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miércoles, noviembre 27, 2019

Museo Arqueológico de Moncada

 Bueno, he de decir que inicialmente iba a ir a la población costera de Cullera para ver sus monumentos, los de piedra no los de dos patas. Pero al final me decanté por ir a Moncada para visitar su Museo Arqueológico, para echarle un ojo a una vivienda andalusí que excavaron y vallaron y está permanentemente expuesta en una placita del pueblo y para preguntar acerca de los horarios de visita y las vías de acceso al yacimiento íbero del Tos Pelat cercano a la localidad. Voy a obviar todo el viajecito en metro hasta el pueblo en cuestión. Solo diré que fui con la línea 5 hasta la estación de Àngel Guimerà donde hice trasbordo a la línea1 dirección Bétera. De lo que sí me di cuenta es que pasamos por la estación de Burjassot entre otros lugares y Burjassot es una población bastante importante, sería interesante echar un vistazo. Bueno, ya en Moncada lo primero que busqué fue el Ayuntamiento ya que supuse que habría un punto de Información Turística o algo parecido por allí. Parece que en eso me equivoqué. Lo que sí me indicaron es dónde estaba el Museo Arqueológico. Pero como aún tenía algo de tiempo me paseé con tanta suerte que casi me doy de narices con la llamada Casa Andalusí, de manera que me entretuve contemplándola y sacando unas cuantas fotos. Solamente que luego ya no recordaba dónde me habían dicho que estaba el Museo. Menos mal que un grupo de chavales que estaban por allí haciendo el … bueno haciendo lo que sea que hiciesen acabaron ayudándome. Ya no tuve problemas para llegar a mi destino, pero pese a ello no visité el Museo porque aún no había llegado el Arquitecto. De manera que “me invitaron” a consultar algunos de los libros de la Biblioteca, porque no lo he dicho, pero el Museo está en la Biblioteca Municipal y así hiciese tiempo mientras lo esperaba. Cuando tras un cuarto de hora más o menos y como cinco estanterías de tomos revisados y desechados por mi para una posible lectura superficial más o menos, llega el Arquitecto. Y empieza a ponerme al corriente. Que el Museo es pezzzpeñin y hay que dejarlo crecer... comparado con los de otras poblaciones, que en el lugar donde poseían el yacimiento el terreno era un 99’9 % del Término de Moncada y el restante 0’1 % era del Término de Bétera. Me ofreció unos folletos ilustrativos, incluido uno del Tos Pelat con la Ruta la hora y el lugar de salida de la visita guiada. Me dijo que en ningún lugar de la Comunitat Valenciana existe ninguna población (capitales provinciales incluidas) que tengan una casa andalusí como la que posee Moncada.

 




 














lunes, noviembre 18, 2019

Isla de Tabarca

 

Hace poco pensé que era buena idea visitar la isla de Tabarca en el Sur de la Provincia de Alicante, después de todo es nuestra isla más grande. Imaginad si tenemos islas grandes que esta llega a unos “inmensos” 400 metros más o menos. Tabarca crece un poco más y alcanza el tamaño de Groenlandia. Bueno, una vez tomada esta decisión transcendental en mi ajetreada vida, hube de levantarme temprano para poder ducharme, despiojarme, embotellarme y todos los verbos que se os ocurran y luego ocupar mi asiento en el autobús camino de Tabarca.

