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viernes, enero 21, 2022

Hetepheres I

 

Hetepheres I, la Irene Adler del Antiguo Egipto

Sherlock Holmes solía llamar a Irene Adler con el epíteto “La mujer”, queriendo decir con ello que para él Irene era la única mujer digna de ese nombre, Sherlock era pelín machista, a las demás que les diesen. De todas formas, he querido recoger ese comentario de Mister Holmes, porque no solo se adapta bien a la protagonista de mi relato, Hetepheres I, sino a diversas mujeres que compartieron Dinastía (IV Dinastía) con ella. Otras mujeres que destacaron en aquel entonces fueron: Meresanj I (III Dinastía), Meresanj II, Meritites I, Henutsen, Hetepheres II, Meresaj III, Jentkaus I

También hay que hacer referencia, aunque es una reina anterior, a la reina egipcia de la III Dinastía Hetephernebti

Alrededor del 2.600 a.C durante el reinado de Huny, último faraón de la III Dinastía del Antiguo Egipto (en el llamado Imperio Antiguo) nació la princesa real Hetepheres, la primera que llevaría ese nombre. Era la hija del faraón Huny y de su esposa Principal, parece ser que fue una persona de fuerte carácter y que sabía imponer su criterio, y supo influir en dos faraones decisivos de la Historia de Egipto: su marido Esnofru, llamado el Gran Constructor, y su hijo Kheops, que erigió la Gran Pirámide de Giza. Cuando se trata de personajes tan alejados en el tiempo, resulta complicado para los  investigadores contrastar los datos. La historia de Hetepheres durante el reinado de Kheops está bastante clara, y su hijo sí que la tenía en muy alta estima, pero son sus orígenes los que resultan algo difusos, por lo que hay que tirar de imaginación en algunas ocasiones. Sea como sea, fuese una princesa menor o no, lo que sí está claro es que se supo imponer tanto a las dificultades como a posibles rivales a lo largo de su vida.

Finalmente, pongo un enlace a la tumba de Hetepheres: Enlace a la tumba 

miércoles, enero 19, 2022

Sepulturero guasón y barrilete

Comunico que en su día conocí, y por conocer entiéndase trabar conocimiento, no trabar coñocimiento, que soy una chica respetable, a un sepulturero guasón y barrilete, de esos con la cara toda colorada y a quienes se les suele asomar, de una forma nada disimulada, la raja del culo. Recuerdo que recientemente había fallecido un concurso de TV bastante popular en el extinto y añorado Canal 9. De forma que, tras acudir al Tanatorio cercano a Serrería, y dar unas palmaditas de conmiseración a La 8 Mediterráneo y a 7 Televalencia, encaminé mis humildes pasos al Cementerio General donde suponía habían dado una bendita sepultura a los restos televisivos del mencionado programa de entretenimiento. Ah! Qué no lo he mencionado? Pues lo buscáis, que no voy a estar en todo. Bien, entré al Cementerio, pregunté en la Centralita. Que no es Centralita sino Recepción? Joder con los chiquillos, qué protestones estáis hoy. Un tío todo arreglado, camisa, chaqueta, corbata, y una cara más larga y avinagrada que un día sin pan, me indicó el Nicho 4.203-bis. Cuando llegué al Nicho 4.203-bis (y no conté los Nichos hasta llegar que eso no habría sido muy práctico), pude darme cuenta fácilmente que se trataba de una vitrina acristalada. A través de la vitrina podía verse un pequeño tapete verde cobalto como fondo y una sencilla urna funeraria al centro de ese espacio, justo al lado se erigía el logo azul y rojo de Canal 9, que no sé porqué guarda cierta similitud con la cadena de la que era reportero Bill Murray en la peícula Atrapado en el Tiempo. Debo haberme quedado mirando fijamente la vitrina como cosa de un cuarto de hora. Me esperaba que hubieran enterrado el programa, que le hubiesen construido un Mausoleo incluso, dada la popularidad que llegó a cosechar, y va y me encuentro con que al menos aparentemente han debido de llevarlo al Crematorio, encerrando las cenizas del programa en una urna, y expuesto la misma en una vitrina para los fieles que se acerquen al Cementerio. Sé que para los fieles digitales han habilitado una página web conmemorativa, y el público le ha abierto una cuenta de Facebook postmortem, como si fuese el Meta de los hebreos. Cuando me encontraba ante la urna, escuché unos pasos a mis espaldas. “Puedo ayudarle señorita?” Me giro y me encuentro con una gorra medio aplastada como las que usan algunos cazadores color verde oscuro. La gorra intentaba cubrir, lo intentaba de veras, una sandía donde ya faltaba el cabello, y el que había se encontraba grasiento del trabajo constante. Creo, no, estoy segura, que en toda mi vida he visto sonreír más a un hombre. No sé si había visto recientemente un espécimen de una calidad escultural como la mía, pero estuve tentada de indicarle que mis ojos estaban algo más hacia arriba. Joder, que estábamos en un puto Camposanto y no es el lugar más adecuado para mirarme las tetas. Vale, asumamos que mis tetas son adecuadas para echarle un vistazo, y eso que no son las de la canción la Ramona pechugona tiene cántaros …, pero no precisamente aquí y presentándose esta coyuntura de la vitrina de marras. Bueno, volvamos al sonrisitas. A su pregunta de “Puedo ayudarle señorita?” le respondí que simplemente me encontraba allí para presentarle mis respetos a un programa de entretenimiento de Canal 9 recientemente fallecido, quizá él había oído algo en las noticias porque la radio no había parado de dar la noticia del hecho. Es que él tenía la costumbre de escuchar música mientras trabajaba, con esa especie de hilos blancos que se pone a veces la juventud, cosas suyas. Pero creía que algo había oído comentar al de recepción al salir en el descanso del bocata. Sea como sea el de la raja del culo me confirmó las apariencias iniciales. Efectivamente y tal como yo pensé, se decidió incinerar el programa de entretenimiento, ya que al estar en una Cadena Pública, eso de oficiar una ceremonia en cualquier religión y posteriormente darle sepultura, podría dar algunos problemas, máxime en un Estado aparentemente Aconfesional. De forma y manera que se optó por el Crematorio y una sencilla urna tras una vitrina. Y no, no me seáis malpensados. Además ya os lo he dicho, el que sonríe escatológicamente en vertical, y yo no acabamos en posición horizontal. Podría sentirme identificada porque ambos tenemos incisiones, pero la mía siguió oculta, lo juro por Snoopy y por las bragas de Mafalda.


