jueves, mayo 16, 2019

La leyenda del Buscador - TV


Ante todo he de decir que no empecé a ver la serie en Telecinco como parece haber hecho todo el mundo sino en el canal SYFI en 2010, la primera temporada la he visto online. A final de año hube de dejarlo porque me mudé justo entonces y el paquete de TV era una de las cosas que dejaba atrás, aunque reencontré la serie en 2012 por Factoría de Ficción.
Basada en el libro de fantasía de Terry Goodkind, "la espada de la verdad", cuenta la vida del joven leñador Richard que vive en un mundo de fantasía el cual se compone de tres tierras: la tierra occidental, la tierra central y la tierra D´Hara. En la frontera de la primera con la demás hay una gran barrera mágica protectora, las otras dos las gobierna Darken Rahl con brazo de hierro. Y ahora cuidadín, porque si nos ceñimos a la primera temporada en la que la vida de Richard da un vuelco cuando se encuentra con Kahlan, una mujer con el cargo de confesora y ante la que cualquier persona está obligada a decir la verdad; Richard y Kahlan comienzan un viaje hacia D´Hara, donde vive Darken Rahl, para que Richard pueda matarle y librar las tierras de su oscura presencia. Pero Richard y Kahlan no van solos, les acompaña el viejo Zeddicus Zu'l Zorander (Zedd, mago del primer grado). Ahora bien, si donde comenzamos es con la segunda temporada, da inicio con Richard, Kahlan y Zedd celebrando su victoria sobre Darken Rahl. De repente, son interrumpidos por el ataque de una criatura que ha huido del inframundo. En este segunda temporada hace irrupción Cara, antigua Mord-sith (o guerreras de élite de D’Hara) que porta el agiel, una especie de látigo corto que se supone causa un dolor insoportable a quienes lo tocan. En cambio tienen el poder de reanimar instantáneamente introduciendo una minúscula energía luminosa por la garganta. Y otra introducción El Guardián del Inframundo. Una vez muerto Rhal se une a las huestes del Guardián y ya la tenemos liada. Para acabarlo de arreglar, aparece una grieta que unirá la tierra de D'Hara con el mundo de los muertos y por la que surgen todo tipo de bicharracos. Para evitarlo Richard, tendrá la misión de encontrar la Piedra de las Lágrimas y sellar la grieta entre los dos mundos.

