El Aroma del Arrayan de Marcelino Galiano. Este libro no es mío, sino que me lo ha dado un amigo de mi padre. Cuenta las peripecias de Said, el hijo de un padre Cristiano converso al Islam y de una madre Musulmana. Y supongo que sigue la temática, aunque contando historias diferentes evidentemente, del libro anterior del mismo autor publicado con el título El cautivo de Granada.
En el comienzo del libro, se deja entrever que se encuentra una especie de manuscrito de la época de la caída de la Ciudad y las Capitulaciones de Santa Fe. Posteriormente, ya se va desgranando todo el contenido del libro, de forma en ocasiones muy detallista a mi entender. Un ejemplo es cuando un vendedor ambulante y curandero de un pueblecito cercano a la localidad de Loja, intenta vender sus productos a unos soldados cristianos, teniendo como intérprete a Said y como protectores al mismo Said y a Alí, un amigo de infancia de Said y soldado experto. Cito: “Poco a poco, se iban sumando hombres a la fila, ya que el sanador tenía remedios para toda clase de males, un ejemplo que me gusta es perfume de algalia extraído del ano de una gata en celo para estimular el apetito sexual. A un amante despechado, le vendió una pócima infalible para conquistar a la mujer deseada. El amante debería tomar el afrodisíaco en una noche de luna llena, metérselo en la boca mezclándolo con su saliva y después pegárselo al pene. Al amanecer, antes de la salida del Sol, desprendería el ungüento del miembro y lo introduciría en el interior de un pastel de miel, que enviaría a su amada.” Sin Smint, no hay beso.
Cuando el padre de Said cayó enfermo, él quería ser soldado y enrolarse junto con su amigo Ali en las filas de Al-Zegri, un militar bereber cuyos soldados se consideraban los mejor pagados de Granada. Su padre lo acompañó a la casa de sus Señores naturales los hermanos Venegas. Se contaba que el progenitor de los Venegas fue raptado a los 8 años y llevado a la Corte de Granada donde la esposa de un noble se prendó de él. Parece ser que en un principio Said iba a trabajar de ayudante de escribano para los hermanos, pero no pudo contenerse y expresó su deseo de servir bajo las armas de Granada. Esa salida hizo cierta gracia al mayor de los Venegas y decidió que entrase a servir como Guardia Particular de su hermano Sidi Ridwan Venegas, cosa menos arriesgada que ir directamente a la Guerra.
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