Hace
unos meses me leí este libro. Me atrajo más que nada, aparte de la
temática, el autor que escribe de una forma bastante estructurada
según mi parecer, aunque eso sí el libro es pelín larguito.
Lucio
Cornelio Balbo es un potentado local de la antigua ciudad hispana de
Gades, la Gadir fenicia, la Cádiz actual. Es sufete de la city y
sacerdote del dios, típico hombre hecho a sí mismo aunque de una
familia pudiente muy similar en eso a César, por eso hay mutua
atracción al encontrarse. Su padre como él ya estuvo a cargo de los
negocios de la familia y como tal consiguió, junto con otros
comerciantes de Gades un Tratado con la Ciudad de Roma. Pero Balbo
considera que las circunstancias han evolucionado y se necesita un
nuevo Tratado Comercial que mejore en lo posible las condiciones para
Gades del anterior. Para tratar de lograrlo se une a Julio César,
primero en la Guerra de Hispania contra Sertorio y su rebelión y más
tarde en Roma misma para ayudarle a que conseguir el poder que
persigue. Aunque he de decir que no solamente conoce a César,
también a Pompello y a tenido contactos comerciales con muchos
hombres de negocios y banqueros de Roma y el mundo romano Craso
incluido.
Por
su parte César está preocupado. No es ningún secreto que su espejo
es Alejandro Magno y sus logros. Y considera que a su misma edad el
rey macedonio ya había cruzado a Asia y ganado medio mundo, mientras
que él, nada más y nada menos que Iulius Caesar, sólo les ha
ganado unas batallas a un grupo de hispanos. Por eso se deja caer por
el templo de Melkaart de Gades donde hay una estatua de Alejandro de
la que se dice que otorga sueños proféticos. Se echa una siestecita
a los pies de la estatua y su sueño lo deja algo alucinado. Sueña
que se acuesta con su propia madre. Lo dicho, alucina, hasta que un
viejo sacerdote se lo explica identificando a su madre con la Madre
Patria, Roma, y claro le dice que unirá su destino al de su Ciudad.