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domingo, octubre 27, 2019

Talos de Esparta - V. M. Manfredi


El libro comienza cuando un noble espartano Aristarcos tiene un hijo que nace deforme y según la Ley lo abandona para pasto de los lobos en el monte Taigeto. El niño se llamaba Cleidemo y en lugar de sucumbir a los lobitos lo encuentra un viejo pastor llamado Critolao miembro del antiguo pueblo guerrero ilota que se encuentra en esos momentos subyugado a los espartanos. Cuando Critolao rescata a Cleidemo lo llama Talos, le muestra donde guarda la armadura y la espada del último rey de su pueblo y comienza a entrenarle, ya que según una ancestral profecía el rey Aristodemo regresará para encabezar la revuelta que liberará al pueblo ilota y en esa liberación cobrará especial importancia una antigua ciudad amurallada ahora en ruinas, Mesenia.

Gúdar

 

Hoy me han invitado a una escapadita para ver la Sierra de Gúdar. Porque aunque la que me ha invitado tiene una vivienda en Gúdar mismo, la idea era que hiciésemos una breve visita a la Virgen de la Vega que estaba de fiesta y luego ir a llenarse la barriga a Allepuz a unos 14 o 15 km.

La teórica salida desde Valencia era a las 9,30. Solo que nadie estaba a la hora; a unos se les había pegado las sábanas y se habían levantado demasiado tarde, otros no llevaban ropa de abrigo ya que allá arriba habría diferencia de temperatura, otros querían desayunar antes …, un verdadero desastre. Vamos que entre unas cosas y otras al final salimos a las 10,20 más o menos. Nos fuimos por la llamada Autovía Mudéjar camino de Teruel. Llegamos a la subida del Ragudo donde hicimos el típico chistecito con la rubia de la curva que a ver si teníamos la suerte que nos apareciese que estaba buena y todo eso. Según parece primero nos topamos con la Sierra de Javalambre y finalmente con la de Gúdar. Nos costó entrar en la Virgen de la Vega porque al ser la festividad local aquella carretera parecía un hormiguero humano, pero sorteando aquí y allá como si el coche bailase un extraño parajitos por aquí pajaritos por allá logramos entrar y hacer lo más complicado, aparcar. Mi padre decía que sabía más de iglesia que los propios curas. Desde luego era una pequeña exageración, pero solo pequeña, creo que he visto más iglesias por dentro y por fuera como para llenar varios catálogos, para fotografiarlas naturalmente. Pero mi anfitriona no estaba en la Virgen de la Vega y en su festividad nada menos solo para fotografiarla precisamente. Ella es una persona muy de iglesia y estaba allí para oír misa. Al finalizar la misa tiene lugar la entrada de la Virgen. En ese momento yo estaba en la puerta del edificio, antes de que entren las andas con la efigie de la Virgen, entran bailoteando y dando vueltas tres o cuatro pastores y unas niñas de blanco, todo muy idílico. Luego colocan la Virgen en su lugar habitual en lo alto tras una especie de vitrina, y los fieles van y se turnan para rendirle homenaje y besarle el manto. En ese momento, se me ocurrió sacar una foto con el móvil desde ese fondo de la iglesia a quien me había invitado pues supuse que le gustaría tenerla como recuerdo, pero al ser una foto muy precipitada, cuando tratas de agrandarla sale demasiado pixelada, aún así la quieren como recuerdo. Como curiosidad diré que había una ristra de chopos creo que eran esos árboles que tenían un diámetro que ya ya bordeando la carretera de salida de la población. De allí fuimos a jalar a Allepuz. Ya en la entrada del restaurante nos encontramos con dos bellezas: una silla hecha con lo que parecía un barril, si te sentabas ahí igual acababas un poco mareado; y la hija o sobrina del dueño del local quien se parecía a la Sofie del Inspector Gadget pero en morena. Comimos bastante bien, aunque yo me llené un montón. Personalmente comí migas para primero y lomo para segundo, con las migas habría tenido bastante. Bebí agua para no salirme del guión de lo que bebo habitualmente, pero de postre pedí un mousse de café cuando de postre suelo tomarme un flan y gracias. Una vez comidos, descansamos un poco y nos fuimos hacia el pueblo de Gúdar, pero en lugar de coger la carretera que han hecho actualmente, cogimos una cinta delgada y muy empinada que debió elegir algún caudillo íbero para huir de los romanos. Y como se dice por ahí éramos pocos y parió la abuela, un rebaño de ovejas con su pastora y su perro saltarín se nos metieron en mitad de la carretera ya casi al final de la subida y nuestros conductores tuvieron que poner los frenos de mano porque si no … Además, el motor de nuestro coche tenía poca potencia y se calaba cada dos por tres. Yo iba con una mujer mayor y siempre que ocurría eso nos mirábamos y luego mirábamos los dos a nuestro conductor porque era todo un espectáculo ver cómo se cagaba en todo cristo. Finalmente, la pastora y su perro pudieron apartar algo de la calzada a las ovejas y pasamos, solo que a los pocos metros ya vimos el pueblo. Al final los motores de los coches olían a quemado que aquello parecía una barbacoa de esas de USA que se hubiera estropiciado y abrieron la capota para que se airearan. Mientras mi anfitriona nos enseñaba su casa y las reformas que había hecho en ella. Porque aquello parecía la Cueva de San José que no se acababa nunca. Pero bueno, al final se acabó y volvimos a Valencia. Claro que eso es un decir porque nuestro conductor quien siempre va discutiendo con la propietaria del vehículo, distraído como iba un poco más y gira hacia el otro lado en lugar de en Valencia y acabamos en Teruel. 

