Sidi un relato de frontera - Arturo Pérez-Reverte


Los árabes le llamaron Sidi Qambitur y cosas menos amables. Era curioso que cuando el Cid daba una orden, la contestación usualmente era - A vuestra voluntad Sidi. Porque sus hombres también comenzaron a llamarlo de esa forma. Eran hombres sencillos, rudos, de frontera y el entonces Rey de Zaragoza – Yúsuf Al-Mutamán – lo dijo muy bien, que por lo común las leyendas se construyen sobre hombres muertos, pero el Cid era una leyenda viva. A esos hombres de frontera les daría un subidón de moral muy grande, tener junto a ellos nada menos que a una leyenda viva, que les tratase como iguales, que comiese lo que ellos, que cabalgase junto a ellos, que fuese de los primeros en arrojarse al combate y no rehuyese la lucha. Esos hombres sabían que el Cid haría lo que fuera necesario si los capturasen y que si los llegasen a matar se lo diría a sus familiares, lo que para unos guerreros como ellos que siempre vivían al límite significaba mucho.

Este libro se llama Sidi, un relato de frontera y su autor es Arturo Pérez-Reverte. En Agradecimientos de este libro, Pérez-Reverte le da las gracias a su bisabuela por una Leyenda del Cid de José Zorrilla y también agradece a Alberto Montaner su Cantar del Cid y su revisión del mismo, pero no está todo el Cantar del Mío Cid en un libro de extensión normal. Todo comienza cuando están persiguiendo a una aceifa árabe por cuenta de unos burgueses de Agorbe. De ahí le hacen una visita al Conde de Barcelona – Berenguer Remont II – a quien proponen que sea su Señor ya que carecen de él, pero que resulta poco fructífera ya que solamente obtienen que les llame malcalçats cuando ve su calzado lleno de mugre. Entonces dan casi media vuelta hacia Zaragoza, donde su Rey Mutamán acepta ser el Señor de esa hueste sin él. Lo que sí me llama mucho la atención es la medición de distancias y tiempo que tenían en aquella época. Por ejemplo, para medir el tiempo de espera para una emboscada dicen lo siguiente - ¿Cuánto esperamos, Ruy? - Quince Credos y un Paternoster. - ¿Lo del Paternoster es necesario? - Nunca está de más. Además, parece que Arturito ha hecho una investigación bastante concienzuda. En un momento determinado, el cabrón del sobrino del Cid, (no son palabras mías, son de Minaya su Lugarteniente) de nombre Bermúdez dice - Viene un batidor. Cuando un jinete solitario se acercaba al galope desde la línea de batalla, dejando tras él un rastro de polvo recto y rápido. Según una web, parece que entre los musulmanes básicamente se mantuvo hasta fechas muy tardías como guía de los ejércitos, explorador, batidor y rastr eador, proporcionando noticias certeras sobre el estado de las defensas del enemigo y de sus movimientos mediante la captura de algún desafortunado que facilitase la información bajo presión.