Parque Mortadelo y Filemón

 

Hoy he decidido decidiendo darme un paseo hasta un Jardín de Valencia con el curioso nombre de Parque Mortadelo y Filemón para ver qué había por esos lares. Bueno al cruzar me dijo el barquero las niñas bonitas no … uy perdón, al cruzar la calle de enfrente de mi casa me subí en el bus 19 y bajé al comienzo de la Avenida del Reino de Valencia donde hace esquina con la Avenida Peris y Valero. Justo allí sorprendí a un oso blanco, pariente lejano quizá del oso Yogui, tomando el sol tan ricamente sentado a una silla también blanca.


Oso blanco tomando el sol

Crucé Peris y Valero y me metí por la Calle Escultor José Capuz hasta la parada del Centro de Especialidades Monteolivete donde cogí en bus nº 18 y bajé en el parque central de bomberos. Desde allí fui a pié por la Calle del Bombero Ramón Duart hasta la Avenida Hermanos Maristas donde está el Parque. Ese parque me sorprendió, creía que era un mero parque infantil (y desde luego tiene su zona de juegos con los típicos toboganes y columpios y con una especie de balsa de arena donde podrían contarse cuentos quizá y una tortuga con la cabeza enterrada en el centro, es eso o a la tortuguita le han descabezado prematuramente) pero es un jardín muy frondoso e ideal para gente que quiera pasear y sentarse a la sombra. Ya que tal como dije que la parte de Blocs-Platja situado en el Cabanyal-Canyamelar se podría decir que era el “paraíso de los guiones”, este jardín es “el paraíso de los bancos para aposentar el cucu”.


Entrada infantil


Columpios y demás


Tortuguita


Muxo Ruso en Rusia y muxo banco en banquilandia


Vista interior del jardín


Tejados de enredadera


Frondosidad


Caminito enlosado
 

Y ya al final del jardín, enfrente de donde el oso que vi tomando el sol al principio que sería quien con más probabilidad dejaría la huella de sus glúteos en un banco, vi un árbol hendido por el rayo y en su mitad podrido por las lluvias de Abril y el sol de Mayo, bueno vi un árbol sí que tenía pinta de haber vivido unas cuantas primaveras.


Huella de las nalgas del oso blanco


Árbol anciano sin bastón

Por cierto, al darme una vuelta por el jardín observé que Luisito, el artista local, dejó para la posteridad una frase etérea e inmortal y con una carga sentimental considerable.


Y comieron perdices