La hija de Jefté de Lion Feuchtwanger.
Leyendo este librito me he encontrado con numerosos conceptos que me han llamado la atención. Ya sabéis que me pirro por los dioses antiguos y desaparecidos o casi, he buscado al dios Milkom y como parece que tenía varias denominaciones, el resultado ha sido el dios cananeo Moloch. También he buscado el origen de los Moabitas y Amonitas. Por curiosidad he buscado el vocablo Mizpeh, y me ha salido Mizpa y también he buscado Majanaím, surgiendo Mahanaim. y asimismo me ha llamado la atención las tierras salvajes de Tob de las que se sabe muy poco. Pero la palabra que más me llamó la atención fue Terafines. En traducciones italianas pone que son diosecillos domésticos o ídolos.
Bueno, la historia del libro La hija de Jefté está ambientada en el Israel antiguo, cuando estaba desmembrado y luchando con unos y otros, y cuando Yahvé era un dios de la guerra más que otra bastante exigente con su pueblo. Es la típica historia de Hollywood solo que real. Jefté era el hijo ilegitimo del Juez galaadita Galad pero el más dotado. Su padre al morir le había dejado en herencia las prósperas tierras de Majanaím, pero sus hermanos usurparon el legado y él hubo de huir con un grupo de amigos a las tierras salvajes de Tob. Una vez en esas tierras, Jefté tiene una visión estando en la cima del monte Hermón. Ve un Israel fuerte y unido y se ve a él mismo como conquistador y unificador. Lo curioso es que la madre de Jefté y esposa de Galad era una amonita, y su misma esposa también lo era. Debido a ello y por amor a esas dos mujeres, Jefté solía llevar unos Terafines de dioses paganos anudados a su cinturón.