierto para
llegar al Lop Nur. Solo recuerdo que cuando nos adentramos en el
desierto me encomendé al dios por quien estábamos bendecidos según
el capitán persa de Jerusalén, el dios persa del tiempo y el
destino Zurván. Pero finalmente llegamos a una especie de montañas
arenosas endurecidas que había horadado las aguas saladas del Lop
Nur, y una de esas oquedades, algo más grande, nos invitaba a
entrar. O sea que la memoria de Gian seguía intacta y nos guió al
interior del depósito. Después de apartar unos arbustos, Gian
descubrió la abertura nos tuvimos que agachar para entrar en una
cueva que no era excesivamente grande. Jmag llevaba una antorcha y su
llama iluminó Cosas
Maravillosas, clarifico había un montón de pliegos, tablillas y
cerámicas y tal y como se nos dijo ordenadas.
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