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Soneja

A unos cinco Km en línea recta de donde teníamos el chalet había un pueblo llamado Soneja (la burra vieja), por cierto que a un escupiñaj...

jueves, octubre 17, 2019

Objetos


Siempre hay objetos, muebles, cacharros en fin a los que les tomas especial cariño sin saber muy bien porqué. Y a mi madre siempre se le dio muy bien eso de comprar cosas en los sitios más inverosímiles y por bastante poca pasta y que resultaban tanto útiles como decorativos. Por ejemplo, en la entrada del chalet teníamos un arca, no la de El Alianza con los nazis derritiéndose y todo eso, sino una normalita aunque grande de color castaño oscuro donde se guardaba todo lo guardable. Siempre que salía por ahí le daba una mirada, no sé supongo que era para saber que estaba allí y que cuando volviera seguiría en el mismo lugar, … hasta que mi hermano y mi cuñada decidieron cambiarlo de sitio cuando se casaron y agitaron mi pequeño mundo mundial. Claro que eso ocurrió ya al final cuando yo era “mayor” y no iba mucho por el chalet.
En Valencia había otro punto de referencia. Era un cuadro, pero este creo que lo había comprado mi padre. Representaba un conjunto de dioses hindúes: elefantes, hipopótamos, shiva, que me perdonen los hindúes pero no sé nada de su religión, aunque de nano hice un trabajo sobre un tocho de volúmenes de libros varias religiones. Bueno, el cuadro era muy colorido pero no sé si era correcto lo representado en él o no, aunque igualmente me llamaba la atención. Lo que sí era original eran tres baldosas cerámicas valencianas del S. XVIII que mi padre pidió rescatar al dueño de una Alquería antigua cuando la iban a derruir. Había asimismo un cuadro de Ginesta que representaba un paisaje de montaña con una casa pirenaica con su chimenea junto a un abeto. Siempre que contemplaba esa pintura mi imaginación hacía que la chimenea de la casa se fundiese con la copa del abeto y unido a lo tétrico que siempre me había parecido ese cuadro con todo eso me surgía ¡hop! una nariz de lobo, luego y una vez determinada esa nariz no era difícil tratar de vislumbrar el resto de la cara del lobo en la montaña de detrás. Seguro que Ginesta estaría orgulloso de mi desbordada imaginación. Claro que igual dice, “no, si es que yo quería dibujar precisamente eso”. Por cierto, que ese cuadro tenía caché porque estaba justo encima de un ánfora del S. II que hubo de darle puerta cuando la situación se puso económicamente delicada. Claro que también estaba al lado de una estatua supuestamente de Lladró de una jovencita con carita de inocente y de no haber roto nunca un plato en bolas en pose como de ducharse con una especie de túnica semibrillante.
Un apunte, en esa habitación acabó el reloj de cuco que traje de Friburgo en mi viaje a las Suizas y que lamentablemente no funcionaba.

viernes, septiembre 27, 2019

Alamut de Vladimir Bartol


La ilusión del Paraíso, eso ha hecho enloquecer a los hombres a lo largo de los Siglos. Recordad la promesa del Cielo a quien tomara Jerusalén. Hassan Ibn Sabbah o el Viejo de la Montaña como se le llama se propone construir una especie de paraíso alternativo con bellas mujeres actuando de huríes en la cima de una montaña del Norte de Persia llamada Alamut. Cada noche introducía a un joven de entre sus fieles que había ido recogiendo y había agrupado a los pies de la misma, ismaelitas de la rama más extrema de las aldeas de la contornada, le daba un poco de hachís para ponerle a tono, y al despertar le hacía creer que había pasado la noche en el Paraíso, estando desde luego dispuesto a hacer cualquier cosa por Hassan, por su hurí y no digamos por volver.
El joven se reintegra al grupo y comienza a correrse la voz, y ya se sabe cómo son las cosas de una noche de pasión el muchacho la ensalza como un Amor casto y puro y de esa forma se difunde, se difunde la voz que Allah había dado a Ibn Sabbah las llaves del Paraíso ya que el objetivo real de Ibn Sabbah era destruir el Imperio Otomano y al Califa de Bagdad Malik Shah a quien consideraba un lacayo de los turcos. Hay más episodios de otros jóvenes a quienes se llena de hachís de la cabeza a los pies y luego se les sube a la cima de la montaña, a esta especie de pseudoparaíso, pero ninguno sale tan perfecto como el primero, que por cierto se llama Tahir y la hurí de quien se enamora Halima.

PERSONAJES
  • Hassan Ibn Sabbah, el Viejo de la Montaña, Reformador religioso y protagonista de la novela.
  • Ibn Tahir, Suleimán, Obeida, Yusuf, Afan, Abdur, Ahman, Omar, Abdallah, Ibn Vakas, Halfa, Sohail, Ozaid, Mahmud, Arslan, Djafar, guerreros fedayines.
  • Myriam, Sara, Halima, Aisha, Djada, Sit, Safiya, Rokaya y Sulaika, aprendices de huríes.
  • Adí, eunuco y hombre de confianza de Hassan.
  • Apama, vieja enamorada locamente de Hassan.
  • Dey Abu Alí, dey Ibrahim, dey Abd al-Malik y dey Abu Soraka, profesores.
  • Dey Zaharui, dey Hussein al-Keini, deyes extranjeros.
  • Mustafá, eunuco encargado del cuidado de los jardines.
  • Hadidya y Fátima, hijas de Hassan que Abu Soraka tenía bajo su custodia.
  • Abu Fazel, ex-rais.
  • Minutcheher, Capitán de los guerreros de Hassan.
  • Malik Shah, Sultán.

miércoles, septiembre 11, 2019

La Gran Concubina d'Amón de Albert Salvadó


Me lo regaló Mercé hace años en un viaje a Francia en el que a la vuelta paramos en Berga. No estoy seguro de no haber opinado ya sobre este tema, pero como decía mi abuelo no te acostarás sin haber añadido una opinión más.
Que nadie se llame a engaño, ya sé que suena fatal pero la Gran Concubina de Amón es un mero cargo religioso. Gran Concubina, Divina Adoratriz que también aparece en el libro son cargos que solían darse a esposas, hijas u otros familiares de nobles, militares o sacerdotes de la Corte. En este caso la Gran Concubina de Amón es Nodine, esposa de Herihor militar que gobierna la parte sur de Egipto, mientras que otro militar llamado Smendes lo hace con la parte Norte, ocurriendo todo durante el reinado del faraón Ramsés XI. Evidentemente esa situación no podía durar. Desde el punto de vista de Ramsés era toda una amenaza a su poder soberano, aunque él mismo la hubiese creado. Herihor estaba en el sur y Smendes en el norte junto a él donde tiene la oportunidad de manipular al faraón a su antojo. Solo que entonces Herihor muere y su cadáver desaparece. Ha muerto un rey lo llaman en el libro, pelín pretencioso, aunque desde luego esta desaparición tendrá sus consecuencias políticas.
Inicialmente quise comprarme el libro en castellano en uno de los tenderetes de la librería especializada en Egipto Mizar en una escapada que hicimos a Barcelona, que és bona quan la bossa sona. Me lo quise comprar por su autor: Albert Salvadó que me gustó mucho cuando escribió El maestro de Kheops, pero solo lo tenían en este valenciano mal escrito, y entonces como por ensalmo apareció mi prima Mercé y me lo compró y yo fui tan rematadamente capullo que no le regalé ni la rosa.

Wikipedia

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