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Soneja

A unos cinco Km en línea recta de donde teníamos el chalet había un pueblo llamado Soneja (la burra vieja), por cierto que a un escupiñaj...

lunes, octubre 21, 2019

Balbo la mano izquierda de César - León Arsenal


Hace unos meses me leí este libro. Me atrajo más que nada, aparte de la temática, el autor que escribe de una forma bastante estructurada según mi parecer, aunque eso sí el libro es pelín larguito.
Lucio Cornelio Balbo es un potentado local de la antigua ciudad hispana de Gades, la Gadir fenicia, la Cádiz actual. Es sufete de la city y sacerdote del dios, típico hombre hecho a sí mismo aunque de una familia pudiente muy similar en eso a César, por eso hay mutua atracción al encontrarse. Su padre como él ya estuvo a cargo de los negocios de la familia y como tal consiguió, junto con otros comerciantes de Gades un Tratado con la Ciudad de Roma. Pero Balbo considera que las circunstancias han evolucionado y se necesita un nuevo Tratado Comercial que mejore en lo posible las condiciones para Gades del anterior. Para tratar de lograrlo se une a Julio César, primero en la Guerra de Hispania contra Sertorio y su rebelión y más tarde en Roma misma para ayudarle a que conseguir el poder que persigue. Aunque he de decir que no solamente conoce a César, también a Pompello y a tenido contactos comerciales con muchos hombres de negocios y banqueros de Roma y el mundo romano Craso incluido.
Por su parte César está preocupado. No es ningún secreto que su espejo es Alejandro Magno y sus logros. Y considera que a su misma edad el rey macedonio ya había cruzado a Asia y ganado medio mundo, mientras que él, nada más y nada menos que Iulius Caesar, sólo les ha ganado unas batallas a un grupo de hispanos. Por eso se deja caer por el templo de Melkaart de Gades donde hay una estatua de Alejandro de la que se dice que otorga sueños proféticos. Se echa una siestecita a los pies de la estatua y su sueño lo deja algo alucinado. Sueña que se acuesta con su propia madre. Lo dicho, alucina, hasta que un viejo sacerdote se lo explica identificando a su madre con la Madre Patria, Roma, y claro le dice que unirá su destino al de su Ciudad.

jueves, octubre 17, 2019

Objetos


Siempre hay objetos, muebles, cacharros en fin a los que les tomas especial cariño sin saber muy bien porqué. Y a mi madre siempre se le dio muy bien eso de comprar cosas en los sitios más inverosímiles y por bastante poca pasta y que resultaban tanto útiles como decorativos. Por ejemplo, en la entrada del chalet teníamos un arca, no la de El Alianza con los nazis derritiéndose y todo eso, sino una normalita aunque grande de color castaño oscuro donde se guardaba todo lo guardable. Siempre que salía por ahí le daba una mirada, no sé supongo que era para saber que estaba allí y que cuando volviera seguiría en el mismo lugar, … hasta que mi hermano y mi cuñada decidieron cambiarlo de sitio cuando se casaron y agitaron mi pequeño mundo mundial. Claro que eso ocurrió ya al final cuando yo era “mayor” y no iba mucho por el chalet.
En Valencia había otro punto de referencia. Era un cuadro, pero este creo que lo había comprado mi padre. Representaba un conjunto de dioses hindúes: elefantes, hipopótamos, shiva, que me perdonen los hindúes pero no sé nada de su religión, aunque de nano hice un trabajo sobre un tocho de volúmenes de libros varias religiones. Bueno, el cuadro era muy colorido pero no sé si era correcto lo representado en él o no, aunque igualmente me llamaba la atención. Lo que sí era original eran tres baldosas cerámicas valencianas del S. XVIII que mi padre pidió rescatar al dueño de una Alquería antigua cuando la iban a derruir. Había asimismo un cuadro de Ginesta que representaba un paisaje de montaña con una casa pirenaica con su chimenea junto a un abeto. Siempre que contemplaba esa pintura mi imaginación hacía que la chimenea de la casa se fundiese con la copa del abeto y unido a lo tétrico que siempre me había parecido ese cuadro con todo eso me surgía ¡hop! una nariz de lobo, luego y una vez determinada esa nariz no era difícil tratar de vislumbrar el resto de la cara del lobo en la montaña de detrás. Seguro que Ginesta estaría orgulloso de mi desbordada imaginación. Claro que igual dice, “no, si es que yo quería dibujar precisamente eso”. Por cierto, que ese cuadro tenía caché porque estaba justo encima de un ánfora del S. II que hubo de darle puerta cuando la situación se puso económicamente delicada. Claro que también estaba al lado de una estatua supuestamente de Lladró de una jovencita con carita de inocente y de no haber roto nunca un plato en bolas en pose como de ducharse con una especie de túnica semibrillante.
Un apunte, en esa habitación acabó el reloj de cuco que traje de Friburgo en mi viaje a las Suizas y que lamentablemente no funcionaba.