martes, abril 30, 2019

Psicólogo


Enrique Cantó, Psicólogo. No me acuerdo con exactitud qué edad tenía cuando me enviaron a que "me arreglara" o lo intentase al menos, de los 12 a los 14 supongo, pero lo cierto es que no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es dónde estaba su bufete en un principio: en Artes Gráficas, detrás de las antiguas Facultades y del Clínico, solo más tarde lo trasladó a la zona del final de Blasco Ibáñez, casi donde está la actual Estación del Cabanyal. No sé qué bus cogía por aquel entonces porque las líneas habrán variado una barbarité, pero sí sé que me bajaba por la zona de los Viveros o por Jaume Roig, un lugar algo "pijo". Recuerdo que en ese Valle de Lágrimas con carriles bici y calles estrechas cuasipeatonales tenían mis padres una pareja amiga suya cuya familia visitamos en un pueblo cercano a Mérida y donde me zampé un cocido de garbanzos fenomenal. Uno de los Patriarcas de esa familia que devolvió la visita a sus familiares sabiendo un problema mío con las almorranas, me trajo las hojas y la raiz de una planta que según me explicó debía llevar en el bolsillo. Bueno, no sé si no lo hice bien o si simplemente me tomó la peluca, pero a día de hoy con 51 tacos en ciernes aún las tengo, si bien es verdad que algo más pachuchas, pero creo que lo que mejor me ha ido ha sido cuando me apliqué Ruscus Llorens. Bueno volviendo al Psico, que no a Anthony Perkins, creo que E. Cantó me hizo prácticamente de todo: me hizo rellenar tests de esos de marcar casillitas, me enseñó varios dibujos representando formas distintas para ver la impresión que me causaban, conversaciones de diván, lo típico … recuerdo por ejemplo que me dijo que escribiera en un folio apaisado mis objetivos e intereses y los colocara en un lugar visible de mi habitación pegados con celo o algo parecido de modo que los viese al despertarme e ir a acostarme, repitiéndolos de vez en cuando. Para mi sorpresa hasta hace nada aún tenía el dichoso papelito por ahí zumbando. Ya he contado lo del librito que recomendó, pero hay otra cosa, y es que como se iba acercando demasiado a la problemática que tenía en aquellos momentos y yo era bastante celoso de mi intimidad al respecto, me volví contra él por decirlo suavemente. La cosa fue así: como he dicho tenía el despacho psicotécnico detrás de las antiguas facultades y lo/as jóvenes que querían ganarse un dinerillo extra le echaban una mano. Un día entró una chica en la habitación, y me la presentó con el nombre de Alicia explicándome que intentaríamos un ejercicio de conversación entre ella y yo. Bueno, me obligué a hablar de una manera ordenada comenzando por preguntarle su nombre donde estudiaba y por qué, pero luego continué e insinué, ¡no di por sentado! que ella ya conocía a Enrique y la presioné, eso sí, de forma suave pero insistente para que lo reconociese. Por otro lado, era un hombre muy organizado y a los Epilépticos nos encanta eso. Solo he conocido a otra persona que use la misma metodología de trabajo, y aunque su profesión también comienza por las mismas letras (P-S-I) es Psiquiatra no Psicóloga. Enrique se planificaba anticipadamente nuestras sesiones y desde luego tenía en cuenta que trataba habitualmente con personas que no estábamos entonces muy "potables", por algo íbamos allí y no era para pasar el rato. Hablando de gente no demasiado potable por ejemplo, esperando en su consulta a que me llegara el turno me topé con una madre y quien acompañaba a su hija a esa consulta porque, tal como hablaban, casi a gritos, la hija se tiraba al padre en la ducha y en otras partes. Parece que tenía verdadera ansia por hacerlo y acudían a ver si con cierta terapia desaparecía esa ansia. Y juro por San Pantunflo de la Zapatilla que no me aproveché de la situación a pesar de las miraditas que me echaba la chiquilla, claro que quizá se las echaba al cactus del rincón que tenía cierta forma fálica. Bueno por mi parte, a mis 16-17 desaparecí de la escena de Don Enrique.

Ahora que pienso y dejando aparte a Enriquito, hoy mientras estaba en el ascensor de la Biblioteca de enfrente de mi casa, me he entretenido leyendo un letrerito que decía algo así como "comunícanos la mejor experiencia que hayas vivido en nuestros ascensores FAIN". Bueno, ignoro si sería un ascensor de la marca Fain, pero yo sí que tuve alguna que otra experiencia en un cacharro de esos cuando era un pequeño pitufo sin gorro, sin Gárgamel, rubito y con ojos gatunos. Fue en Pío XII frente a Nuevo Centro en una Academia estudiando algo de Informática (Access 99), ¡toma geroma que recuerdos con Franco era otra cosa! (por cierto, tanto choteo con Franco y el 23 F en Valencia con el Millans del Bosch de las narices yo me di cara a cara con un tanque en plena Ingeniero Manuel Soto estilo la foto de la Plaza de Tian An Men de China, cuando en Valencia aún no habían quitado una valla que rodeaba los actuales Tinglados y el Puerto de Yates). A lo que iba, en el ascensor de esa Academia de informática, aunque yo no era de ningún modo la única persona de sexo masculino allí sí que lo era al utilizar el ascensor para bajar a la pute rue. En cuanto al sexo femenino no me preguntéis porqué pero estaba bien representado al respecto. Vamos, que me sentía agradablemente acompañado con unos acercamientos por la Tramontana y otros por el Migjorn en mis bajadas al tráfico urbano, porque de ahí cojía el autobus y ya sabemos cómo es el bus en la ciudad del Turia que acercamientos allí no faltan cuando eres un rubito con los ojos de un Adrien Agreste para quien no cambian de color al decir "¡Black, garras fuera!".

