Bueno, hoy me iba a Alicante a una exposición de los Guerreros de Terracota.
A la ida hicimos la paradita de rigor para tomar un café mañanero y desaguar en el WC. No recuerdo como se llamaba el bar, lo que sí recuerdo es que tenía una oferta de quesos que tiraba de espaldas. Luego ya nuestras muy atribuladas almas se encontraron al fin en la ciudad de Alicante. Entonces nuestro conductor de primera, acelera, acelera … pues que no encontraba el puñetero museo. Todo era dar vueltas por aquí y por allá y nada, que no es por la izquierda, ah! no, que era tirando hacia arriba, y al final, con una ayudita de nuestra guía, llegamos. Ese fallito del conductor, me recordó a cuando medio dormido entré en el bus y no acertaba a hacer click con mi cinturón de seguridad. Bueno, cuando entramos en el museo, cambiamos de guía, nos pusieron unos auriculares que perecíamos unos Navy Seals de operaciones y empezó la exposición. Una cosa, hice muchas fotos, pero como no se permite el flash porque evidentemente se podría dañar los objetos expuestos, muchas fotos no salieron bien y no se puede hacer mucho al respecto.
Luego los Navy Seals se retiraron de sus operaciones en activo y entregaron el material a sus superiores.
NOTA: Estoy muy cabreado con el MARQ. Hace algún tiempo me consta que realizaron una Exposición sobre los Etruscos y su mundo y no pusieron nada del Proyecto a la Luna etrusco del Rey Ot sobre el que escribí. Quizá no lo hicieron porque es un simple relato y nunca existió un rey Ot, pero es que eso carece de importancia, lo importante es que es mío y tenían que haberlo puesto igualmente.
Nos fuimos de Alicante, pero no nos alejamos mucho porque habíamos quedado para comer en un restaurante cercano a la Uni de Alicante, vamos que comimos sabiamente en la Calle del Bronce, perpendicular a la Calle del Perú. El restaurante se llama El Rincón del Polío y se come muy requetebien. Al finalizar el papeo se nos dijo que igual se nos mostraba una sorpresita comportándose de una forma bastante misteriosa. Bueno, salimos por una carretera tipo cinta, todos preguntándonos qué demonios sería esa sorpresita, pero continuaban las curvas y no aparecían indicaciones de ningún tipo. De golpe, veo una especie de trasformador eléctrico blanco y pintada en él una hormigota negra del tamaño de una persona. Si el que la pintó lo hizo a tamaño real me habría encantado conocer a ese héroe o a esa heroína que tuvo las narices de decirle a la hormigota modelo "ahora esté unos minutos quieta mientras la pinto por favor". Pues no, la sorpresita no era la hormiga negra, era el Santuario de Novelda que ya visité en su día.