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lunes, octubre 04, 2021

Proyecto de Viaje a la Luna ( I Parte)


 

Hace poco he empezado un libro, no de Julio Verne sino SOBRE Julio Verne. Y me he dicho, ¿por qué no? voy a comenzar a escribir un relato sobre el proyecto del VIAJE A LA LUNA de un pueblo de la Antigüedad. Desde luego, esto sería un relato fantástico, con nombres propios inventados de una civilización de la que se sabe muy poco. Pongo enlaces hacia blogs o páginas que explican lo que sí se sabe. En fin, empiezo.

Hace un montón de tiempo (S. VIII A.C.) un Rey de Etruria o “lucumo” escuchó del capitán de un navío recién llegado a puerto que el animal fabuloso, hijo de Tifón y la ninfa Equidna, llamado Quimera, que había matado el héroe Belerofonte a lomos del caballo alado Pegaso en la leyenda griega, tenía su guarida al otro lado del tempestuoso mar, más allá del asentamiento de Aleria. El rey, en su condición de Sumo Sacerdote, ofició una ceremonia oráculo a Tinia, gobernante de los cielos etrusco, ayudado por un Arúspice formado por el prestigioso Sumo Sacerdote Velsu, y finalmente tras la lectura de sus entrañas, el animal le fue sacrificado. Igualmente, se le hizo una ceremonia similar al dios de las aguas Nethuns. Y cuando se acabó la ceremonia, el rey decidió enviar cinco birremes desde Aleria hasta el lugar donde se ponía el Sol. A pesar de que el oráculo había sido propicio a la travesía y que los sacrificios se habían realizado puntualmente, tan sólo una birreme llegó a la playa donde se encontraba el poblado ibérico de Diniu, lo que actualmente es Denia.

Andando el tiempo, una pequeña colonia se fundó en la costa de la tierra de la Quimera como la llamaban los Etruscos, o la tierra de los conejos como la llamaron los romanos. Esa colonia prefería tratar con las colonias griegas y fenicias de alrededor, más que con su Etruria natal. Hay que reconocer que pocos fueron los gobernantes que destacaron en esas tierras, salvo quizá uno llamado Ot que llegó al poder habiendo pasado ya Siglos y se autoproclamó rey del lugar. Un día este “rey” escuchó de un mercader heleno una leyenda traída de un país muy lejano (no el de la Princesa Fiona de Shrek sino otro) y misterioso llamada Leyenda del Conejo de Jade. En esa leyenda se narraba que este conejo se encontraría en la luna acompañando durante el día a una mujer muy hermosa llamada Chang’e mientras que por las noches preparaba un elixir de la vida para ella. Evidentemente, Ot quiso llegar a la luna cuanto antes: en primer lugar porque allí había una mujer hermosa, en segundo lugar por la curiosidad de saber si había un conejo en un lugar tan pequeño que cabía entre sus dedos índice y pulgar cuando los juntaba por sus yemas en círculo y miraba a través de él, pero sobre todo por el elixir, desde luego ¡sería idiota si no intentara hacerse con él! Pero lo primero era sacrificar algún animal y consultar su interior para predecir el futuro de la deseada empresa expedicionaria. Así que vuelta a empezar con lo mismo. Un Arúspice formado en la prestigiosa Academia de la Ciudad-Estado de Velzna, ofició al dios Tinia una ceremonia al respecto. Como el etrusco era un pueblo bastante religioso, también se le realizó una ceremonia similar a Uni, diosa suprema etrusca y esposa de Tinia, a Ani, dios del Cielo, a Nortia, diosa del destino y la suerte, y puesto que en su mente colectiva, la Luna debía estar indefectiblemente unida al Sol, a Usil, dios del Sol. Tan sólo la lectura de las entrañas del animal ofrecido al dios Usil no resultó favorable a la empresa expedicionaria. Se debatió mucho sobre si no se debería ir a la expedición o sí se debería. Unos argumentaban que Usil no formaba parte de la triada principal de dioses etruscos pero sí que era un dios importante, aunque como tanto Tinia como Uni, el dios supremo y su pareja, habían dado el visto bueno, se podía ir. Otros estaban más preocupados, decían que si un sólo dios importante estaba en contra, se había que olvidar todo el asunto. Lo malo era que los que estaban más en contra de ir a la luna, eran los que formaban parte de la facción militarista en alza en aquellos momentos en Etruria y su entorno, y era esta facción la que precisamente debía de actuar de una manera más activa durante la expedición. Ahora bien, la voluntad del rey Ot era decisiva en aquel entonces, y desde luego que él sí quería ir. De forma que la facción “dura” de los militronchos no tuvo más remedio que doblegarse ante su rey.

 

 

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