No os
asustéis, que sé que sois un rebaño muy empático y os preocupáis
mucho por los demás, pero me temo que hoy he podido ser abducido.
Ayer
por la mañana me llamaron telefónicamente para una prueba médica
de lo más normal. “Es Usted el Señor Piruleto?” (ya estoy
acostumbrado a que confundan mi apellido, aunque esta vez solamente
me llamaban Piruleto, en lugar de Piruleta, otros me han llamado con
epítetos más acordes con mi muy alta alcurnia), “no me compliqué
la vida y dije que sí, que era el Señor Piruleto” y me
respondieron esto: “mañana a las 8:30 debe presentarse en ayunas
en el Hospital para que le hagan una Tomografía Axial Computerizada.”.
A las
7:50 salí de mi casa cagando leches porque me había dormido, el
despertador colorado que tengo ya tiene más años que Matusalén y no
había sonado. Decidí coger un taxi porque no creía llegar a tiempo
en bus. A las 8:20 el taxi llegaba al Hospital, y yo me presentaba a
tiempo en ventanilla aportando la Tarjeta SIP para identificarme, y
de esa ventanilla me redirigieron a una Sala de Espera para que me
llamasen que estaba prácticamente vacía, pero cuyos asientos se
notaba que eran unos “asientos públicos” porque blancos e
impolutos NO puede decirse que estuviesen, e insisto ME ENCONTRABA EN
UN HOSPITAL. Como no había casi nadie, me llamaron prácticamente
enseguida. Eso de “no haber casi nadie” en la Sala de Esperas de
un Hospital Público me escamó algo, porque esos sitios suelen estar
siempre casi atestados, pero como iba con sueño no estaba para
muchas reflexiones, y supongo que los aliens contaban con eso. Cuando
me llamó la “enfermera”, entré tras ella en la típica Sala de
Resonancias Magnéticas con una camilla metálica y larga y un papel
blanco cubriéndola. Desde luego, esa camilla, tiene como cabezal un
tubo que se puede desplazar a lo largo de la misma. Me dijeron que me
tumbase en la camilla; un poco mas arriba Sr. Piruleto, no ahora más
abajo. “Le habían hecho alguna vez una prueba de estas Sr Piruleto?” me
preguntó una voz con tintes un tanto robóticos, “bájese los
pantalones!” me ordenó otra voz, “arremánguese el brazo
izquierdo, y cierre la mano en un puño”, acto seguido
noté que se me inyectaba algo y un agradable calor que me recorría
todo el cuerpo y aflojaba mi esfínter anal, la misma voz marcial que me había ordenado bajarme
los pantalones me dijo “estire ahora los brazos sobre su propia
cabeza y procure estar quieto”. Creo firmemente que los aliens
habían analizado qué tono exacto de autoridad dar a las voces de
las supuestas médicas y enfermeras para que sonasen autoritarias,
pero no demasiado. Además, habrán escogido el género del técnico
en cuestión, dependiendo de la o del paciente que vaya cada vez.
Cuando finalmente yo entré en el tubo, recuerdo unos pequeños
muñequitos señalizadores como los que se encuentran en los
semáforos para peatones. Ahora no recuerdo si había dos o tres,
creo que eran tres, y que se peleaban por mantenerse encendidos.
Ahora yo, no ahora yo, no ahora me toca a mi, tú ya has estado que
lo he visto sino me chivaré, y así peleando como si fueran niños,
podéis creerlo? luego vino el carrusel de luces psicodélicas.
Empezó a girar aquello, como un tambor de lavadora multicolor con
centrifugado extra, en una especie de caleidoscopio chisporroteante,
el cual si cierro los ojos ahora aún veo. Y a lo mejor me ha
facilitado conocimientos de mapas interplanetarios y galaxias
lejanas. Lo que es seguro, es que donde me han inyectado, me habrán
introducido algún sensor para controlar y poder modificar mi ADN si
fuese necesario y no siguiera el llamado P.A.C.E.H. (Plan Alien para
la Control de la Especie Humana).