lunes, enero 17, 2022

Robo

 

Como no abras de una puta vez nos van a acabar trincando”. “No jodas tío, a estas horas solo pasa el camión de la basura”. Clic, “Abrí”. “Al salir no te olvides de poner un hilo pa saber cuando vuelve el tío. Coño qué oscuro está aquí dentro, parece la boca de un lobo”. “Sí hombre, como si hubieses estado en muchas bocas de lobo. Enciende de una vez, pedazo gilipolla, vamos a robar al menda, no va a importarle que des la luz” Clac. “Ah, pues la casa es más pequeña de lo que decía tu cuñao, pero mira cuantos DeVeDes” “Mi cuñao siempre ha sido un exagerado de narices, oye mira con tantos DeVeDes y sin reproductor, se merece que le roben el muy capullo ahora que está de viaje” “Hablando de viaje, qué tal le fue el viaje que hizo tu parienta al pueblo para ver a su hermana?” “Pues que se alegraron tanto de verse de nuevo que le dio un jamón” “Ya me invitarás, ya” “Ya”

Apsu y Tiamat

 

 Aviso a navegantes: el siguiente relato no es que sea muy feminista que digamos. Podría servir de excusa el que es un relato basado casi todo cuando nuestros antepasados iban por ahí en taparrabos, pero el hecho es que la mujer aún aparece supeditada al macho dominante. 

Hace eones, en el 2.600 a.C. o así, entre dos ríos vivía un dios draconiano y de tintes dorados llamado Apsu o tal vez su nombre fuese Abzu, nunca lo había podido pronunciar correctamente con esas grandes mandíbulas atascándose en su boca. El dios Apsu representaba a las aguas dulces de la tierra mientras que su esposa Nammu - muy femenina y bella - representaba el abismo de las aguas. No hay que olvidar que en aquellos lejanos tiempos, la mar salada no era el mar del Yellow Submarine de los Beatles sino que representaba al desorden en estado puro y duro: se navegaba costeando sin separar la mirada de la línea del litoral, y aún así, todo eran tempestades, tormentas, tifones, y desde luego naufragios constantes. Parece que los dioses Apsu y Tiamat no tuvieron progenitores y se les considera los primeros del Panteón Mesopotámico, de forma y manera, ¡¡¡¡ que a inventar se ha dicho !!! 