Salimos físicamente de la Calle de la Serrería junto a la Estación del Cabanyal a las 7’45 horas a.m. El autobús hizo una breve paradita en un bar de carretera para tomar un café cerca de Montesa y luego seguimos hasta Santa Pola que es un sitio que mola, donde había que tomar un ferry a la isla a las 11’00. La guía nos comentó que esos barcos no esperan por nadie, “ni solamente un segundito por favor ...” ni chorradas de esas así que estuviéramos al tanto o nos tocaría esperar al siguiente ferry y luego comeríamos mucho más tarde. Afortunadamente todo el mundo llegamos a la hora, porque es la pura verdad que esos tíos no esperarían ni a su propia madre aunque no la viesen después de estar 7 años en el extranjero, ni así. El trayecto a Tabarca se me hizo agradable. Me senté con una familia que tenía un perrito de esos enanos y de pelo rizado, lo ataron en el pasillo metálico del ferry para que estuviese algo fresco del calor ascendiente que ya se empezaba a notar y comenzó a intentar cazar a dentelladas varias moscas que ya le rondaban. Al mismo tiempo el niño del matrimonio que se había sentado con la madre y la niña del mismo que se había sentado con el padre, lo típico, comenzaron a saludar con la mano por las ventanillas a los catamaranes y veleros que nos pasaban de vez en cuando, de postal. Una vez en la isla, la guía nos comentó que era imposible que nos perdiéramos, así que nos podíamos desperdigar e ir cada uno por su cuenta con tal de que nos reuniéramos allí a la hora acordada. Como la isla es pequeña, hay tiempo para fotografiar, dimos hasta con una boda de una pareja que tuvo la simpática idea de casarse en los restos de la muralla. Y desde luego es un lugar ideal para el baño de los críos y para los críos en general. En mi paseo por la isla vi a un nano y a su papi jugando a piratas haciendo en cabra y gritando eso de ¡Zafarrancho … al ataque mis valientes …! y todo eso alrededor de un torreón vigía de esos antiguos con espadas de madera, parches negros, pañuelos anudados a la cocorota y una camisa tipo Popeye. Por cierto, nos dijeron que en la isla hay un hotelito que es la casa del antiguo Gobernador, “o sea que la estancia sería histórica” tal como dijo la rubita que era nuestra guía. Bien, finalicé la estancia que se me hizo corta pero muy bonita, y volvimos a Santa Pola. Aunque allí no paramos. Continuamos el camino hacía el Norte, hacia la Comarca de la Safor donde íbamos a comer, en un pueblo llamado Potries, y luego ya a Valencia. Hubo un pequeño retraso por un problemilla informático que estropeó el aire acondicionado. No es una tontería, porque es un bus de esos modernos cómodos y automatizados que no se abren por ningún lado, por lo tanto en poco tiempo aquello era una sauna y evidentemente comenzaron las quejas. Pero los de la Agencia actuaron muy rápidamente. Pararon en otro bar de carretera de cuyo nombre no puedo acordarme, y cambiaron todo el puñetero autobús. Y ya con el bus nuevecito continuamos camino a casita.

 








Museo de la Festa de Algemesí

 A ver, quiero que recitéis conmigo dando golpes acompasados en vuestro pecho al mismo tiempo: “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, padre Nuestro Omnipotente Creador del Cielo y de la Tierra y por cuyo Gran Poder triunfamos en la insigne batalla de las Navas de Tolosa contra el ejército del pérfido infiel”. Bueno, tras esta perorata diré que por vuestra exclusiva culpa he tenido que marchar al Museo de la Festa d'Algemesí (Ni dona ni rossí ni res que siga d’allí - Ni mujer ni rocín ni nada que sea de allí). He tenido que ir allí en un tren algo destartalado, eso sí que se detenía en todas las paradas de lo que se pavoneaban los de RENFE, aterido de frío que parece mentira que esto sean las Valencias porque hace un viento con un airecillo que escarabaya’l pelleyu como creo que dicen por Asturias y en general por allá arriba y con hambrecilla porque he ido tarde y hasta llegar no he podido zampar algo. Lo malo es que una vez hube llegado, el Museo no estaba cerca de la estación y “naide” sabía “icirme” “onde” diantre estaba el museito, o porque no eran de allí o porque simplemente no lo se enteraban. Así que de momento al menos hube ayudarme a mí mismo. Nada más salir de la estación había una calle/carretera paralela a la misma, seguí por ella y no sé bien porqué pero decidí ir hacia la derecha y a unos respetables 100 metros había un cartel rosado que ponía Museo de la Festa de Algemesí. Seguí todo recto y a otros 200 metros o así había una entrada a la izquierda a un carreronet de merda con el mismo letrero de Museo de la Festa. Me metí por el callejón, pero por mucho que anduve no encontré el Museo, hasta que dí con una plaza amplia donde se hacía lo que se hacía en todas las plazas relativamente amplias: los abuelos tomaban el sol, los jóvenes lo que tomaban era café, había chicos tocando la guitarra, las mamás llevaban a sus hijos a pasear … vamos que me acerqué a un abuelo y a su nieto, y resulta que me indicó la calle por la que había venido. Tonto de mi, me lo había pasado, había ido por la calle de al lado y solo había visto el culo del Museo. Volví hasta allí, di la vuelta al edificio y allí estaba: el edificio era una iglesia. En una parte ponía “Información turística” en inglés y en la otra el nombre del Museo y su Horario. El Museo es gratuito para todos los públicos, tiene una planta baja y dos pisos a los que se puede acceder por un ascensor y desde luego cuenta con una Conserje rubia y entradita en carnes que parece que tenga una sonrisa permanente lo que es de agradecer cuando te dan la hora del cierre, suena un timbre que así te lo indica y has de salir aprisa y corriendo no vayas a quedarte encerrado.

 

Wikipedia

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