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viernes, marzo 01, 2019

Abuela


Hace una eternidad, cuando estábamos entre semana a menudo iba a casa de mi abuela Ramona. La Señora Ramoneta y su marido el Señor Juan en 1933 fundaron un Despacho en su vivienda particular en la zona del Cabanyal tan de moda con la Prolongación de la Avenida Blasco Ibáñez, donde él trabajaba de Secretario Judicial. Mi abuelo fue una persona muy respetada en su profesión, por su clientela y por la gente de la contornada que lo consideraba una persona de la que podían fiarse, mientras su esposa cogió la costumbre de ir al Mercado a hacer clientela cuando ni siquiera estaban montados los puestos de venta. Bien, yo de nano visitaba a mi abuela y hacía el cafre en el despacho de mi abuelo, con ella detrás “anda cariño deja al abuelito trabajar tranquilo”. Recuerdo que la casa de mis abuelos era la típica casita del Cabanyal de planta baja y piso, bastante antigua, con una escalera que se podría calificar de diabólica, con esos pasamanos tan intrincados según mi parecer plateados a mano, con varios escalones desiguales, viendo a mano izquierda como una banda de azulejos que cubría toda la pared a la altura de tu cintura según ibas descendiendo por “eixa escalereta del dimoni” que seguramente era digna de un museo. El suelo de toda la casa por supuesto estaba en consonancia con los escalones dada la humedad e la zona y la antigüedad de la casa en sí. Y para rematarlo justo al fondo junto a una cocina bastante crecidita había otra estrecha escalera que conducía hasta una especie de trastero y de ahí hasta la cumbre mama hasta la cumbre (hasta el tejado para entendernos). Vamos que para un niño era una delicia hacer el cabra por esa casa, porque yo ya de mayor he sido bastante tranquilo, pero un niño es un niño. En la parte posterior había otra vivienda, pero creo recordar que era de otra persona, solamente había trastos amontonados en ese lugar y un adulto no cruzaría evidentemente de una vivienda a otra, pero estamos hablamos de un enano y yo crucelo. Aproximadamente en el centro de la casa estaban los dormitorios sin ventanas de ningún tipo quiero decir. Personalmente me he quedado a dormir en esas camas y puedo decir que para un niño es algo fenomenal. Duermes sobre algo mullido y blanco y a la vez algo duro como una peladilla, es algo acogedor desde luego siempre me sentí divinamente en esa casa y en esa compañía. Junto a la casita de mis abuelos había otra muy cuca ocupada por un matrimonio mayor. Tenían un jardín con una pequeña fuente donde solían guardar un cochecito de esos que aparcan en cualquier lado. Mis abuelos y ese matrimonio eran muy amigos y yo me bajaba a menudo para jugar con una tortuguita que tenían en su jardín.

Un día que fui a casa de mi abuela y mi abuelo no estaba no recuerdo ahora el motivo, nos sentamos a la mesa dispuestos a probar la deliciosa comida que nos haría Ramoneta. Mi abuela tenía una nevera vieja blanca y de puerta redondeada. Y de allí sacó una botella de gaseosa de esas de antes que tenía el cristal tan grueso y llena de gotitas de humedad. La botella la puso en el centro y comenzamos a jalar. Estábamos la mar de contentos, nos había hecho un arrocito de pescado que le quedaba de lujo y todo eran chistes. De golpe y porrazo noto algo húmedo en mi cara y le digo a mi abuela “Abuela, tengo algo mojado”. Mi abuela y los demás me miran y ven que tengo la cara llena de sangre. De momento se quedaron todos sin saber qué hacer, incluido yo naturalmente. Luego vimos claro que la botella de gaseosa había estallado de repente, un trozo de vidrio salió despedido y un centímetro más y me deja tuerto. Mi abuela pensó rápido, debió recordar el cochecito de los vecinos, les llamó y les contó lo ocurrido. Bueno, enseguida me llevaron a la Casa de Socorro que estaba en la actual Comisaría de Policía Local de la Plaza de la Armada E spañola y allí definitivamente ya vieron que no era nada del otro mundo aparte de lo peligrosa que había sido la herida. Me lavaron bien la sangre de toda la cara y me pusieron una venda bastante aparatosa que yo más bien parecía un clon de Dar Vader. Después de un tiempo me quedó una cicacitricita de medio dedo junto al ojo izquierdo. Bueno, ya tenía algo de lo que fardar en el Cole.


En procesión con mi abuela Ramona en Domingo de Ramos de 1971 en el Cabanyal. Valencia
Domingo de Ramos de 1971  con mi abuela


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