 

 

miércoles, octubre 23, 2019

Parque Doctor Lluch


Hace unos años estando en un curso de la Agencia de Colocación del Ayuntamiento de Valencia, una chica colombiana me comentó que de vez en cuando iba a un lugar de encuentro en Eugenia Viñes para hacer cursillos y pasar el rato llamado Espacio Abierto. Tan sólo algunos meses más tarde mi vecina del 1º me lo volvió a mencionar. Desde luego hay muchos Espacios por ahí repartidos, pero el más cercano para mi es el Espai Obert Marítim (frente al Hospital del Carmen y junto al Cuartel de la Guardia Civil por si lo busca alguien). Bien, allá que nos fuimos mi vecinita y yo a inscribirnos, yo a informática, valenciano e inglés, y ella a inglés, valenciano y electricidad. Cuando nos apuntamos tan sólo costaba 5,00 € de matrícula y quizá te pidiesen 1,00 € adicional para fotocopias, anualmente se entiende. Solo que además de los cursos, se realizan eventos que generalmente son interculturales, viajes varios, comilonas de distintos lugares, etc.


Precisamente el 9 de Junio se celebró en el Parque Dr Lluch lo que se llamó la Fiesta del Arroz. Yo estaba en mi casita allá a las 12 y pico y va y me suena el móvil. Que si quería ir a ese Parque a zampar arrocito con unas amigas que estaban por la zona en coche y me recogían en una calle adyacente, y yo que de mil amores, que para llenarse la tripa siempre está uno a punto no?, no mucho claro porque a mi no me cabe demasiado pero algo cabrá o “caberá” como dicen los nanos. Fuimos allá, aparcamos el cochecito en el descampado de atrás del Parque y subimos subiendo. Me olvido decir que mi previsora invitadora me había pedido por el móvil que llevase unas cuantas sillas plegables que ella llevaría la mesa. Una vez montado todo eso, yo me quedé cuidando el mobiliario y ellas se fueron a comprar el papeo a los diversos puestos de comida. Porque la comida aunque es todo arroz puede ser de Uruguay, de Perú, de Bolivia, de Senegal, de Marruecos, de España … Y a todo eso se le acompaña con unos bailes y unas canciones típicas. Lo cierto es que esa fiesta está mejorando cada año, aunque todo hay que decirlo el Parque deja algo que desear en cuanto a limpieza, pero eso es algo que hemos de mejorar entre todos digo yo. 



