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Soneja

A unos cinco Km en línea recta de donde teníamos el chalet había un pueblo llamado Soneja (la burra vieja), por cierto que a un escupiñaj...

martes, marzo 09, 2021

Parque de Marxalenes

 

Hoy me iba muy cerca, al Parque de Marxalenes. Ayer me llamó Susana, una Psicóloga que conozco para ver si podía pasar hoy, pero como iba tan cerca le dije que de acuerdo. Me llamó porque estoy un poco tarado, eso no tengo ni que decíroslo. Bueno, cuando me abandonó como el desodorante, cogí el tranvía n.º 4 con destino a Mas del Rosari en la Parada de Dr. Lluch. Iba a bajarme en la Parada de Marxalenes, pero decidí hacerlo en la anterior porque sabía que el Parque era suficientemente extenso. La cuestión es que cuando me bajé comprobé que en esa sección del Parque pone “Parque Canino”. Me dije bueno estoy en mi sección, pero lamentablemente las puertas estaban cerradas, así que hube de contentarme con la sección “humana”. Bien, fui paseando siguiendo a mi sombra como un buen Peter Pan, solamente que no hasta la habitación de Wendy sino hasta la entrada del Parque. Nada más entrar, fui recto y me encontré con una especie de estanque rodeado de juncos, con un puentecito idílico donde había unos abuelos dando de comer a bandadas de palomas, que hay que ver cómo se apelotonan en torno al “soma, soma”, y mamás con sus nenes en cochecito o sin él. Luego desandé el camino y tomé uno que en el Parque llaman Paseo del Olmo. En el Paseo del Olmo viejo, hendido por el rayo, y en su mitad podrido por las lluvias de Abril y el Sol de Mayo, algunas hojas verdes le han salido. Bien, dejemos a Machado, seguí por ese Paseo porque me gustó el nombre. Encontré varias cosas que podrían ser interesantes: un pilón que podría ser un pilón del amor, Robert love Ana y cosas así; un pilón bastante esotérico a decir verdad con una especie de cuña clavada en su parte superior, ejem ejem yo como experto acreditado por la afamadísima Universidad de Pandataria creo que las brujas de la zona forman Aquelarres para adorar al Señor de las Tinieblas justo en ese Pilón, que podríamos llamar El Pilón del Metistófeles de Marxalenes; también hallé un bloque de piedra liso recostado en el que había grabadas algunas inscripciones algo subidas de tono, yo sé que algunos de vosotros sois gente muy casta y recatada de forma que esto no lo miréis (ponía cosas como “te gusta mi culito, con una imagen de Homer Simpson”, “vivan los penes y la marihuana” de forma sorprendente con marihuana bien escrita; “Pene ↔ Pena”). Encontré también, aunque no recuerdo dónde, algo muy curioso, una columna encima de la cual habían colocado una roca, sustentada sobre cuatro piedras redondeadas. No puedo imaginar qué Civilización primitiva alzó ese monumento. Porque, eso sí, lo hiciera quien lo hiciese, está realizado con una precisión quasi milimétrica. Uno piensa que una Civilización tan sumamente primigenia hubo de recibir alguna clase de ayuda. Quizá una ayuda alieníge … ¡no! la ayuda de un alocado Funcionario del Parque de Marxalenes. Finalmente, un rubito en bicicleta, se me acercó cuando pasaba zumbando con su bici y me dio un golpe con la mano. Un poco más, me desequilibro y me voy al suelo con la “gracieta” del chavalín. Menos mal que estaba relativamente parado y pude apoyarme en un árbol, pero me acordé de su familia hasta la quinta generación y desde luego no pensé en eso de “son cosas de críos”. Hablando de críos, había un montón jugando en columpios, toboganes, etc … 


Losa guarrilla


Pilón esotérico



Pilón cuña

Pilón cuña




Balsa con palomitas, titas titas



viernes, febrero 19, 2021

Tres noches de Alborán de Francisco Ojeda Villarejo

 

Hoy he terminado de leer un libro que se llama Tres noches de Alborán de Francisco Ojeda Villarejo.

