Buscando a Lugh desesperadamente 3

El capitán - porque era un capitán de barco - con la Perla en las rodillas se llamaba Eulo. Era de Atenas y se sentía muy orgulloso de ello, siempre estaba hablando de su gloriosa ciudad, de Teseo, del Minotauro que venció y del hilo de Ariadna. Su barco era El Victoria de Teseo, y después de mucho hablar sin lograr que desbancase de sus rodillas a la Perla que seguía allí ronroneando y haciendo carantoñas al capitán, conseguí un pasaje en la bodega del barco a precio módico, ya que no tenía mucho para gastar y no estaba dispuesta a subirme a sus rodillas a ronronear, eso se lo dejaba a la Perla. Bueno, conseguí un pasaje hacia la costa de Iberia, ya que el capitán tenía tratos comerciales en algunos puertos de la misma. Dijo que partiría en tres jornadas, y lo mejor sería que me alojara mientras tanto en un cuartucho de la planta superior del mesón, porque partirían cuando todo estuviera aún obscuro como la boca de un lobo para aprovechar la marea, y ellos se alojaban en el mismo mesón. Primero fuimos hacia el Sur y de vuelta a África. Salimos tal como dijo muy temprano y sorprendentemente no tuvimos una travesía muy accidentada aunque fuimos directamente y sin costear, afrontando el mar abierto. Pero hubo suerte con el tiempo y parece ser que ningún dios quiso hacer travesuras con la nave ni con nosotros. Nuestro primer destino allí fue un floreciente asentamiento púnico llamado Útica cercano a Cartago y donde estuvimos poco, Eulo hizo unos tratos comerciales fructíferos, pero pese a todo me dio tiempo a visitar su anfiteatro conocido en toda África, ya que había sido capital de esa provincia cartaginesa. Luego hubimos de costear algún tiempo hasta el puerto fenicio con el bromista nombre de Lol. De allí marchamos a una ya decadente Rusadir (actual Melilla) desde donde cruzamos a Iberia, concretamente a Malaka que comenzaba a denominarse Malaca o Malacca en los escritos, porque un pueblo de pastores y labriegos llamados Romanos comenzaba a dominar también los mares, claro que todos creían que su dominación probablemente no llegaría muy lejos, algo así como con la candidatura de Trump para la Presidencia de USA, no llegó muy lejos tampoco. En esa Malaka, Eulo tenía algunos conocidos y estuvimos hasta el día siguiente en puerto, de manera que todos bajamos a estirar las piernas. Era una ciudad muy glande y yo no quería perderme en ella. Se notaba que generalmente hacía calor y la gente solía caminar rápido pero con poca ropa, usualmente túnicas vaporosas y lienzos finos. La Perla estaba en su jugo, y como yo venía del Norte de África me encontraba como en casa. Pero no quería distraerme de mi propósito, y tras dar una vuelta por el puerto y visitar el Santuario de Baal Hammon, volví al Victoria de Teseo a esperar al capitán. A la mañana siguiente salimos hacia Akra Leuké (que por cierto estaba muy militarizado), adonde llegamos en poco tiempo. Y donde finalmente desembarqué. Me despedí del capitán Eulo, de la Perla y de toda la tripulación y continué con mi versión de Buscando a Lugh desesperadamente. Akra Leuké era una montaña escarpada y resplandeciente. En ella me dirigí a la cima al Santuario de la Diosa Tanit a presentar mis respetos a la diosa que nunca está de más. Y debió de surtir cierto efecto, porque al salir del Templo me topé con quien en un principio creí que era uno de esos charlatanes que se colocan en sus escalinatas en busca de incautos y su bolsa de monedas. Parece ser que era amigo de un sacerdote, de cuyo nombre no quiso acordarse, que le sopló mi búsqueda desesperada del dios Lugh y mis preguntas a Tanit sobre dónde encontrarlo. Me dijo que Tanit misma había hecho que nuestros caminos se cruzasen. Recitó tras un largo viaje hacia el Norte y después hacia las tierras donde se pone el Sol, en el territorio de un pueblo llamado Olcades, hay una ciudad llamada Ercávica. Allí encontrarás al dios Lugh, “el artesano”. Para ir hasta allí necesitas un guía. Tienes que bajar al barrio iberio, buscas una casa con un escorpión sobre la entrada, entras y dices que vas de parte de DÚ. La persona que vive allí es el mejor guía que podías encontrar, y al decir que vas de mi parte te tratará mejor que a cualquier otra persona, y de esa forma podrás negociar de forma más distendida.

 

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