 Yo recuerdo, porque era muy amigo de Apsu (soy más viejo que las pirámides), jugábamos al Juego Real de Ur, y puedo decir que su madre Susubi todo era entrar en su cuarto y gritarle que lo ordenase y aireara un poco el ambiente que allí olía a tigre, qué ojalá ella no se muriese pronto porque entonces no sabía cómo saldrían adelante ni él, ni el zompo de su padre, y todas esas lindezas que suelen decir las madres que luego va e igual se cumplen y todo. Conforme se hacía mayor y no se iba de casa, le decía eso de que se tenía que echar novia, y él giraba la cara y medio sonreía tontamente, queriendo encontrar un agujero en el que meterse. Un día, ya en la Instituto, en clase de "cómo construir un Zigurat derecho sin morir en el intento", Apsu vio a una chica llamada Tiamat. Aunque Tiamat estaba casi de espaldas, debió darse cuenta de que la miraba con esa rara capacidad que tienen prácticamente todas las mujeres sean de la especie que sean, aunque no se encuentren en el radio de acción del sujeto, ¡toma ya! qué técnico me ha quedado. Sea como sea, Tiamat trató a Apsu como si este último fuese invisible, cosa que dejó todo aplatanado al chaval. ¡No sé cómo consiguió Apsu después de ese desplante enlazarse con la bella Tiamat! Bueno, sí lo sé, era solamente un decir. Si fuese en el Siglo XXI, Apsu lo tendría bastante jodidillo, pero en el año (- 2.600) eran los padres los que casaban, de manera que Apsu fue a ver al Progenitor de Tiamat que era una serpiente marina de tres cabezas y lengua bífida en las tres llamada Tat. Cuando Apsu se encontró finalmente ante Tat, por primera vez en su vida, hubo de alzar la cabeza para ver a alguien, y eso que Tat estaba sentado y él de pié aunque levemente inclinado, todo hay que decirlo. Pero Tat estaba intimidado, la familia de Apsu era muy antigua e importante y desde luego se decía que poseían numerosas reses entre el Tigris y el Eufrates, el problema era el cómo descender hasta la altura de este chavalín que apenas acababa de romper el cascarón sin abandonar su posición de superioridad. Finalmente se decidió. El era una serpiente marina y el chico un dragón, vamos que ambos eran reptiles. Así se lo dijo, que dos reptiles deberían estar de acuerdo. Terminaron tan amigos, sentados en sillones contiguos y tomándose dos vasos de vino de dátiles con sésamo. Apsu dijo que estaba autorizado a ofrecer en nombre de su familia 17 reatas de ganado y 5 norias en buen estado, y de esa manera se cerró el trato por Tiamat sin darle muchas vueltas, después de todo solo era una hembra y hembras había muchas. Ya te digo, eso en el Siglo XXI, Apsu lo hubiese tenido jodidillo. Bueno, se trasladaron a vivir juntos, porque los dos eran jóvenes pero habían alcanzado la mayoría de edad en Babilonia: él tenía 17 primaveras y ella la friolera de 12 añitos. La familia de Apsu tenía una casa de campo a las afueras de Ur con un pequeño terrenito circundante, y allí estableció su nueva residencia la bella y la bestia. Luego, ya se sabe, vino el Síndrome de Estocolmo y la bella cayó en las garras de la bestia.

En las primeras 15 lunas, la parejita realizó un viaje en carabana con todos los lujos que Apsu se podía costear a la ciudad cercana de Uruk donde al parecer había construcciones importantes del pueblo Sumerio que había habitado esas tierras antiguamente. Y en las 15 lunas que las seguían no abandonaron apenas la casa de campo en la que se habían establecido. Doy fe de ello, no les vi el pelo en todo ese tiempo. Tenían un pequeño artilugio en el comedor, como un reloj, que te mostraba el calendario (día/mes/año y carta astral) que debía ser un antepasado del mecanismo de Aticitera, con la salvedad de que creo que este funcionaba con arena; pues a este aparato lo vi más que a ellos durante este tiempo, ya que se ocultaban en su habitación. Cuando ya pasó toda la fiebre inicial, vino Madame Routine a instalarse entre la pareja. Estábamos en el 2.600 a.C. y aún no había comenzado la Liberación de la Mujer, de forma que Apsu iba al trabajo todas las mañanas a sus oficinas del centro de Ur como un buen Jim Carrey en el Show de Truman y Tiamat se iba de tiendas a unas tiendas y bazares que habían inaugurado hacía poco en la ciudad de Larsa, cosa que evidentemente hacía que al llegar Apsu a casa, este y Tiamat se peleasen por el gasto excesivo que había originado ella. Que si el usurero que los padres de él les habían proporcionado para que les diese oro a cuenta suya no les daría más si viera los gastos tan enormes que había hecho en una sola tarde, que si tenía que haberle hecho caso a su padre que decía que la de Tiamat era una familia empobrecida pero es que su madre no hacía más que pincharle para que se casara claro que no decía con quien, que si era muy hermosa pero no sabía ni freír un huevo, etc. Claro que ella le había salido respondona. Le decía que después de todo, su familia no podía quejarse, que todo el mundo sabía que desde que su abuelo el Áspid había extorsionado a aquel terrateniente, todo les había salido rodado a sus descendientes, y solo habían tenido que cobrar unas rentas que habían heredado fraudulentamente. Y que si quería freírse algo, no tenía nada más que poner sus huevos en la sartén y encender el fuego. Al final acabaron a pelotera diaria, y terminaron llegando a las manos. Un día que la cosa se estaba poniendo excesivamente fea, un vecino que oyó las voces de nombre Enki, entró en la casita, se enzarzó con Apsu, y el enfrentamiento terminó con los dos gravemente heridos. Lamentablemente, aunque Enki sí que pudo finalmente recuperarse Apsu falleció de las graves heridas. Esa es la historia de mi amigo Apsu, o sería tal vez Abzu, quería dejar clara su historia porque de Apsu lo cierto es que se sabe muy poco. Yo, ya se sabe, no tiene ningún misterio, cogí mi DeLorean y me volví para casa.