Todo comienza de forma bastante sinuosa, sin decir las cosas muy claramente, como si fueran niñitas de 7 años soltándose secretitos. Una persona, de cuyo nombre no puedo acordarme – vamos a llamarle X – va a la isla de Alborán para organizar la Regata del Mar de Alborán. El viaje lo hace acompañado del Teniente de Navío Martínez de Irujo, Patrón de la nave que allí conduce a X y amigo del Comandante de Alborán, Núñez de Lezo. En el viaje de ida Irujo le contó a X algo muy curioso. Le dijo que hace nada Núñez de Lezo y él eran compañeros de Promoción y en la Base había una “prueba” que realizaba todo el mundo. Se trataba de pasar volando bajo con un helicóptero por debajo de un puente de las cercanías. Pues bien, a Núñez de Lezo no se le ocurrió nada mejor que hacer la “prueba” cuando llevaba a un Alto Mando a bordo. Los gritos que pegó se oirían en Luxemburgo. Lo salvó el hecho de pertenecer a una familia de militares que se remonta hasta no se sabe cuándo, pero se pensó que una temporada en la isla ayudaría a su temperamento.

Bueno en Alborán, aparte de poner los altavoces de la isla a todo volumen con un disco de las la Cabalgata de las Valkirias de Wagner, dice haber sido visitado en tres ocasiones por tres personajes de épocas dispares. Cuando X, aficionado a la Crónica Histórica y a la Leyenda, parece hallar algún indicio en unos dibujos que ha hecho Núñez de Lezo – gran dibujante – este último decide iniciar los tres relatos.



jueves, enero 07, 2021

La Ciudad de Luis Zueco

 

La Ciudad de Luis Zueco. Forma parte de una Trilogía Medieval que comienza con El Castillo y que ya he comentado y termina con El Monasterio que aún no he ni comprado ni sé de qué va. La verdad, El Castillo que trata de la construcción del castillo de Loarre me gustó algo más que La Ciudad. Quizá sea porque en el primero Zueco igual sería algo más «sentimental» dado que él mismo es Director de un castillo convertido en hotel con encanto, aparte de ser miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos.

Si bien La Ciudad está muy bien ambientada en el Albarracín del S. XIII con sus callejuelas, sus torreones y su variedad de personajes (clérigos, comerciantes, nobles, muchachos de la calle ...). No es por nada, pero son 512 páginas, y en esas más de 500 páginas aparecen personajes como Alvar Núñez de Lara quien es sobrino del Señor de Albarracín, Guillermo Trasobares  es un mercader que ha sabido prosperar en las calles de la ciudad, Lizer es un joven aprendiz de alguacil que comenzó como mozo de cuadras y recadero de alguaciles, Martín es un joven clérigo que ha sabido ganarse el favor del Deán de la Catedral de Albarracín, pero sobre todo Alodia: el autor cuenta su vida como mujer en esa época en la que, tanto de noble como de plebeya, era poco más que un cero a la izquierda y como intenta, a pesar de todo, seguir adelante. Un ejemplo lo tenemos en las elucubraciones del clérigo Martín quien, tras verla no puede dejar de pensar en ella. ¿Por qué? ¿Por qué me asedia esa visión? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella? Había oído hablar de lo que le estaba sucediendo, le habían advertido una y mil veces del peligro de las mujeres. Desde el Pecado Original, el hombre se había convertido en pecador, aunque había sido creado a imagen y semejanza de Dios. Y la culpa de ello era una, solo una: la mujer.

Todas las mujeres son evas, pero deben ser Marías, abrazando la Fe de un convento, o bien mediante el matrimonio cristiano, que las redime de sus pecaminosas inclinaciones. No puede haber mujeres libres; sin marido, no, eso es la perdición. Son seres débiles y propensos a pecar, por lujuria sobre todo, y, además, incitan a los hombres a cometer esos pecados.

Aquella mujer, Alodia, era una prueba del Señor; la había puesto frente a él para probar su Fe. O peor aún ¿Y si era un castigo? ¿la penitencia por sus pecados? Era una mujer de una belleza inusual, que no residía tanto en su naturaleza, sino que más bien estaba en cierto modo forjada por ella misma a base de haber sido capaz de superar tantas adversidades.

Wikipedia

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