Un apunte, me han toqueteado el trasero en el bus muchas veces, mujeres, hombres y viceversas, pero el que mejor lo hizo fue un tío de unos 50 cuando yo tenía unos 20, un verdadero virtuoso de lo suyo todo hay que decirlo. Eso solo lo supongo, pero lo debió hacer para que me fuera con un jovencito que le acompañaba y que debía ser menor, no sé si era su "amigo" o si él era un familiar "gay" y quería simplemente iniciar al nano. Solo un año después, y montando en la línea 19 por Xàtiva, había picado esos Bonobús antiguos de cartón donde quedaban marcadas las paradas, horas y fecha en las que habías cogido el bus y una mujercita de unos 16 si llegaba a la edad se colocó en medio del pasillo del coche por donde yo tenía que pasar. Cuando pasé hube de apartarla, juro por Thor y Melkart que intenté no tocar o quizá no lo intenté con todas mis fuerzas. En cambio hace muy poquito pero estando ya en marcha el bus n.º 92, tan solo me metió la teta directamente en plena mano, pero directamente ¿eh? una abuela de unos 70 y lo hizo aprovechando que el autocar da esos frenazos que te tiran de golpe unos metros de delante para atrás y al revés, yo tenía la mano semiabierta y … ¡flop teta endins!. Cierto que hace tan solo dos años se nos insinuaron a mi padre y a mi cuando íbamos en el tranvía unas jovencitas, pero la que finalmente hizo efectiva la insinuación acercando su traserazo a mi padre, por su modo de actuar con nosotros y con sus compañeras y además su forma de vestir creo que era algo sumisa. Y con lo de traserazo no quiero cometer una incorrección llamándola gruesa, que no lo estaba sino todo lo contrario, pero menudo bombo, que ni el de Manolo el del Idem.

lunes, abril 22, 2019

Sierra Calderona y Olivera Morruda


Vamos a ver, cerca del chalet pero ya en la Provincia de Castellón, hay que tener en cuenta que el chalet está en Valencia pero en el límite provincial, hay una Masía que antiguamente era un simple Refugio de Cazadores. En ese Refugio se comenzaron a hacer comidas que tuvieron bastante éxito y se transformó rápidamente en la Masía de Ferrer. Se encuentra muy cerca de Segorbe y se entra desde el Sur por una rotonda en un camino con un túnel donde pone Camino de Cabrera. Unos 100 m antes de la Masía está la Olivera Morruda, un árbol protegido increíblemente grueso y que vale la pena fotografiar. Por cierto, en la Masía si os gusta comer pedir codillo, la especialidad de la Casa, pero reservar antes que es pequeño y está muy solicitada la cocina de allí. Si os gusta andar yo preguntaría si se puede ir y visitar la Masía del Coronel ya que es privada y de paso sacar unas fotos. Por otro lado, por el Camino asfaltado por el que habéis venido hay varias lagunas que serían ideales para ir con los nanos y que hicieran el cabra un poco. Hablando de otra cosa mariposa, el chalet está en las estribaciones de la Sierra Calderona pero por el Norte se encuentra otra Sierra, la de Espadán. En la Sierra de Espadán hay un pueblecito llamado Aín. Aín es el típico pueblo árabe todo lleno de casas blancas y calles estrechas que es fenomenal fotografiar pero que no es tan fenomenal ir en coche hasta allí. Entre sus callejas existe un antiguo molino reconvertido en restaurante de comidas exquisitas pero un tanto carillas, el Molí del Duc. Antes de llegar al pueblo hay un puentecito y aún antes otro pueblo llamado Eslida, y frente a él una Fuente con el nombre de Font de Fosques que se subdivide en Font de Dins y Font de Fora unidas por una corta senda. Un apunte, si tienes algo de tiempo te puedes meter hacia Eslida y preguntar con toda educación por donde se va hacia Artana porque os gustaría ver un aljibe árabe que hay en la Carretera, Maria Cristina creo que se llama. Se llame como se llame, entre lo que hay es lucha a brazo partido entre Eslida y Artana para ver quien se queda con la fuente y sus derechos, por tanto cuidar la educación al preguntar y escoger con precaución a quien hacer la pregunta.