sábado, enero 15, 2022

Prácticamente morí 2

 

Pensé en huir. Pero adonde iba a ir. Así que me dije “bueno, solo se vive una vez” y me metí en el burdel, “así por lo menos estoy contento cuando llegue … lo que tenga que llegar”. Lo juro por Isis y Neftis, en el Burdel vi más tatuajes de señoritas en paños menores que señoritas en paños menores. Lo que pasó allí dentro es personal, pero quizá pasó con una cabra porque estaba oscuro como el agua de mi tina después del baño anual, y no eran formas muy turgentes las que yo palpaba. Claro que tanto la Dulce Penny como su corte de beldades son todas mayorcitas, vamos que a los años de las prostitutas locales se les podría calificar fácilmente de maduros. Tras “gratificarme”, me hidraté y bajé a comer algo. Entonces llegó Pel.

Llamó con su vozarrón de camionero en varias ocasiones a Luckie Joe. Hube de salir y explicarle que Joe había tomado las de Villadiego y que se había decidido (por unanimidad recalqué, que uno tiene su orgullo) que fuera yo su contrincante. No es por echarme flores, pero a pesar de que la camisa no me llegaba al cuerpo y que sudaba por todos y cada uno de mis poros, dije lo de que yo era su contrincante, hinchando el pecho, irguiéndome más, y subiendo unas pulgadas el cinturón de mi pantalón. Me miró de arriba abajo, repasando lo poco que encontró y no pareció ver gran cosa en mi humilde persona, porque soltó: ya sabía que el nivel masculino no era muy alto en este pueblo pero, no han podido elegir nada mejor? en fin, si no hay más remedio. Con lo que me dejó chafado e hizo que no sirviera de nada el tiempo pasado en el burdel. Luego se alejó hasta ponerse a la altura de la puerta de la iglesia, lo que me dejó la única opción de ir enfrente de la entrada del bar. Entre nosotros había unos 50 pasos de calle terrosa de un color amarillo claro en la que se notaban las rodadas de los carros y los cascos de los caballos. Pasaba el tiempo despacio, tic, tac, tic, tac, como cuando Sharon Stone mira el reloj en Rápida y Mortal, esperando que de las horas y suene un TAC algo más fuerte que los otros. Entonces … bueno, ya he dicho que sudaba por todos mis poros, no? pues comenzó a picarme allá donde la espalda pierde su muy casto nombre. Evidentemente, a Pel le intrigó que me rascase frecuentemente justo ahí, y como muy delicada no es que sea, dijo de sopetón: “quieres dejar de rascarte el culo majadero que así no hay quien apunte?, a ver si te crees que matar es fácil? seguro que eres como todos los demás que piensan que solo hace falta disparar rápido. Pues no, capullo. Hasta matar a un descerebrado como tú es la leche de complicado. Hace falta una calma que te cagas, y si encima el gilipollas de turno empieza a rascarse el culo …” “Es que tengo almorranas, y con el sudor pica y escuece que no veas”. Se quedó mirándome de una forma tan rara que me dio más miedo que en todo el rato que había estado frente a mí. Finalmente, después de un tiempo tan largo, que creí que se había muerto de golpe y la brisa del desierto la había embalsamado, dijo: “cuando yo era niña, mis padres me compraron un cachorrillo. Era muy pequeño, todo blanco menos una mota negra en la cola que la tenía ridículamente corta. Por eso le puse Speckle de nombre. A las dos semanas, descubrimos que tenía almorranas. Mi padre se puso como loco, dijo que había pagado sus buenos centavos por el cachorro y el tendero le había vendido uno defectuoso. Me obligó a devolverlo a la tienda. De nada sirvió que llorase hasta rabiar, que patalease, que me agarrase a sus rodillas, el perro acabó el la tienda. Yo adoraba a ese cachorrito”. Qué vueltas da la vida, no? salvar la vida por unas almorranas.

 

<<< Prácticamente morí

 

 


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