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sábado, abril 16, 2022

Buscando a Lugh desesperadamente

 

Me estoy leyendo El Tirano de Valerio Massimo Manfredi que trata de Dionisio I de Siracusa y eso me ha hecho escribir este relato en el que aparece otro tirano. Antes que nada quiero decir algo. El siguiente relato está dividido en 5 partes y al final de las 4 primeras hay un enlace a la siguiente.

Definitivamente puedo decir con orgullo que soy de la tribu de los Nasamones. No nací aquí sabéis? Simplemente me han acogido. Por supuesto, hubo numerosas opiniones encontradas pero la decisión ya es unánime afortunadamente para mi. En un principio, Dios creó el Cielo y la tierra. La tierra no tenía forma y estaba vacía, y la oscuridad cubría las aguas profundas …, perdón, es que últimamente he acudido mucho a misa; en un principio yo nací algo más hacia Occidente, en las tierras de los Amaziges (ⵉⵎⴰⵣⵉⵖⴻⵏ), cerca de la antigua Cartago, mi nombre es An-teet, hija de Funee y de Ush. Pero cuando el tirano de Siracusa Agatocles atacó nuestra aldea no pudo hacerle frente nadie a su ejército de hoplitas helenos, y solo algunos que estábamos fuera de la aldea por un motivo u otro conseguimos huir, yo fui hacia el hacia el Este, acabando en la ya mencionada tribu nómada de los Nasamones.

Personalmente soy una viajera muy inquieta, los pocos recuerdos que guardo de mi precipitada infancia son de mi madre llamándome “culo de mal asiento” al ver que no paraba quieta en un mismo sitio mucho tiempo. Ya de pequeña nunca veía la hora de llegar a casa cuando caía el sol, siempre iba a casa de mis tíos, en una aldea cercana siguiendo la línea de la costa. O a la pequeña cabaña de un mercader amigo de la familia que podía divisarse junto a unos montículos de la zona del interior. Como era una persona que siempre iba de un lugar a otro para realizar sus pequeños trueques, me hablaba constantemente de los sitios que visitaba y de la gente que conocía, y claro yo le escuchaba embelesada. Entonces inesperadamente los que atacaron fueron los egipcios y todo se descontroló.

Por segunda vez tuvimos que huir. El que pudo salió por pies, aunque lo hizo en desbandada y sin ninguna organización previa ya que nos tomaron totalmente desprevenidos. Nadie se imaginaba un ataque así por parte de Egipto. Irónicamente, yo partí hacia Sicilia donde estaba la ciudad de Siracusa y Agatocles, pero el barco que tomé tenía ese destino y no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Afortunadamente y como ya sabéis Sicilia tiene forma triangular y en la parte Oeste de la Isla está Siracusa acercándose bastante a mi querida costa africana, yo fui a parar a la costa de abajo de ella, en la parte Sur, no a la zona más alejada de Siracusa, pero estaba lo suficiente lejos para estar tranquila. El destino de mi barco fue la ciudad portuaria de Gela. La mayoría de los habitantes de la ciudad estaban en esos momentos en contra de todo lo que sonase a Siracusa, ya que Gela había sido recientemente invadida por esa ciudad, así que en la medida de lo posible nos echaron una mano para salir del apuro momentáneo, nos acogieron en sus casas y nos reconfortaron después del ajetreado viaje. Naturalmente el capitán del barco que nos llevó a Gela nos había dicho claramente que nos había sacado de la costa africana pero que no estaba dispuesto a arriesgarse más. De forma que tras descansar un poco, los refugiados africanos nos reunimos para determinar qué hacer a partir de ese momento. La mayoría estaba dispuesta a probar suerte con un explorador élimo que nos habían recomendado los lugareños. Nos habían dicho que se conocía todos los caminos de cabras laberínticos del interior de la isla y que con él estaríamos seguros para eludir las patrullas siracusanas. Yo no las tenía todas conmigo. El élimo olía raro y además, será una tontería pero tenía los ojos demasiado cerca de la nariz y eso es algo que me da grima. Otra cosa que no me gustó, es que clavó la mirada en mi y me hizo sentir trasparente. Y no por nada sexual, soy consciente que mi busto es más plano que la flauta del dios Pan, pero me hizo sentir incómoda. Entonces se dejó oír la voz de un anciano, que debía ser uno de los fundadores de la ciudad por los años que tenía y seguro que entonces ya había cumplido unos cuantos años, pero que nos dijeron que era un adivino ambulante muy respetado en la zona. Dijo que también podíamos seguir la línea de la playa hasta la ciudad de Akragas (la actual Agrigento) que tenía un puerto muy concurrido y coger un barco desde allí ya que yo debería viajar a donde estáel artesano de las mil artesy dijo esto mirándome directamente a moi, y lo ratifico, dijo “el artesano de las mil artes” así tal cómo suena. Yo opté por Akragas e intentar descifrar el jeroglífico del viejo adivino.

  

Buscando a Lugh desesperadamente2 --->

 


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