viernes, septiembre 27, 2019

Alamut de Vladimir Bartol


La ilusión del Paraíso, eso ha hecho enloquecer a los hombres a lo largo de los Siglos. Recordad la promesa del Cielo a quien tomara Jerusalén. Hassan Ibn Sabbah o el Viejo de la Montaña como se le llama se propone construir una especie de paraíso alternativo con bellas mujeres actuando de huríes en la cima de una montaña del Norte de Persia llamada Alamut. Cada noche introducía a un joven de entre sus fieles que había ido recogiendo y había agrupado a los pies de la misma, ismaelitas de la rama más extrema de las aldeas de la contornada, le daba un poco de hachís para ponerle a tono, y al despertar le hacía creer que había pasado la noche en el Paraíso, estando desde luego dispuesto a hacer cualquier cosa por Hassan, por su hurí y no digamos por volver.
El joven se reintegra al grupo y comienza a correrse la voz, y ya se sabe cómo son las cosas de una noche de pasión el muchacho la ensalza como un Amor casto y puro y de esa forma se difunde, se difunde la voz que Allah había dado a Ibn Sabbah las llaves del Paraíso ya que el objetivo real de Ibn Sabbah era destruir el Imperio Otomano y al Califa de Bagdad Malik Shah a quien consideraba un lacayo de los turcos. Hay más episodios de otros jóvenes a quienes se llena de hachís de la cabeza a los pies y luego se les sube a la cima de la montaña, a esta especie de pseudoparaíso, pero ninguno sale tan perfecto como el primero, que por cierto se llama Tahir y la hurí de quien se enamora Halima.

PERSONAJES
  • Hassan Ibn Sabbah, el Viejo de la Montaña, Reformador religioso y protagonista de la novela.
  • Ibn Tahir, Suleimán, Obeida, Yusuf, Afan, Abdur, Ahman, Omar, Abdallah, Ibn Vakas, Halfa, Sohail, Ozaid, Mahmud, Arslan, Djafar, guerreros fedayines.
  • Myriam, Sara, Halima, Aisha, Djada, Sit, Safiya, Rokaya y Sulaika, aprendices de huríes.
  • Adí, eunuco y hombre de confianza de Hassan.
  • Apama, vieja enamorada locamente de Hassan.
  • Dey Abu Alí, dey Ibrahim, dey Abd al-Malik y dey Abu Soraka, profesores.
  • Dey Zaharui, dey Hussein al-Keini, deyes extranjeros.
  • Mustafá, eunuco encargado del cuidado de los jardines.
  • Hadidya y Fátima, hijas de Hassan que Abu Soraka tenía bajo su custodia.
  • Abu Fazel, ex-rais.
  • Minutcheher, Capitán de los guerreros de Hassan.
  • Malik Shah, Sultán.

Wikipedia

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