Recuerdo vagamente un viajecito que hice yo solo con mi padre mano a mano, lo que significaba tragarme todo el humo de su puro. Porque en esa época raro era el momento en el que no se le encontraba un puro en la boca. Sus amigos en las bodas y cumpleaños le regalaban habanos naturalmente; si no ocurría así, iba enfrente del despacho donde trabajaba porque había un Estanco y compraba esos puros estrechos y retorcidos que parecía que le encantaban, aunque con ocasión a un viaje que hizo a Italia con mi madre hace tropocientos años tomó conciencia (como Skynet en Terminator) de la existencia de los Toscanos Garibaldi, esos puros finitos y aromáticos con pinta de ser carillos. Además, como buen valenciano fumó bastantes Caliqueños. También probó algún que otro farias y varios pata de elefante cuando se pusieron de moda. Solo que al final hubo de reducirlo por problemas de salud a un puro semanal que se fumaba el Domingo después de comer. Pero en ese viaje yo debía de tener 16 así que él tendría 50 si no he calculado mal que esto se me da de pena - en el colegio si aprobaba las mates era de puñetero milagro - . Vamos, que el humo me lo llevaba de regalito fijo, menos mal que como casi todos los conductores le gustaba abrirse la ventana del Triana que era el coche que nos llevaba esa vez, y además era de los conductores que sacaban medio codo al conducir. En esa ocasión decidimos ir a la localidad castellonesa de Cabanes donde había ciertos parajes para fotografiar, además mi padre tenía el deseo de subir a unas montañas llamadas Serratella a las que se podía acceder fácilmente desde allí, o al menos eso creíamos.
El viaje hasta Cabanes fue muy plácido, fue el típico viaje siguiendo la ruta de la costa, simplemente cuando llegamos a la altura de Benicàssim nos desviamos a la izquierda hacia allí, el caminito era bastante cuco, fuimos hasta la Torre d’En Domèmech e hicimos algunas fotografías. He consultado Internet y parece ser que la nomenglatura de las carreteras para ir de Cabanes a Serratella es la misma que cuando fui yo hace eones, lo que no sé es si las habrán arreglado desde entonces porque eran estrechitas de cagarse, el Triana cabía jutito jutito y lo pasé fatal en las curvas que supongo que un camión con remolque se lo pensaría antes de ir por esa ruta. Del pueblo en cuestión de Serratella no puedo decir nada porque pasamos de largo y tan solo puedo enlazar con su Ayuntamiento y poner una foto de Internet. Tras subir hasta la cumbre de esas montañas continuamos hasta llegar a Albocàcer del que igualmente pasamos olímpicamente. Entonces nos desviamos a la izquierda hacia San Pablo donde paramos a comer. En ese lugar comí de cine, era una especie de molino antiguo verdecillo con una ermita que me recordó no sé porqué a algún lugar de la Sierra de Espadán de esos plácidos y con los sonidos de la naturaleza de fondo. Y ya con la panza llena nos volvimos por la carretera del interior visitando toda la ristra de los típicos pueblos de la huerta adyacentes a Valencia. Lo dicho, todo era coger buen tiempo en la subida a la Serratella, los paisajes eran fabulosos para fotografiar y desde luego como remate en esa zona de Castellón se come muy requetebién.