Bueno, Connor Duncan era un escocés nacido en la batalla de Culloden. Para honrar a su padre quien falleció en esa batalla, la madre de Connor decidió ceñirse una banda escocesa alrededor de su cintura. Unos soldados ingleses, la detuvieron y la violaron ante los ojos de Connor, y a él lo enviaron a las Colonias a que trabajara como siervo. Una vez llegó a América, lo adquirió un inglés llamado Sir Richard que primero quería disciplinar al pequeño escocés, pero por el que terminó cogiendo cierto cariño. Y con el apoyo de Sir Richard y de su amigo Andrew Lewis se convirtió en un explorador experto, aún teniendo una mata de pelo pelirrojo que destacaba y que no le debía de ayudar a la hora de pasar desapercibido. Y desde luego el amor no podía faltar en esta novela (si nos aparece el amor hasta en una película de animación entre dos robots basureros de épocas distintas evidentemente aquí también aparecería) solo que en esta ocasión no es de dos épocas distintas, sino de dos maneras de ver las cosas de distintas forma (él escocés y ella es inglesa) también el estatus tiene algo que decir (él un asesor del ejército al que no hacen ni caso y ella es la sobrina del Gobernador) y hay algo adicional en que él es una mascota y ella es mamá de mascotas, ah! no eso último bordadlo, es que me he contagiado de la filosofía imperante en la actualidad.