Aviso a navegantes: el siguiente relato no es que sea muy feminista que digamos. Podría servir de excusa el que es un relato basado casi todo cuando nuestros antepasados iban por ahí en taparrabos, pero el hecho es que la mujer aún aparece supeditada al macho dominante.
Hace
eones, en el 2.600 a.C. o así, entre dos ríos vivía un dios
draconiano y de tintes dorados llamado Apsu
o tal vez su nombre fuese Abzu, nunca lo había podido
pronunciar correctamente con esas grandes mandíbulas atascándose en
su boca. El dios Apsu representaba a las aguas dulces de la tierra
mientras que su esposa Nammu
- muy femenina y bella - representaba el abismo de las aguas.
No hay que olvidar que en aquellos lejanos tiempos, la mar salada no
era el mar del Yellow
Submarine de los Beatles
sino que representaba al desorden en estado puro y
duro: se
navegaba costeando sin separar la mirada de la línea del litoral, y
aún así, todo eran tempestades, tormentas, tifones, y desde luego
naufragios constantes. Parece
que los dioses Apsu y Tiamat no tuvieron progenitores y se les
considera los primeros del Panteón Mesopotámico, de forma y manera, ¡¡¡¡ que a
inventar se ha dicho !!!
Yo
recuerdo, porque era muy amigo de Apsu (soy
más viejo que las
pirámides),
jugábamos al Juego
Real de Ur, y
puedo decir
que su madre Susubi todo
era entrar en su cuarto y gritarle que lo ordenase y aireara un poco
el ambiente que allí olía a tigre, qué ojalá ella no se muriese
pronto
porque entonces no
sabía cómo saldrían adelante ni él, ni el zompo de su padre, y
todas esas lindezas que suelen decir las madres que luego va e
igual se cumplen y todo.
Conforme se hacía mayor y
no se iba de casa, le decía eso de que se tenía que echar novia, y
él giraba la cara y medio
sonreía tontamente,
queriendo encontrar un
agujero en el que meterse.
Un día, ya en la
Instituto,
en clase de
"cómo construir un Zigurat
derecho sin morir en el intento", Apsu vio a una chica llamada Tiamat.
Aunque Tiamat estaba casi de espaldas, debió darse cuenta de que la
miraba con esa rara capacidad que tienen prácticamente todas las
mujeres
sean de la especie que sean, aunque no se encuentren en el radio de
acción del sujeto, ¡toma ya! qué técnico me ha quedado. Sea como
sea, Tiamat trató a Apsu como si este último fuese invisible, cosa
que dejó todo aplatanado
al chaval. ¡No sé cómo
consiguió Apsu después de ese desplante enlazarse con la bella
Tiamat! Bueno, sí lo sé, era solamente un decir. Si fuese en el
Siglo XXI, Apsu lo tendría bastante jodidillo, pero en
el año (- 2.600)
eran los padres los que casaban, de manera que Apsu fue a ver al
Progenitor de Tiamat que era una serpiente marina de tres cabezas y
lengua bífida en las tres
llamada Tat. Cuando Apsu
se encontró
finalmente ante Tat, por primera vez en su vida, hubo de alzar la
cabeza para ver a alguien, y
eso que Tat estaba sentado y él de pié aunque levemente inclinado,
todo hay que decirlo.
Pero Tat estaba
intimidado, la familia de Apsu era muy antigua e importante y desde
luego se decía que poseían numerosas reses entre el Tigris y el
Eufrates, el problema era el cómo descender hasta la altura de este
chavalín que apenas acababa de romper
el cascarón sin abandonar su posición de superioridad. Finalmente
se decidió. El era una serpiente marina y el chico un dragón, vamos
que ambos eran reptiles. Así se lo dijo, que dos reptiles deberían
estar de acuerdo. Terminaron tan amigos, sentados en sillones
contiguos y tomándose dos vasos de vino de dátiles con sésamo. Apsu dijo
que estaba autorizado a ofrecer
en nombre de su familia 17
reatas
de ganado y 5 norias en buen
estado, y de esa manera se
cerró el trato por Tiamat sin darle muchas vueltas, después de todo
solo era una hembra y hembras había muchas. Ya te digo, eso en el
Siglo XXI, Apsu lo hubiese tenido jodidillo. Bueno,
se trasladaron a vivir juntos, porque los dos eran jóvenes pero
habían alcanzado la mayoría de edad en Babilonia: él tenía 17
primaveras y
ella la friolera de 12 añitos.
La familia de Apsu tenía una casa de campo a las afueras de Ur con
un pequeño terrenito circundante, y allí estableció su nueva
residencia la bella y
la bestia. Luego,
ya se sabe, vino el Síndrome de Estocolmo y la bella cayó en las
garras de la bestia.
En
las primeras 15 lunas, la parejita realizó un viaje en carabana con
todos los lujos que Apsu se podía costear a la ciudad cercana
de Uruk
donde al parecer había
construcciones importantes del pueblo
Sumerio que había habitado
esas tierras antiguamente.
Y en las 15 lunas que las
seguían no abandonaron apenas la casa de campo en la que se habían
establecido. Doy fe de
ello, no les vi el pelo en
todo ese tiempo. Tenían un pequeño artilugio
en el comedor, como un reloj, que te mostraba el calendario
(día/mes/año y carta astral) que debía ser un antepasado del
mecanismo
de Aticitera, con la
salvedad de que creo que este funcionaba con arena; pues a este
aparato lo vi más que a ellos durante
este tiempo,
ya que se ocultaban en su
habitación. Cuando
ya pasó toda la fiebre inicial, vino Madame Routine
a instalarse entre la pareja. Estábamos
en el 2.600 a.C. y aún no había comenzado la Liberación de la
Mujer, de forma que Apsu iba al trabajo todas las mañanas a sus
oficinas del centro de Ur como un buen Jim
Carrey
en el Show de Truman y Tiamat se iba de tiendas a unas
tiendas y bazares que
habían inaugurado hacía poco en la ciudad de Larsa,
cosa que evidentemente hacía que al llegar Apsu a casa, este y
Tiamat se peleasen por el gasto excesivo que había originado ella.
Que si el usurero que los
padres de él les habían proporcionado para que les diese oro a
cuenta suya
no les daría más si viera los gastos tan enormes que había hecho
en una sola tarde, que si tenía que haberle hecho caso a su padre
que decía que la de Tiamat era una familia empobrecida pero es que
su madre no hacía más que pincharle para que se casara claro que no
decía con quien, que si
era muy hermosa pero no
sabía ni freír
un huevo, etc. Claro que
ella le había salido respondona. Le decía que después de todo, su
familia no podía quejarse, que todo el mundo sabía que desde que su
abuelo el Áspid
había extorsionado a aquel terrateniente, todo les había salido
rodado a sus descendientes, y solo habían tenido que cobrar unas
rentas que habían heredado fraudulentamente. Y que si quería
freírse algo, no tenía nada más que poner sus huevos en la sartén
y encender el fuego. Al
final acabaron a pelotera diaria, y terminaron llegando a las manos. Un
día que la cosa se estaba poniendo excesivamente fea, un vecino que
oyó las voces de nombre Enki,
entró en la casita, se enzarzó con Apsu, y el enfrentamiento
terminó con los dos gravemente heridos. Lamentablemente, aunque Enki
sí que pudo finalmente recuperarse Apsu falleció de las graves
heridas. Esa es la historia de mi amigo Apsu, o sería tal vez Abzu, quería dejar clara su historia porque de Apsu lo cierto es que se sabe muy poco. Yo, ya se sabe, no tiene ningún misterio, cogí mi DeLorean y me volví para casa.