Se me
ha ocurrido la anécdota de cuando se creó el puesto de guarda de la
Urbanización y los sucesivos “ocupantes” de ese puesto en
concreto. Ara mare! me diréis. Es que me parece que había puesto la
directa y ni el conejito de Duracel tonto ella y tonto él. Pero, de
todas formas no recuerdo casi nada de los primeros guardas y
prácticamente estoy seguro que había uno del que no sé nada de
nada. Pero así funciona eso de la memoria, de golpe y porrazo ¡pataplof! recuerdas algo que tenías enterrado en la cocorota.
El
primer guarda que recuerdo que se contrató fue un tío rechoncho
verdadero retaco una cosa entre Danny
DeVito
y Chiquito de la Calzada de nombre Murgui y que se paseaba por allí
con una camioneta. Creo
que no duró demasiado, no sé el motivo concreto solo sé que
desapareció de escena. Entonces
se buscó desesperadamente y se le acabó firmando un contrato al
Moreno. Era una persona de
fisonomía angulosa, no demasiado alta (aunque para un chaval de mi
edad era un gigante) y que solía
usar
boina. El Moreno siempre
iba de un lugar a otro montado en su pequeña moto de la que se oía
el petardeo a Kilómetros. Esta
contratación ocurrió en tiempos de los primeros tejemanejes del
eterno Presi que siempre iba vestido por la Urbanización todo de
blanco de la cabeza a los pies. Supongo que ese vestido atraería un
montonazo de suciedad y tendría
que cambiarse cada dos por tres. He
de decir que el Moreno era un antiguo cazador y tenía la costumbre
de sacar una escopeta por la noche
que guardaba en su casa.
El Presi y sus acólitos se desvivieron por que dejase la escopeta en
esa casa y desde luego accidentalmente y de forma fortuita no se
metiera en un lío e indirectamente metiera también a la
Urbanización. Al final consiguieron que el Moreno entrase en razón
con lo de su escopeta y la dejara en casita. Por nuestro lado, nos
enteramos de que el Moreno le tenía verdadera fobia a las sierpes.
En el Polideportivo había una casita que hacía las veces de
Chiringuito y el cual se solía abrir en Agosto, manteniéndose
cerrado en temporada invernal. Mientras andábamos paseando toda la
peña de chavales haciendo el chorra como de costumbre, a apenas 30
metros del Polideportivo nos encontramos tendida en medio del asfalto
una serpiente que probablemente había atropellado algún coche y a
la que solamente le faltaba la cabeza. Bueno, nuestra María Antonieta serpentiforme estaba en buen estado salvo por ser manca de
coco, así que la cogimos y nos la llevamos hasta la puerta del
Chiringuito. El cuerpo de la serpiente lo pusimos a la vista formando
las ondas características de un reptil, y su supuesta ”cabeza”
justo debajo de la persiana corredera de la puerta del Chiringuito
para dar la impresión de que la bicha ya estaba en el interior.
Después de eso, hicimos un mutis una temporadita por si las moscas,
porque aunque desde luego todo el asunto Moreno fue “top secret”
era muy previsible quién narices había sido. El Moreno duró
bastante tiempo, pero ya era una persona mayor cuando ocurrió lo de
la serpiente y aún así pasaron unos años más (3 o 4). Finalmente
llegó Manolo. Manolo era una persona de un pueblo de Teruel. Era un
hombre bajito y calvo como una bola de billar quien también tenía
una pequeña pero robusta moto con la que se recorría las calles de
la Urbanización. Manolo era el típico hombre para todo, muy
trabajador y que sabía hacerse útil y cobrar por ello naturalmente,
no en vano nadie da nada a cambio
de nada. Pero cuando
cobraba no lo hacía exigiendo una cantidad exacta, sino que casi le
pedía a la persona a la que le realizaba el servicio que fuese lo
que le quisiera dar, con lo que la mayoría de las veces la ponía en
un compromiso. Desde luego
en tiempos de crisis con esa política monetaria llevaría las de
perder porque siempre le darían de menos, pero en tiempos en los que
no hubiera tanta desaceleración sería lo contrario. Bien,
cuando nosotros ya nos
fuimos de manera
definitiva de la
Urbanización en 2014 Manolo aún estaba allí al pie del cañón.