Últimamente voy mucho al baño. Popó no pipí que es lo usual y lo que hacemos hincando los pies y a horcajadas. A continuación voy a relatar la breve historia de la tapa del W.C. desobediente.
Siempre que me siento en el trono, la tapa del mismo se baja, apoyándose en mi espalda como el amigo borracho que te pasa el brazo por los hombros para intentar no hacer demasiadas “eses” de lo beodo que está mientras te dice “Ay, guando de hiedo dío”. No sé muy bien por qué es tan desobediente y se baja como si me diera palmaditas en la espalda. ¿Me tendrá lástima acaso? A ver, yo puedo estar mal, pero tanto para darle lástima a mi propia tapa del W.C. … Quizá es que quiere cortar conmigo. Ay no, es eso. Joder, cambiaré, sé que puedo hacerlo, vamos deja que lo intente, pero no me abandones. Que lo de la hija del Señor Bidé fue solamente una vez y no significó nada, lo juro. Es que ese día la ducha estaba estropeada y hube de lavarme por partes. Y no tendrás celos de la ducha, que sois parientes. No, no te estoy llamando celosa, sé que el problema es mío y solo mío y no trato de endilgártelo a ti, no me seas desconfiada. Vale, has tenido motivos para ser desconfiada, pero el asunto de la hija del Señor Bidé no está entre esos motivos te lo aseguro, los motivos son otros, existen pero son otros. Que eres la única para mi, y la hija del Señor Bidé es una chiquilla apenas. O sea, que a pesar de mis promesas, de mis juramentos, de que te he dicho que cambiaré o al menos lo intentaré, no cedes. Pues lo de sustituir a alguien es un tema de doble dirección, he visto una tapa de Water acolchada en un chino que debe ser pero que muy cómoda y calentita.