Esclavo heleno

 

¡Que la diosa Nix me enturbie la vista! Creía que moriría sin poder contemplar el regreso de esta flota. Solo soy un viejo esclavo lejos de mi tierra, del Gran Zeus y de la Sabia Atenea y del Arquero Apolo, pero me parece que fue ayer cuando partieron las naves hacia las tierras del Norte a por el cargamento de cedros para las construcciones del faraón. Tutmosis parece que se llama el nuevo Señor del Nilo como se llamaba su padre y como su abuelo, y nada más comenzar a gobernar ya se le nota que quiere destacar entre los demás, como casi todos los jóvenes de hoy. Ojalá hubiese vivido más tiempo su madrastra, la bella Hatsheput. Ese sí que fue un reinado próspero y pacífico. Pero el comienzo de este nievo reinado … yo creo que si la flota que había ido al Norte a por los cedros, en lugar de haberla enviado Hatsheput la hubiera enviado Tutmosis, no habría esperado a comprar los cedros a bajo precio como de costumbre sino que los hubiese cogido por la fuerza. Y a lo mejor los cedros habrían estado protegidos por algún dios, y aunque todos saben de sobras que los dioses egipcios superan con mucho a los extranjeros, igual nos metíamos en una buena. En fin, ya veremos … ¡malditos chiquillos, siempre metiéndoos por medio, casi hacéis que me caiga! Ya veréis - dijo meneando el puño - algún día llegará un ejército griego y conquistará todo Egipto. Rieron claro, después de todo nadie iba a hacer mucho caso a las tonterías del viejo esclavo heleno.