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domingo, octubre 27, 2019

Gúdar

 

Hoy me han invitado a una escapadita para ver la Sierra de Gúdar. Porque aunque la que me ha invitado tiene una vivienda en Gúdar mismo, la idea era que hiciésemos una breve visita a la Virgen de la Vega que estaba de fiesta y luego ir a llenarse la barriga a Allepuz a unos 14 o 15 km.

La teórica salida desde Valencia era a las 9,30. Solo que nadie estaba a la hora; a unos se les había pegado las sábanas y se habían levantado demasiado tarde, otros no llevaban ropa de abrigo ya que allá arriba habría diferencia de temperatura, otros querían desayunar antes …, un verdadero desastre. Vamos que entre unas cosas y otras al final salimos a las 10,20 más o menos. Nos fuimos por la llamada Autovía Mudéjar camino de Teruel. Llegamos a la subida del Ragudo donde hicimos el típico chistecito con la rubia de la curva que a ver si teníamos la suerte que nos apareciese que estaba buena y todo eso. Según parece primero nos topamos con la Sierra de Javalambre y finalmente con la de Gúdar. Nos costó entrar en la Virgen de la Vega porque al ser la festividad local aquella carretera parecía un hormiguero humano, pero sorteando aquí y allá como si el coche bailase un extraño parajitos por aquí pajaritos por allá logramos entrar y hacer lo más complicado, aparcar. Mi padre decía que sabía más de iglesia que los propios curas. Desde luego era una pequeña exageración, pero solo pequeña, creo que he visto más iglesias por dentro y por fuera como para llenar varios catálogos, para fotografiarlas naturalmente. Pero mi anfitriona no estaba en la Virgen de la Vega y en su festividad nada menos solo para fotografiarla precisamente. Ella es una persona muy de iglesia y estaba allí para oír misa. Al finalizar la misa tiene lugar la entrada de la Virgen. En ese momento yo estaba en la puerta del edificio, antes de que entren las andas con la efigie de la Virgen, entran bailoteando y dando vueltas tres o cuatro pastores y unas niñas de blanco, todo muy idílico. Luego colocan la Virgen en su lugar habitual en lo alto tras una especie de vitrina, y los fieles van y se turnan para rendirle homenaje y besarle el manto. En ese momento, se me ocurrió sacar una foto con el móvil desde ese fondo de la iglesia a quien me había invitado pues supuse que le gustaría tenerla como recuerdo, pero al ser una foto muy precipitada, cuando tratas de agrandarla sale demasiado pixelada, aún así la quieren como recuerdo. Como curiosidad diré que había una ristra de chopos creo que eran esos árboles que tenían un diámetro que ya ya bordeando la carretera de salida de la población. De allí fuimos a jalar a Allepuz. Ya en la entrada del restaurante nos encontramos con dos bellezas: una silla hecha con lo que parecía un barril, si te sentabas ahí igual acababas un poco mareado; y la hija o sobrina del dueño del local quien se parecía a la Sofie del Inspector Gadget pero en morena. Comimos bastante bien, aunque yo me llené un montón. Personalmente comí migas para primero y lomo para segundo, con las migas habría tenido bastante. Bebí agua para no salirme del guión de lo que bebo habitualmente, pero de postre pedí un mousse de café cuando de postre suelo tomarme un flan y gracias. Una vez comidos, descansamos un poco y nos fuimos hacia el pueblo de Gúdar, pero en lugar de coger la carretera que han hecho actualmente, cogimos una cinta delgada y muy empinada que debió elegir algún caudillo íbero para huir de los romanos. Y como se dice por ahí éramos pocos y parió la abuela, un rebaño de ovejas con su pastora y su perro saltarín se nos metieron en mitad de la carretera ya casi al final de la subida y nuestros conductores tuvieron que poner los frenos de mano porque si no … Además, el motor de nuestro coche tenía poca potencia y se calaba cada dos por tres. Yo iba con una mujer mayor y siempre que ocurría eso nos mirábamos y luego mirábamos los dos a nuestro conductor porque era todo un espectáculo ver cómo se cagaba en todo cristo. Finalmente, la pastora y su perro pudieron apartar algo de la calzada a las ovejas y pasamos, solo que a los pocos metros ya vimos el pueblo. Al final los motores de los coches olían a quemado que aquello parecía una barbacoa de esas de USA que se hubiera estropiciado y abrieron la capota para que se airearan. Mientras mi anfitriona nos enseñaba su casa y las reformas que había hecho en ella. Porque aquello parecía la Cueva de San José que no se acababa nunca. Pero bueno, al final se acabó y volvimos a Valencia. Claro que eso es un decir porque nuestro conductor quien siempre va discutiendo con la propietaria del vehículo, distraído como iba un poco más y gira hacia el otro lado en lugar de en Valencia y acabamos en Teruel. 

 

 

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