Yapigios 4 - Parte 1

 

Desde Harappa y en 7 días llegamos a Kophes. Sí ya todos sabemos que una baraja española tiene Oros, Bastos, Espadas y Kophes. Nuestros compañeros nos recomendaron una casa de huéspedes. La dueña de la casa de huéspedes ofrecía a los clientes descansar del viaje que generalmente ellos hacían frente a unos vasos del famoso Vino de Shiraz en la planta baja de su negocio. No sé cómo la dueña se enteró de que viajábamos a la zona de Gumo en busca del caballo Chollima y un día se acercó a hablar con nosotros. Sería un cazurro impresentable pero en eso la educación esmerada de Jmag y su saber griego ayudó, y entre gestos, palabras sueltas y entrecortadas y muchos aspavientos nos enteramos que en el piso de arriba de la casa había un guía que se dirigía al Norte esa misma noche y pasaba por donde queríamos ir. No había mucho tiempo pero la ocasión no iba a repetirse, así que fuimos a ver al guía. Nos presentamos y su nombre era 強的天使 Qiang de Tian Shi y nos comunicó que su destino era la ciudad de Gumo a orillas de un río famoso por sus aguas blancas; que hablaba chino, persa y uigur, ui- qué? - pregunté - bueno Gjoan que tienes un nombre que se te sale por la boca, los ancianos creen que el U I G U R es un alfabeto basado en el antiguo alfabeto Sogdiano. Nos recomendó una cercana ciudad llamada Arshi en el cauce del río Liusha y que se estaba engrandeciendo últimamente. Él creía que la distancia entre Gumo y Arshi sería aproximadamente de unas 10 Parasangas , solo que andando en pleno Desierto de Taklamakan que cruzaba casi milagrosamente el orgulloso Río Tarim. Claro que también nos dijo que antes de llegar a la ciudad de Gumo habría que hacer un pequeño alto en Yarkand, ya que tenía familia en esa ciudad que quería saludar porque hacía mucho que no se veían y por sus buenos pozos de agua.




Cuenca del Tarim



    Cuando quedó todo hablado, nos fuimos a prepararnos ya que teníamos poco tiempo. Y al llegar la noche, partimos un pequeño grupo rumbo norte a pie con un mulo para portar nuestros trastos desde la localidad de Kophes.

    Caminamos sin escalas durante unas 150 parasangas hasta la ciudad de Shache. Primero la zona es algo agreste, todo son montañas a lo Heidi, me parecía estar de vuelta a mi infancia cuando veía la Tele en casa de mi abuelito de alba y luenga barba. Se me metieron, no puedo ni decirlo … es que apenas me salen las palabras … unas piedrecitas en los zapatos. Luego ya fue distinto, la zona fue más lacustre. Todo lo que ocurrió es que Jmag se calló de culo en uno de esos lagos, lo que nos soltó la risa evidentemente ya que todos estábamos un poquitín hartos de él. Finalmente ya llegó el desierto, pero casi al acabar, o sea que no pudimos comprobar ese rumor que hay suelto por aquí, que si entras en él ya no sales porque apenas entramos, ya que simplemente fuimos contorneando algo de la cordillera del Pamir. En Yarkand lo dicho, no estuvimos mucho tiempo. De ahí teníamos que caminar hasta Gumo donde descansaríamos en la casa del angelito poderoso, que me había enterado que esa era la traducción de su nombre. Estábamos ya en el desierto de Taklamakan, pero bordeando primero el río Tarim que en la lengua uigur se traduce como caballo sin rienda. Encontramos algunos álamos en nuestro camino y nos ofrecieron sombra para ir descansando. Una vez en casa de nuestro amigo, Jmag pudo meter su culo en una jofaina de agua caliente, y a los demás nos lavaron los pies unas chicas uigures muy guapas, mientras nos ofrecían un buen vaso de kumis, que no es lo que creéis, que es con "m", siempre pensando en lo mismo. Ah! Y fui mordisqueando unas tortas circulares de pan con nueces y mantequilla que llaman Naan, me dijeron que tenía algo de yogur pero lo cierto es que yo no lo noté, la verdad es que mucho paladar no tengo.







Tras descansar unos días y remolonear un poco de esta guisa, un día Qiang nos dijo que nos llevaría a nuestro destino final en Arshi. Salimos no muy de mañana, Qiang solo tuvo que zarandearnos un poco en nuestros camastros y enseguida estuvimos en pie. Nos despedimos de la familia de nuestro amigo y nos dieron unas bolsas con frutos secos para el camino. Qiang llevaba un frasco para agua, y como íbamos a seguir otra vez una ruta para-lelos al río Tarim ese problema estaba resuelto. Lo cierto es que cuando comenzamos a caminar nos dimos cuenta de la soledad en la que nos encontrábamos. No se veía ni un alma, ni siquiera un caballo de esos con dolor de espalda. El único accidente geográfico que recuerdo es que en un momento dado nos topamos con un río más pequeño que descargaba sus aguas en el Tarim. Qiang nos dijo que se llamaba Río Muzet. Algo más adelante, torcimos a la izquierda hacia el río Liusha y un poco más allá vimos la ciudad de Arshi.

 

 

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