lunes, octubre 21, 2019

Balbo la mano izquierda de César - León Arsenal


Hace unos meses me leí este libro. Me atrajo más que nada, aparte de la temática, el autor que escribe de una forma bastante estructurada según mi parecer, aunque eso sí el libro es pelín larguito.
Lucio Cornelio Balbo es un potentado local de la antigua ciudad hispana de Gades, la Gadir fenicia, la Cádiz actual. Es sufete de la city y sacerdote del dios, típico hombre hecho a sí mismo aunque de una familia pudiente muy similar en eso a César, por eso hay mutua atracción al encontrarse. Su padre como él ya estuvo a cargo de los negocios de la familia y como tal consiguió, junto con otros comerciantes de Gades un Tratado con la Ciudad de Roma. Pero Balbo considera que las circunstancias han evolucionado y se necesita un nuevo Tratado Comercial que mejore en lo posible las condiciones para Gades del anterior. Para tratar de lograrlo se une a Julio César, primero en la Guerra de Hispania contra Sertorio y su rebelión y más tarde en Roma misma para ayudarle a que conseguir el poder que persigue. Aunque he de decir que no solamente conoce a César, también a Pompello y a tenido contactos comerciales con muchos hombres de negocios y banqueros de Roma y el mundo romano Craso incluido.
Por su parte César está preocupado. No es ningún secreto que su espejo es Alejandro Magno y sus logros. Y considera que a su misma edad el rey macedonio ya había cruzado a Asia y ganado medio mundo, mientras que él, nada más y nada menos que Iulius Caesar, sólo les ha ganado unas batallas a un grupo de hispanos. Por eso se deja caer por el templo de Melkaart de Gades donde hay una estatua de Alejandro de la que se dice que otorga sueños proféticos. Se echa una siestecita a los pies de la estatua y su sueño lo deja algo alucinado. Sueña que se acuesta con su propia madre. Lo dicho, alucina, hasta que un viejo sacerdote se lo explica identificando a su madre con la Madre Patria, Roma, y claro le dice que unirá su destino al de su Ciudad.

jueves, octubre 17, 2019

Objetos


Siempre hay objetos, muebles, cacharros en fin a los que les tomas especial cariño sin saber muy bien porqué. Y a mi madre siempre se le dio muy bien eso de comprar cosas en los sitios más inverosímiles y por bastante poca pasta y que resultaban tanto útiles como decorativos. Por ejemplo, en la entrada del chalet teníamos un arca, no la de El Alianza con los nazis derritiéndose y todo eso, sino una normalita aunque grande de color castaño oscuro donde se guardaba todo lo guardable. Siempre que salía por ahí le daba una mirada, no sé supongo que era para saber que estaba allí y que cuando volviera seguiría en el mismo lugar, … hasta que mi hermano y mi cuñada decidieron cambiarlo de sitio cuando se casaron y agitaron mi pequeño mundo mundial. Claro que eso ocurrió ya al final cuando yo era “mayor” y no iba mucho por el chalet.
En Valencia había otro punto de referencia. Era un cuadro, pero este creo que lo había comprado mi padre. Representaba un conjunto de dioses hindúes: elefantes, hipopótamos, shiva, que me perdonen los hindúes pero no sé nada de su religión, aunque de nano hice un trabajo sobre un tocho de volúmenes de libros varias religiones. Bueno, el cuadro era muy colorido pero no sé si era correcto lo representado en él o no, aunque igualmente me llamaba la atención. Lo que sí era original eran tres baldosas cerámicas valencianas del S. XVIII que mi padre pidió rescatar al dueño de una Alquería antigua cuando la iban a derruir. Había asimismo un cuadro de Ginesta que representaba un paisaje de montaña con una casa pirenaica con su chimenea junto a un abeto. Siempre que contemplaba esa pintura mi imaginación hacía que la chimenea de la casa se fundiese con la copa del abeto y unido a lo tétrico que siempre me había parecido ese cuadro con todo eso me surgía ¡hop! una nariz de lobo, luego y una vez determinada esa nariz no era difícil tratar de vislumbrar el resto de la cara del lobo en la montaña de detrás. Seguro que Ginesta estaría orgulloso de mi desbordada imaginación. Claro que igual dice, “no, si es que yo quería dibujar precisamente eso”. Por cierto, que ese cuadro tenía caché porque estaba justo encima de un ánfora del S. II que hubo de darle puerta cuando la situación se puso económicamente delicada. Claro que también estaba al lado de una estatua supuestamente de Lladró de una jovencita con carita de inocente y de no haber roto nunca un plato en bolas en pose como de ducharse con una especie de túnica semibrillante.
Un apunte, en esa habitación acabó el reloj de cuco que traje de Friburgo en mi viaje a las Suizas y que lamentablemente no funcionaba.

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