En la casa con el escorpión vivía Anteris. Se trataba de un Lacedemonio enjuto de ojos grises y patas de araña. Al principio, olvidé lo de ir de parte de Dú, solamente le pregunté sobre la posibilidad de alcanzar las tierras de los Olcades, y comenzó diciendo lo típico para encarecer el viaje: que era muy largo, que era muy complicado de llegar al destino, que para llegar había que contratar a más gente que le ayudara o ayudase, que nos encontraríamos con otros pueblos que crearían dificultades, que había que tener cuidado porque últimamente los cartagineses estaban en lucha con los Contesanos y eso nos podría cortar el paso ... entonces recordé lo de Dú, dije que iba de su parte, y todo cambió de golpe. Lo primero es que me ofreció la sal de bienvenida que me tenía que haber ofrecido en un principio, y luego todo fueron facilidades a lo que le había preguntado. Me dijo que efectivamente se podía alcanzar fácilmente la tierra de los Olcades. Que estaba bastante al Norte, pero se podía. Y entonces precisé que donde quería ir era a una ciudad de ese territorio llamada Ercávica. Caviló unos segundos, y luego me dijo que lo único malo es que Ercávica era la ciudad más alejada de los Olcades. Le comenté que Dú me había dicho que estaba a muchas Parasangas, unas 55 o tal vez a más de Akra Leuké. Acordamos salir del Norte de la ciudad pasadas siete Jornadas, por la mañana temprano cuando saliese Helios del mar, ya que tenía algunos trabajitos que hacer. También acordamos que el pago se realizaría al terminar la travesía en Ercávica. Y no, no sería pago en especie; no quiero que las patas de araña de Anteris recorran mi cuerpecito de ninfa, aunque ya sé que tengo poca … presencia. Y si encima Anteris se lo dice a su amigote Oberis, con lo relleno que está, me aplasta. Y está el amigo perruno de Oberis, Idearis, y yo con animalitos no gracias, hay que dejarlos crecer. Como había time, fuime a dar un voltio por la vecina Portus Ilicitanus una colonia que habían fundado los que pretendían ser los nuevos señores del mar a darme un garbeo por su zona comercial.
Cuando llegó el día señalado, partimos hacia el Norte. Íbamos Anteris, un amigo suyo cabrero para más señas y yo. Llevábamos poco equipaje, excepto agua en abundancia que trasportábamos a lomos de un burro que descubrimos con desagrado que era el más terco que he visto, ya que en más de una ocasión se nos paró en seco, costándonos un mundo el volverlo a poner en marcha. Quizá como Platero era un burro tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, pero era asaz “cabota” (cabezota) a fe mía. Desde luego, podíamos haber llevado también algo de pan élfico, pero no era el caso. Dado que la distancia hasta Ercávica era bastante larga, teníamos previsto hacer dos paradas antes de finalizar el trayecto. Primero, aún el territorio contesano, queríamos detenernos en El Salt cerca de lo que en el S. XIII sería Alchoy (actual Alcoi), que no tiene nada que ver con el diccionario de Valenciano, sino que es un asentamiento antiquísimo que ya daba algunas muestras de decadencia. Ya en tierras de los Olcades, queríamos detenernos en un asentamiento Romano de reciente construcción llamado Noheda. Y de Noheda ya directamente iríamos a Ercávica. Y cuando finalmente llegamos a Ercávica, fue cuando me llevé una desilusión. Los Romanos habían llegado y habían reconstruido la ciudad desde cero a su manera. Hay que reconocer que les ha quedado muy bonita, con las típicas termas y toda la cantada, pero yo había hecho un viaje muuuy largo y gastado lo poco que tenía para llegar a una ciudad celta y me encuentro con que esa ciudad ya no existe y en su lugar hay una romana. Para cortarse ….. un tit.
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