Hoy he ido a Sueca, localidad situada en la línea de tren C-1 entre las poblaciones de Sollana y Cullera.
Cuando mis naves arribaron a la tierra extraña de Sueca, lo primero que admiraron mis cansados ojos fue el Paseo de la Estación. Con sus pilares falo-morfos, incrustados de tablillas cerámicas. Eso duró poco “time”. Cuando levante la vista, me pregunté ¿qué demonios será eso? Parecía, no sé lo qué parecía. Quizá una cárcel en una película de esas en las que se intenta recrear una Civilización de épocas pasadas en un futuro lejano tras haber pasado algún tipo de evento post-apocalíptico. El edificio se asemejaba algo a la cárcel de la película Cadena Perpetua, pero parecía que el de Sueca estaba construido de arenisca en lugar de piedra, aparte de ser ligeramente más claro. Bueno, al final de cárcel nada, y espero que no se enteren que le he llamado así, porque es El Hogar para Ancianos Sagrado Corazón – Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Crucé las vías, y entré por El Carrer del Sequial en pos del Ateneo Sueco del Socorro de estilo modernista, que se encontraba en esa dirección, y que se construyó en 1927. Ese Ateneo tiene una lámpara digna de un salón de te inglés, y está montado como un pequeño teatro, con unas escalinatas para subir al piso superior y una barandilla de separación para evitar una caída inoportuna hasta el suelo, y que se decore con otra cosa que no sean los azulejos en forma de colmena. Al otro lado de la Calle, en una zona llena de arcadas y columnas, con un increíble techo alargado cruzado insistentemente de finas vigas de madera, se encuentra La Sala Municipal D’exposicions “Els Porxets”. En ese lugar estaría muy bien tomarse un cafetito bajo las arcadas, porque cafeterías allí no faltan. De ahí di unos pasos hasta encontrarme frente al Ayuntamiento de finales del S. XVIII, y la Casa Santamaría que sirvió para ampliar las dependencias municipales y que se erigió hacia el tercer tercio del S. XX. Entrando por el Carrer del Mercat, te encuentras con un pasaje muy cuco llamado Pasaje Vallés donde hay cafeterías antiguas y en cuya puerta pone que se inauguró en 1860. Ese pasaje tiene unas ventanas y balcones que supongo que estarán protegidos, y sino ya les vale. De camino al Carrer de Sant Josep por el que había preguntado y de casualidad di con la pequeña capilla del Santissim Christ de l’Hospitalet de mediados del S. XVIII. Llegué al Carrer de Sant Josep encontré la Casa de Pasqual Fos y la de Joan Fuster, así como la Casa Collantes, y otra casa cuyo nombre desconozco pero que me llamó la atención. La Casa de Pasqual Fos se construyó en 1909, la de Joan Fuster en 1917 y la Casa Collantes en 1926. En la misma calle, pero en el lado contrario, hay una especie de castillito de fantasía, al que solamente le falta el ogro malo malote, como Nelson Muntz de los Simpson, que ha secuestrado a la bella princesita de largos y rutilantes cabellos. Pero en lugar de decir ¡ HAAA HAAA !!!, el ogro reparte chocolate, porque es La Fábrica-museo-tienda de chocolate Comes, fundada en 1870. Y aunque sea un castillo de fantasía, el enrejado de las ventanas y los balcones y su recubierta inferior en cerámica son una virguería. Finalmente, llegué a la Plaça del Convent y al inicio de la Ronda Espanya. Allí se encuentra la iglesia de la Patrona de Sueca, la Real Iglesia de Nuestra Señora de Sales. Y justo enfrente, en el inicio del Carrer de la Mare de Déu, en el n.º 74, vi un edificio de aspecto oficial pero muy venido a menos. Tiene planta baja y dos pisos, tres filas de ventanas, en el primer piso se ve el típico balcón alargado para que algunas personas, quienes sean, “salgan al balcón a decir unas palabras”. Y justo en medio de ese balcón aparecen tres mástiles, como si hubieran albergado tres banderas alguna vez. Y ya marchándome, cuando la Ronda Espanya, se transforma en Av. Espanya, pude ver un edificio estrecho, del estilo de la Casa del Ataúd de Madrid, pero más cutre.

























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