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martes, abril 14, 2020

Pikolin


Esta temporadita de confinamiento no paro de chafar la oreja. Además, yo dormía tradicionalmente boca arriba y sin deshacer prácticamente la cama para nada, ahora he variado mis costumbres y me hago un ovillo, durmiendo en posición fetal ahora a un lado, ahora al otro. Creo que Freud tendría algo que decir e esto y que solo me faltaría chuparme el pulgar, aunque es cierto que me suelo poner como rezando cuando me acuesto de lado. Yo siempre tengo frío, pero ahí tuve un golpe de suerte, porque mi mamá me mima, me compró un nórdico años ha, una especie de macarrón que se introduce en una funda, abierta por un lado naturalmente y que calienta una barbarité. Como ya he mencionado que soy friolero, así que refuerzo el nórdico con una manta de las de toda la vida. Al principio, cuando te tapas, está 5 minutos o quizá menos calentándose, pero luego ya es una auténtica caldera. Solo me levanto relativamente temprano cuando viene mi Ayuda a Domicilio. Antes se trataba de una mujer que vivía en un pueblo cerca de Museros, poquets i punyeteros. Venía con un cochecito de esos que pueden aparcar hasta encima de una farola y me cocinaba unos platos fenomenales. ¡Hale! Envidia cochina que es una cocinera de puta madre. Pues al loro, porque hubo de jubilarse dado que ya estaba viejecita ... y desde luego la debilidad, la pobre mujer ya ni se tenía en pie ... Y ahora viene a casa un chico madrileño que siempre va por ahí con su patinete y que, sorpresa sorpresa, también cocina bien, si soy justo no tan bien como la mujer alicantina que esa era su procedencia, pero hay algunos platos que le salen muy requetebien. Para acabarlo de arreglar, tengo una amiga, la hija de la vecina que tenía donde vivía antes, que cocina de fábula. Para ser Franco, tendría que ser primero Carrero Blanco. Mejor uso la expresión para ser sincero esa amiga mía les daría una paliza culinaria a la Alicantina y al Madrileño juntos.

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