NOTA: Hace algún tiempo, visité un Blog llamado El baul de mis libros y juguetes, y allí había un post con el título El tren de la bruja. Eso me recordó a mi bruja y escribí esto.
Yo tengo un dibujo de manga de una bruja como fondo de ordenador. Con un sombrero de esos como los que usaban los penitentes de la Semana Santa, un pelo como el de Espinete y mirada penetrante como un visionario loco o un charlatán vendedor de remedios ambulante de los que antaño agrupaban a las multitudes en torno suyo. Y desde luego con su eterna bola de cristal. Lo que no tiene es el gato negro ni la escoba.
Teniendo siempre a la bruja delante cuando estoy trabajando en el ordenador (y ya he dicho que yo soy mucho de ordenador y poco de smartphone), resulta difícil no imaginar que una noche aterciopelada. Nada de noche llena de tétricos reflejos, en la que se respiran las gélidas brumas que fácilmente te trasladan a las callejuelas de un París Decimonónico. No, una noche aterciopelada como el peluche de una niña de 4 años que le regaló su padre una semana antes de Nochebuena, estoy escribiendo de un modo tranquilo, guardo el documento y lo cierro, levanto un brevísimo momento los ojos y los bajo al instante. Pero algo me ha llamado la atención. Vuelvo a levantar los ojos. No, ¡qué tontería! Entonces pienso que podría añadir un texto para especificar algo que ya había escrito. Misma mecánica: abro el documento, escribo, guardo, y cierro. Vuelvo a alzar la mirada. Y sí, no me había equivocado, el dibujo de la bruja parecía más grande (desde comienzo de los tiempos me enseñaron que en Español no debe decirse “más grande”, sino mayor, pero en las traducciones actuales mayor podría interpretarse como “más viejo”, y no era eso lo que quería decir, por eso he optado por “más grande”, que no creo que esté mal decido según el omnipresente Google). Sus manos se separaban ligeramente, arremangando su túnica, y sus pies aparecían por debajo, por donde nunca se habían visto, viajando temerariamente adonde nadie ha llegado antes.Traté de tranquilizarme. “Igual es simplemente cosa de la configuración gráfica del ordenador”. “Además. ahora yo uso Linux, y teniendo en cuenta que llevo toda mi vida utilizando Sistemas Operativos Windows, igual he hecho algo mal”. Fui a una zona libre de iconos de Escritorio y pulsé el botón derecho de mi ratón. En el menú que se despliega escogí Cambiar el fondo del Escritorio. En la ventana que aparece hay dos pestañas: imágenes (con todas tus imágenes) y configuración, fui a Configuración. Presentación con diapositivas estaba desactivado como debía estar. En el aspecto de la imagen estaba la opción Escalar y supuse que igual se había desconfigurado. La opción En mosaico no podía ser. Centrar salía excesivamente grande. Estirar salía muy chata. Ampliación otra vez muy grande. Pero el modo Extender era perfecto y fue la opción que dejé al final. La bruja ya estaba en los parámetros adecuados y volví al documento que no había manera de terminar. Por curiosidad se me ocurrió minimizar el documento y casi me meo de la impresión al mirar hacia adelante. ¡No había bruja! Me volví loco buscando por todas partes en el ordenador donde se había metido la puñetera imagen de la bruja. Porque DEBIA estar en alguna parte, las cosas no desaparecen así como así. Me quedaba mirando el Escritorio, todo negro y era para arrancarse los pelos de la cabeza a manotazo limpio. Volví a la configuración, pero en esta ocasión no vi nada fuera de lugar, porque todo estaba exactamente como antes. En el menú de antes, existe otra opción que se llama Personalizar, pero es solamente para determinar el tamaño de los iconos, si se ordenan automáticamente o bien por el campo “nombre” “tamaño” … También hay una Configuración del Escritorio pero solo es para saber los iconos principales que habrá en él. Entonces se me iluminó algo. ¿Y si la imagen de la bruja realmente estaba delante mío, pero yo no la podía ver? ¿Y si se había vuelto demasiado pequeña para mi vista? Abrí la Configuración del sistema, escogí Accesibilidad, elegí Activar ampliación, y luego volví a elegir Modo lupa con una forma de lupa cuadrada, en Ampliación fui subiendo los dígitos hasta 4.5, y luego puse la lupa en el centro del Escritorio. Allí estaba la imagen de la bruja. Cómo fue a parar a ese tamaño, no lo sé, pero en Linux muchas aplicaciones son tipo texto, a las que yo no estoy habituado. Así que de ninguna manera creo que haya algo sobrenatural en esa imagen, y que por la noche vaya a salir de la pantalla de mi portátil y robarme el alma mientras dibuja un pentagrama en mi frente, y yo acabe en 4º Milenio o lo que es más probable mi historia aderece un reportaje de Discovery Max. Porque mi portátil duerme conmigo en la habitación. Camas separadas, pero duerme conmigo. En fin, lo dicho no creo que haya nada sobrenatural, si no continúo con mi blog me habré equivocado, pero no os hagáis ilusiones porque os conozco y ya les he comunicado a mis abogados de Wall Street que no vais a heredar, aparte de que en ese caso también heredaríais la bruja, ¿en serio os ibais a arriesgar?