Tenía contratada una visita guiada llamada Los Gatos del Carmen. Un recorrido por el Barrio del Carmen para desembocar en la Gatera que hay cerca de la Iglesia del Carmen. Al llegar a la Plaça del Tossal donde tenía que encontrar a la peña, no pude ver la jeta de nadie. Perdonad que hable así, pero me estaba metiendo en el ambiente del Carmen. Por fin los vi. Pero es que estaban al otro lado de la plaza, y en la plaza había bastante gente tomándose unas cañas y aprovechando el solecito. Luego ya se inició una especie de Ruta (mala rima) de Grafitis por el Barrio del Carmen. Lo primero que vi fue la figura de unos Ninjas que se te aparecen de vez en cuando por las calles de Valencia, y que si es en una calle oscura y de noche en ocasiones es algo equívoco, y aunque suene increíble estos ninjas (grafiteros) estaban bajo una luz. Son obra de un gratitero de nombre David “algo”, no recuerdo el nombre completo, pero sí recuerdo que ocasionalmente trabaja con otra artista callejera apodada “Nena Guapa”. Más adelante, nos topamos con la obra de un chileno, con su forma de pintar tan minuciosa que tienen los andinos. Casi inmediatamente después, vimos una obra gigantesca en toda una pared de no recuerdo ahora quién. No sé qué explicación se dio de la sabiduría … aunque yo personalmente creo que toda obra pictórica, libro, película u obra de teatro es interpretativa, y en honor a la verdad, finalmente allí también se dijo. Quiero decir, el burro parece ir bien vestido, eso hay que tenerlo en cuenta. También hay que tener en cuenta la actitud de los artistas callejeros, que es principalmente la crítica social. Es posible que el burro bien vestido sea una crítica a la Sociedad actual, que ensalza sobre todo la apariencia pero es bastante “burra”. Y los caracoles … ¡coño, ayudadme! Que estoy aquí escribiendo un post tras otro, y cuando me haya ido no sé que será de vosotros, todo el día sentados en el sofá, sin levantar el culo para ayudar … y los caracoles, pues podría referirse a que la Societé se mueve tan sumamente lenta hacia delante que podrían tirar de ella caracoles para hacer que fuese más rápidamente. Luego en un callejón encontré unos dibujos que juro por Wotan que reencontré en la Revista Jueves. Una tal Victoria, ofrecía un niño al mundo en plan El Rey León ya pasado el Portal de la Valldigna. Un poco más allá, hay un mural muy bonito con motivo circense en que unas trapecistas planean un poco sobre la palabra ANÓMALO. En un callejón cercano, se ve la cabeza de un tucán con un nombre ilegible, pero una realización muy bonita y un botón de Reset al lado (hay que tener en cuenta que no todos los artistas son locales). Finalmente, acabamos en la llamada Gatera del Carmen. Justo encima de una valla, nos encontramos la estatua de un felino de piedra. Bajo ya se encuentra la Gatera en sí. Es como una casita de muñecas aunque con Seguro de Incendios, pero en lugar de Barbie y Ken sus ocupantes son felinos. También hay una marca que indica hasta donde llegó el agua en la riada de 1957 y otra que predice hasta donde llegará en una de 2100. Por otra parte, son los vecinos del Carmen quienes los alimentan, pero hay que poseer un carnet para dar de comer a los gatos ya que al parecer han seguido la doctrina Divina, creciendo y multiplicándose como las estrellas del firmamento y las arenas del desierto. Y eso que cuando llegaron los cristianos y se encontraron con innumerables gatos ya que los musulmanes los adoraban los creyeron engendros de Satanás, sobre todo los negros. Nos contaron que Mahoma tenía una gata predilecta a la que acariciaba de arriba abajo, y que hay una antigua leyenda que dice que es por eso que los gatos caen siempre de pié. Como curiosidad se nos contó lo siguiente: un día una familia hubo de dejar solo a su hijo en casa con la única compañía de un gato. En eso apareció el Diablo para intentar robar el alma del niño. Pero psicodélicamente el gato le plantó cara y le propuso un pacto. Que para llevárselo el Diablo tenía que adivinar el número de pelos exactos que tenía el gato, dándole tres oportunidades. El diablo, que nunca había podido resistirse a los desafíos, acepto y comenzó a contarle los pelos al gato. Entonces un pájaro canto en la ventana, distrayéndole y haciéndole perder la cuenta. Enojado, el diablo empezó a contar de nuevo. En ese momento, el viento entro por la ventana y agito los pelos del gato, haciendo que perdiera la cuenta una vez más. Nervioso, el diablo se puso a contar de nuevo, prometiéndose que nada lo iba a distraer. Entonces el gato movió suavemente la cola rozándole la nariz, y el diablo estornudo fuertemente, haciendo que se le soltaran pelos al gato. El diablo se sintió tan furioso por haber perdido, que allí mismo formo un berrinche de proporciones épicas…. Pero no pudo tocar al bebe, porque un trato con el diablo siempre se cumple… Eso sí, se marchó de vuelta al infierno jurándole al gato que algún día adivinaría cuantos pelos tenia y cuando eso ocurriera, su venganza sería terrible. Es por eso que los gatos hasta hoy en día, sueltan pelo todo el tiempo. Porque de esa manera, el diablo nunca cumplirá su venganza al no saber cuántos pelos tienen en realidad.
Gato de piedra |
Gatera |