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sábado, junio 01, 2019

Font del Llentiscle

 

Recuerdo que la última excursioncita que hicimos nos llevó desde la Font del Llentiscle (buena para la diabetes) en la Sierra Calderona junto a Serra. Cuando salimos llevábamos unas mochilas, agua y bocadillos, porque el recorrido iba a ser largo: algunos caminos de ir y volver, bastantes curvas, fuentes a granel y paradas a tutiplén. De la Font del Llentiscle a la Font del Poll debe haber como unos 200 o 300 metros, pero antes de llegar al Poll giramos a nuestra izquierda unos 90º así de golpe aunque se nos rompa algo al hacerlo y nos encaminamos hacia el Sur, a la Cartuja de Porta Coeli. Justo entonces a unos 50 metros se llega a una curva bastante pronunciada y fue precisamente allí donde nos sentamos en el camino a la sombra que daban los montes mientras nos comíamos nuestros bocatas. Tras descansar un pelín continuamos hacia abajo. Después de algunas revueltas, se llega a una encrucijada de caminos, viniendo uno por un lado y otro por el opuesto antes de entrar en una especie de nuevo valle por una entrada natural que no obstante parece hecha artificialmente, como la Puerta del Oráculo del Sur de la Historia Interminable en la que Atreyu casi ni lo cuenta. Antes de continuar, caminando no hacia PortaCoeli sino en sentido a Olocau, llegamos tras ½ hora de ida y ½ hora de vuelta a la Font del Berro (riñón) donde nos encontramos con unos amigos de mis padres que vivían en el mismo Olocau y habían ido en un coche grande a llenar unas garrafas a la Font del Berro (bueno, mi madre estuvo un rato hablando con sus amigos porque mi padre ya nos recogería más tarde con el coche como era habitual). Volviendo a la encrucijada, pasamos al otro lado del valle que no es que fuera un valle aún, sino que era una zona de caminos pedregosos por los cuales yo al menos me sentía algo perdido, ya que parecía que te adentraras en pos del Sabueso de los Baskerville a las tierras yermas de Dartmoor con Stapleton y compañía. Desde luego siempre he querido explorar algunos caminos simplemente yendo a la aventura para saber a donde narices van. A la derecha de ese camino, hay otro, especie de pista forestal, y ojalá me hubiese adentrado algo, solo un poco y luego hubiera vuelto. También hay otro camino ya en la Cartuja misma, que parece de va a una Fuente que se llama de L’Abella. Pero no me dio nunca tiempo y fui a por lo conocido. Después de los caminos pedregosos, comenzaba el descenso propiamente dicho. Por supuesto que desde el Poll había sido ir hacia abajo constantemente, pero de una manera muy leve y casi sin darte cuenta, pero a partir de que abandonabas los paisajes pedregosos tras cruzar la especie de puerta natural/artificial, casi te dabas de bruces al bajar a la Cartuja, si no fuese porque antes hacías una parada en otra fuente, la del Marge. Todas las demás fuentes están bastante bien acondicionadas, pero por la época de que hablo la Font del Marge - 1980 o por ahí - estaba llena de pintadas de CNT o algo parecido, en definitiva unas siglas semioficiales. Desde la Font del Marge hasta la Cartuja solo hay unos 100 metros o tal vez menos y en ese tramo en firme del camino ya comenzaba a ser más “normalito”, terminaba pareciéndose a las pistas de tierra batida que salían en el torneo de Roland Garros. Bien pronto llegabas al linde que bordeaba el Monasterio y donde había plantados filas y filas de cipreses. A mi la primera impresión que la causó la Cartuja de PortaCoeli fue como si me encontrara ante un San Miguel de los Reyes más aislado y construido de forma para que en tiempos fuese un centro que pudiera autoabastecerse económicamente. Claro que esto ocurriría antes de la Desamortización, ahora algunos frailes pedirán comida con Just eat y cuando sea el cumpleaños del Prior es posible que reciba un regalo por Glovo. A las puertas de la Cartuja nos recogía usualmente mi padre y ya salíamos hacia la Carretera de Serra a Bétera o CV 310.

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