Olivera morruda
Oliera morruda

Ermita de Artana
Ermita de Artana


Si me quedaba en la parte de la Sierra Calderona podía empezar mis caminatas por la Font del Llentiscle cerca de Serra, continuar hacia la Masía de Tristán vía la Font del Poll. Claro que saliendo de esa misma Font del Llentiscle, te encuentras un desvío tipo rampa cuesta arriba que pone “rebalsadores”. Bien, te la subes como puedes, haciendo fuerza de pedales, usando bastante los frenos, meneando el manillar a derecha e izquierda, y una vez arriba es como un dédalo formado por caminos y pasajes en la cabeza de la montaña y al fondo un impresionante Mirador que podríamos tomar como una especie de meta u objetivo al que dirigirse. Volviendo abajo conforme te vas acercando a la Masía de Tristán el camino se vuelve más y más accidentado, habiendo dejado de lado una bifurcación a la Cartuja/monasterio de Porta Coeli, a Olocau, a la Font del Berro y Font del Marge. Recuerdo que pasando la bifurcación a Porta Coeli por el otro lado había un caminito que llevaba a una casa destartalada y que soplabas y se iba por los aires y donde vivía al que llamaban por la zona “Búfalo Bill”. No sé cómo oí hablar de ese hombre que vivía solo ahí arriba fui un día y me hice amigo suyo. No fue difícil, fue más difícil encontrarle, porque todos me decían “Búfalo Bill” por ahí, por ahí, por ahí, hasta que al final, a fuerza de andar y desandar caminos le encontré. Vivía en una casita de dos habitaciones con una mecedora de esas entretejidas casi a punto de romperse por vieja y una silla. Un pequeño camastro que se adivinaba en la habitación interior que no era muy amplia - casi un cuarto de trastos - y una mesa. Supongo que cocinaría en un hornillo de esos portátiles, no lo sé. Nos pasábamos largos ratos hablando de lo que nos interesaba a ambos: por donde se iba mejor a los sitios (qué camino quiero decir), la caza o fauna local que había visto recientemente, los avances de la “Civilización” y sus caminos asfaltados … y un día ya no apareció, no sé lo que ocurrió realmente. Bien, no hablemos de cosas que no tienen solución. Si se quiere, se puede continuar siguiendo lo que parece una pista forestal cuesta abajo desde Tristán hacia la Masía del Coronel. Pero solamente una cosita, la Masía de Tristán normalmente la alquilaba la Conselleria o algún Municipio en la temporada de vacaciones para que acampasen chavales o algo parecido pero la del Coronel era propiedad privada, desde luego estoy hablando no de la actualidad sino de cuando yo iba por ahí, el 2000 aprox. No sé ahora pero creo que hace algún tiempo tenía algo que ver con el Valencia Club de Fútbol y que Penev u otro jugador (no recuerdo bien quien me dijeron) de la plantilla lo llevaban en helicóptero a ese lugar que tenía todo tipo de animales. Antes de llegar a la Masía, el camino se metía en una especie de recodo semicircular y se medio-sumergía entre matojos espigados donde solían aparecer de golpe conejos e incluso codornices. Unos pasos más y llegabas al Romeral, que era, bien, un bosquecito donde había un chalet que otro pero más bien pocos dada la falta de comunicaciones terrestres y la mala conducción de agua de esa zona. De ahí ya directo al Coronel después de girar 90 grados a la izquierda, pero casi se me olvida, antes de llegar al Romeral y viniendo de Tristán se tenía a la derecha la parte de atrás de la falda de Peñas Altas. Si se encontraba uno con ganas, podía intentar la escalada. De inicio solo se encontraban caminos de cabras e incluso alguna colección de cagarrutas redondas, que recordaban a la que mi madre de niña le ofreció junto con otros nanos a otro niño en Eslida cuando veraneaban “si quería un caramelito” me parece que le preguntaron y el muy bastorro va y tragó … literalmente. Desde que me lo contó, el Flan de Chocolate que me hacía desde luego me lo zampaba porque soy goloso, pero con cierta precaución ¿quien sabe?. Bien, luego se llegaba a un camino algo más amplio solo comparado con una senda de cabras naturalmente. Ese camino discurría paralelo a la línea de la montaña, de hecho estaba justo en la cima e iba “hacia el Romeral” pero por arriba del monte. Cuando se llegaba ya a la parte más baja de la montaña, tenías que guiarte ya por mero instinto, eso ya era ir a la aventura.