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domingo, agosto 27, 2023

Dainichi - Ramón Vilaró

Dainichi de Ramón Vilaró.


En el Siglo XVI un jesuita navarro llamado Francisco Javier parte en un junco pirata chino y llega a las costas de Japón, a la zona de Satsuma (no la modalidad de mandarina, sino un feudo donde gobernaba el Daimio Shimazu Takahisa cuando en japonés solo sabían que para dar las gracias había que llamar al gato Ari). El Daimio no terminaba de querer dar su permiso para que se predicase una nueva religión y estaba más interesado en los arcabuces que usaban en occidente y en intentar construir unos propios para futuras guerras con otros Daimios y tan solo ofreció a Javier tolerancia para que predicara por su cuenta. Eso sí, ofreció a los misioneros una especie de casucha que los jesuitas convirtieron en su sede. También chocan con unas tradiciones ya establecidas en el budismo llegado siglos antes de Corea y evidentemente con la religión local shintoista. Finalmente descubren que los japoneses son curiosos a novedades venidas de fuera, sobre todo a escenificar ritos cristianos en misas y procesiones, pero les gusta poder llamar a las cosas con nombres que puedan identificar. Por ello, y tras algunas deliberaciones deciden predicar el nombre de Dios bajo el nombre local de Dainichi.
El libro está bien escrito y estructurado, aunque nunca había oído hablar de ese autor. Hay que decir que en un comienzo Francisco Javier no pensaba mucho en Japón y llegó allí casi por casualidad, lo que quería era llegar al gigante que era China y evangelizarla.

sábado, agosto 26, 2023

Jardín Plaza de Santa Apolonia

 

Bueno, hoy tocaba ir al Jardín de la Plaza de Santa Apolonia. No, hoy no ha habido ningún malévolo conductor de autobús que se ha negado ladinamente y con una risa siniestra a abrir la puerta del bus que conduce como sé muy bien que ocurrió en mi salida del Parque de la Calle de Industria. Aquí simplemente me bajé en la parada del bus 92 de Vicente Beltrán y justo enfrente está el Jardín de la plaza de Santa Apolonia. Ese jardín me ha parecido de lo más ordenado, un lugar donde cada cosa tiene que ir en su sitio, y donde solo un maniático como Hercules Poirot o el quisquilloso detective Adrian Monk y sus toallitas pueden encontrar fallos.

 



 

 

Luego me dije este parque es bonito, pero es que es pequeño y no daría para mucho, así que me puse a buscar El parque de Gas Lebón que estaba allí al lado. Pero no sé cómo, me perdí un poco, solo un poco eh? no os vayáis a creer, quizá fue la pintada de "viva Putin" que me encontré la que me desconcentró algo. Pero al final me hinqué de rodillas y recé eso de "Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me dejes solo ni de noche ni de día". Y mira si hay gilipollas que el ángel se creyó que le rezaba en serio. Pero bueno, es que gracias a eso casi tropiezo con la Calle de Gas Lebón. Enfrente había un parque, no era el del Gas Lebón, pero me dije voy a comentar ese y así completo un poco lo de la Plaza de Santa Apolonia.
Este es un jardín dividido en dos. La parte más natural con una serie de árboles y una muy pequeña zona infantil sobre una especie de espuma neumática bastante mullida ya que el "suelo" del parque es tierra cubierta de pinocha. La otra parte son unas instalaciones deportivas con chavales dándole al futbolín. Cuando estaba descansando en un banco, un chico salió de la zona de juegos, se acercó a la zona natural donde hay una fuente de las de antes, le dio al grifo pero no salió agua, le golpeó amistosamente entonces en un lateral como si estuviera felicitando a un amigo por una jugada maestra con el balón, y entonces sí salió el líquido dador de vida. Justo al lado de nuestro pequeño héroe había un dibujo que habría hecho algún compañero del chico y que representaría a un profesor malcarado o quizá a su Mister si no lo querían mucho que le tenía un cierto parecido al malo de Tintín (Roberto Rastapopoulos, Marqués de Gorgonzola).

 


 






sábado, agosto 19, 2023

Parque Calle Industria

 

Bueno, después de un parón por el puñetero calor, me he hecho el ánimo y me he dicho que iba a comenzar a salir para no quedarme anquilosado en plan momia. Lo que he hecho ha sido empezar con algo simple. Me he ido a un jardín de barrio llamado Parque de la Calle Industria. Claro que el Bus 32 no ha parado en mi parada de Ayora sino en una llamada Humanista Furió y me ha tocado andar. Me han dado algo de yuyu caminar con mi bastón sobre las baldosas algo gastadas que hay a lo largo de la Calle Justo y Pastor, claro que eso es igual solamente debido a que he estado un montón de tiempo parado mano sobre mano en mi casa solo caminando hasta Mercadona. 

Bueno dejemos eso, cuando entré ya por la Calle industria y anduve en dirección a la Av. del Puerto, la primera curiosidad con la que me topé fue la Plaza del Grabador Planes, pero lamentablemente me la salté, por lo que solamente puedo poner un enlace web. El enlace que he encontrado es de la Web de venta de inmuebles Idealista, o sea que solo puedo deducir que se trata de vender o alquilar el inmueble que hay allí, que es un Centro Ocupacional Municipal. Después de cortar el nudo gordiano y cruzar la Calle Jerónimo de Monsoriu, calle que después de atravesar el jardín de Ayora cambia su nombre por Calle Ramiro de Maeztu, lo primero que me llamó la atención fue la Plaza del Arquitecto Francisco Javier Goerlich Lleó a la que se accede por la Calle Industria. Desde allí vi un acceso en el n.º 36 de esa callé,y unos 20 metros más adelante otro acceso que igual está adjunto al primero en cuanto a la numeración o que lamentablemente ha perdido el numerito. El interior parece ser una estructura rectangular, cuya “corteza” estaría formada por una hilera de viviendas, y el centro es una edificación blanquecina con arcos como el rancho de JR en Dallas, aunque creo que tienen previsto convertirlo en Centro Cívico. 

 

 

Nº 36 de la Calle Industria



Adjunto al nº 36 de la Calle Industria




Rancho de JR o quizá futuro Centro Civico

Continué caminando y llegué al jardín en sí. No es un gran jardín, aunque con esto no os descubro nada porque es un jardín de barrio, pero cuando entré me pregunté “pero para qué demonios sirve eso?” es una verja que rodea ciertos espacios del parque. Pregunté por allí, sí pregunté, que también sé hacerlo, así que a callar y a leer que supongo que eso sí sabréis hacerlo y sino se aprende (ya se sabe, la b con la a hace ba, la c con la e hace ce, y así se continúa …) bueno, pregunté pero no se sabía un pijo, o sea nada, de para qué servía la dichosa verja. Es una mera suposición claro y puedo equivocarme claro, pero como la verja rodeaba espacios de juego infantiles igual era para que no se les escapase la pelota cuando jugasen y se fuera directa al tráfico.





Al centro encontré una especie de ruedo enladrillado que puede servir para patinar o para bailar y para que los papás avergüencen a sus hijos adolescentes empujándolos unos contra otras. Y bailando ellos mismos, haciendo el elefante él y ella.





Al fondo hay un árbol enorme y digno de ver que espero siga en ese jardín de barrio mucho tiempo y no lo reubiquen a otro más céntrico. Y en el mismo banco desde el que hice esa foto al árbol averigüé que un seguidor del Papa Juan Pablo II estaba en la zona y escribió una abreviatura de la famosa Encíclica de ese Papa llamada popularmente Totus Tuus.





 

ERGO SUM

 

Wikipedia

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