Había una excursión a los pueblos de Catí y Culla, con reminiscencias templarias, sobre todo este último.
Como por las circunstancias creadas por Pandemia de las narices no podemos estar demasiada gente junta en un mismo lugar, se decidió que se darían las explicaciones de lo que eran Catí y Culla, su Historia respectiva, sus habitantes, su economía, y desde luego la evolución de los templarios en el Maestrazgo. Se dijo que así como Catí tenía un entramado urbano lineal, Culla se ha ido reuniendo alrededor de un castillo de origen musulmán, hoy desaparecido. El primer pueblo que nos encontraríamos iba a ser Catí. Y allí había un tejado de esos de madera para dar calorcillo, entramado con numerosas vigas, parece ser que hay que andar muchos kilómetros para dar con otro igual. También hay algunas pinturas muy interesantes dentro de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. También se dijo algo sobre el Escudo de Catí y que se le concedió incluir en él la figura de un perro andante como símbolo reconocido de la fidelidad. En cuanto a Culla, se nos dijo que si en aquella España que aún tardaría en serlo y que los cristianos compartían con los árabes, se le colocaba encima una cruz templaria, en su centro estaría Culla. Pero yo ahí discrepo, Culla estaría en uno de los ángulos de 90º, siempre según mi opinión naturaca. Sea como fuere, la Orden del Temple compró el castillo a Guillem d’Anglesola, Señor del lugar, por 500.000 sueldos valencianos en el Año Domine de 1303. También se nos dijo que no podían tener ningún contacto con una mujer, pero no me refiero a contacto carnal, ni siquiera hablar con un individuo del género femenino. Y desde luego no podían ver Gran Hermano con sus amancebamientos constantes, eso Caca nene. Nuestra guía nos contó una preciosa leyenda con mayúsculas, de un templario que se enamora perdidamente y nada menos que de una musulmana del pueblo vecino. Evidentemente lo llevan en secreto. Pero resulta que a nuestro templario le encomiendan una misión de mensajero en la que debe ir a Tierra Santa. Parte hacia Jerusalén, que naturalmente en aquellos tiempos era un viaje larguísimo, y a su vuelta se encuentra con la desagradable sorpresa de comprobar que su novieta se ha casado. Desesperado y como ya no ve motivo para continuar viviendo, confiesa a sus compañeros la historia de amor de su vida. La Orden no puede tolerar semejante ignominia, de manera que ordena su ejecución. Y aún más, después quema sus restos y le echa sal encima para que no pueda crecer nada y lo contamine con su delito. De allá y con el tiempo surgirá la población de BenasSAL. ¡ Tachán !!! Lamentablemente aquí no se puede decir eso de “fueron felices y comieron perdices” porque el chico no se lleva a la chica ni se van cabalgando abrazados con el fondo de un atardecer. Se me ha pasado decir que en la población de Catí hay una casa que se llama Casa de la Vila del S. XV en la que se pueden ver los típicos arcos góticos valencianos. También hay otra casa llamada Casa Miralles del S. XV con ventanas creo que se llaman geminadas. Aparte de lo dicho, de Catí me llamaron la atención, una persona a quien se le había ocurrido decorar con azulejos la parte inferior del borde de lo que asoma cuando se mira hacia arriba de una casa, o sea, que habría pocas probabilidades de que alguien se fijara, a no ser que otra persona se lo indicara previamente. De la misma forma, me llamó la atención un miniacueducto que descubrí por casualidad cuando ya me iba después de ver y fotografiar un lavadero municipal, me giro y ¡hop! Allí está un acueducto sobre la acequia de Catí que ni el de Segovia. ¡Cómo brillaba el puñetero! Tuve que dar varios pasos atrás para poder fotografiarlo. Luego, directos a Culla. Aunque el tiempo nos acompañó durante todo el recorrido, y tanto es así que solo cuando llegué a casa en Valencia comenzó a llover y no antes, se notó la diferencia de grados de Catí a Culla. Se nos dijo que Culla era una de las poblaciones más bonitas de la Comunitat. Bueno, había unas chicas a quienes al parecer unos individuos querían mostrar unos caballos que tenían en las afueras del pueblo. Y, sí creo que era lo más bonito, no sé si de la Comunitat pero sí que era bonito. No soy entendido en caballos, pero creo que era un alazán, muy bonito.