Bueno, hoy tocaba ir al Jardín de la Plaza de Santa Apolonia. No, hoy no ha habido ningún malévolo conductor de autobús que se ha negado ladinamente y con una risa siniestra a abrir la puerta del bus que conduce como sé muy bien que ocurrió en mi salida del Parque de la Calle de Industria. Aquí simplemente me bajé en la parada del bus 92 de Vicente Beltrán y justo enfrente está el Jardín de la plaza de Santa Apolonia. Ese jardín me ha parecido de lo más ordenado, un lugar donde cada cosa tiene que ir en su sitio, y donde solo un maniático como Hercules Poirot o el quisquilloso detective Adrian Monk y sus toallitas pueden encontrar fallos.
Luego
me dije este parque es bonito, pero es que es pequeño y no daría
para mucho, así que me puse a buscar El parque de Gas Lebón que estaba allí al
lado. Pero no sé cómo, me perdí un poco, solo un poco eh? no os
vayáis a creer, quizá fue la pintada de "viva Putin" que
me encontré la que me desconcentró algo. Pero al final me hinqué
de rodillas y recé eso de "Ángel de la Guarda, dulce compañía,
no me dejes solo ni de noche ni de día". Y mira si hay
gilipollas que el ángel se creyó que le rezaba en serio. Pero
bueno, es que gracias a eso casi tropiezo con la Calle de Gas Lebón.
Enfrente había un parque, no era el del Gas Lebón, pero me dije voy a comentar ese y así completo un poco lo de la Plaza de Santa Apolonia.
Este
es un jardín dividido en dos. La parte más natural con una serie de
árboles y una muy pequeña zona infantil sobre una especie de espuma
neumática bastante mullida ya que el "suelo" del parque es
tierra cubierta de pinocha. La otra parte son unas instalaciones
deportivas con chavales dándole al futbolín. Cuando estaba
descansando en un banco, un chico salió de la zona de juegos, se
acercó a la zona natural donde hay una fuente de las de antes, le
dio al grifo pero no salió agua, le golpeó amistosamente entonces
en un lateral como si estuviera felicitando a un amigo por una jugada
maestra con el balón, y entonces sí salió el líquido dador de
vida. Justo al lado de nuestro pequeño héroe había un dibujo que
habría hecho algún compañero del chico y que representaría a un
profesor malcarado o quizá a su Mister si no lo querían mucho que
le tenía un cierto parecido al malo de Tintín (Roberto Rastapopoulos, Marqués de Gorgonzola).
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